Cumple su cuarta temporada en Bilbao, tiene contrato hasta 2022 y puede presumir de haber jugado y marcado en un Mundial en el que hizo historia hace menos de un año, cuando resultaba imposible imaginar una realidad social y deportiva como la actual. A las ganas de seguir creciendo y disfrutando de la vida y del fútbol, sin embargo, se abraza con fuerza Lucía García (Barakaldo, 14-VII-1998), quien descuelga el teléfono en su localidad natal de Pola del Pino, de apenas cien habitantes, para atender a DEIA y descartar una salida del Athletic a medio plazo.

¿Cómo lleva el día a día?

—Bien. Desde el inicio del confinamiento estoy viviendo en Pola del Pino, un pueblo muy pequeño en el que ahora mismo estamos unas cincuenta personas y, por suerte, he podido salir a correr antes que en otros lugares y hacer vida casi normal en ese sentido. Aun así, se hace duro también no ver a casi nadie y estar sola aquí, pero es lo que toca para que todo esto pase y no vaya de nuevo a más.

¿Se le hace difícil estar lejos del césped y del balón?

—Mucho. Son casi tres meses ya sin ir a Lezama y se hace complicado, pero hay que pensar más allá del fútbol en estos momentos y ser conscientes de que todo es por una buena causa.

La Primera y Segunda División masculina se van a reanudar, pero no así la Primera Iberdrola. ¿Lo lamenta?

—Sí, pero son dos ligas profesionales, al igual que la ACB en baloncesto, y la nuestra no lo es. Por esa parte lo veo bien, aunque se echará de menos no vernos en el verde hasta la próxima pretemporada y tener que esperar varios meses más para ello. Para mí, al menos, es lo más complicado.

No considera que se vuelva a hacer de menos al fútbol femenino.

—No, porque nos hubiera gustado poder ir de nuevo a entrenar a Lezama, pero pienso que por el bien nuestro no está siendo así y creo que está bien.

La semifinal de la Copa de la Reina contra el Logroño la podrán disputar, aunque será ya la próxima temporada.

—Es una buena noticia para nosotras al no haberse suspendido, aunque parece que se jugará en enero y se juntará con la próxima edición del torneo. Habría preferido jugarla antes, pero como no se puede, se acepta e iremos a por ella cuando toque. Este año, además, iba todo bien en una Copa que tanta ilusión nos hace poder ganar, había posibilidades de conseguirlo y ahora habrá que esperar unos cuantos meses para ver si podemos lograr el objetivo.

Con la liga suspendida y la Copa aplazada no debe ser fácil mantener la motivación para seguir con la rutina de entrenamientos día tras día.

—Es cierto que hay días que se te hacen más cuesta arriba, pero debemos mirar por el bien de todas y de todos y ojalá mejore pronto la situación para, al menos, poder ir a entrenar a Lezama. Por ahora seguimos con los entrenamientos colectivos a través de Zoom y haciendo ejercicio por nuestra cuenta.

¿Hasta cuándo seguirán con esos entrenamientos?

—Hasta nueva orden. No sabemos más, aunque como digo espero que cuanto antes nos lleven a Lezama o haya alguna otra solución.

En junio del año pasado jugaba y marcaba en un Mundial y ahora no puede siquiera competir. Todo cambió de la noche a la mañana.

—Así es. Llegué de un partido con la selección sin saber bien lo que estaba pasando y dos o tres días después comenzó el confinamiento. No tuve tiempo para asimilar lo que venía.

Los recuerdos de la cita mundialista no pueden ser mejores en su caso.

—Desde luego. Un Mundial no se juega todos los días y es un recuerdo que guardaré para siempre en la memoria y en el corazón. Fue muy bonito y conseguimos hacer historia.

Nadie le regaló nunca nada. Luchó desde su propio nacimiento siendo la única niña en un parto prematuro de cuatrillizos.

—Sí, considero que estoy donde estoy por mi trabajo y por mi esfuerzo, no por ser una jugadora buenísima o algo por el estilo. Me propuse ser futbolista, cumplí mi sueño y ahora quiero seguir mirando hacia arriba.

¿Se sintió siempre apoyada en su afición por el fútbol?

—Siempre. Nunca me dijeron que no jugara, ni nada por el estilo. De hecho, a ninguno de mis tres hermanos le gusta el fútbol, pero yo siendo muy pequeña, con solo dos o tres años, ya estaba dando patadas al balón contra las paredes. Después, en el colegio, un profesor me dijo para jugar, empecé a hacerlo en la categoría infantil del Oviedo Moderno, de ahí pasé al equipo C y luego al A hasta debutar en Primera con 15 años.

Y a los dieciocho recibió la llamada del Athletic.

—Recuerdo que llamaron al club, me lo transmitieron y vino un día Juanlu para decirme que me querían fichar. Yo estaba roja, sonrojada, pero fue todo muy rápido y estoy muy contenta de haber venido al Athletic.

¿Ha llegado más lejos de donde imaginó cuando era pequeña?

—Soñaba con ser profesional algún día y jugar en Primera. Todo eso lo he conseguido, pero mi techo está muy lejos todavía y quiero lograr muchísimas cosas más. Para eso sé que debo seguir trabajando muy fuerte y es lo que voy a hacer.

¿Colma el Athletic todas sus aspiraciones?

—Sí, a día de hoy, sí. Por eso sigo aquí. Tengo contrato hasta 2022 y estoy muy feliz de formar parte de este club que me lo ha dado todo.

Ofertas para cambiar de aires no le faltarán. ¿Seguirá muchos años en Bilbao?

—Es lo que dices. Si estoy en el Athletic es porque es lo que realmente quiero. Si no fuese así, ya me habría ido hace tiempo, pero no.

¿Qué ha encontrado en el club y en la ciudad?

—Llegué con 18 años recién cumplidos y para mí el Athletic es todo. Tiene una afición de diez y siento a la gente muy cercana, mientras que en el equipo me llevo genial también con todas las compañeras. Somos un grupo muy completo, unido y me quedo, por tanto, con muchas pequeñas cosas que se convierten en grandes cosas estando en el Athletic.

Hablaba antes de sus aspiraciones. ¿Cuál es su sueño como futbolista?

—A día de hoy sueño con ganar un título en el Athletic. No pienso en nada más. A ver si es la Copa y esta edición, pero sea el que sea espero lograrlo algún día y que sea con este club, porque es mi objetivo y mi sueño.

¿Qué impacto cree que tendrá la entrada del Real Madrid en el fútbol femenino?

—La imagino, de entrada, con muchos fichajes. Harán muchos cambios y en un par de años estarán luchando por los títulos. Eso seguro.

Usted ya dice que quiere continuar en el Athletic.

—Sí, sí. Tengo dos años más de contrato como comentaba antes.

Se está produciendo un cambio generacional en el equipo. ¿Cómo ve el futuro a corto y medio plazo?

—Bien, somos un grupo joven que lucha por conseguir cosas importantes y estar en liga lo más arriba posible. A corto plazo, no obstante, nuestro único reto es poder volver a Lezama y empezar a prepararnos de cara a la próxima temporada.

A pesar de su edad, ¿comienza a sentirse una de las jugadoras con más peso dentro del vestuario?

—No, hablando de referencias hay compañeras como Erika, Vanesa, Nekane y otras que lo son de verdad.

Enfocando al futuro, cada vez hay más niñas que sueñan con defender escudos como el del Athletic. ¿Qué mensaje les mandaría?

—Que con esfuerzo todo se consigue. Yo también era una niña a la que le gustaba mucho el fútbol y nunca me rendí. Al principio hacía sacrificios de locos, porque me tiraba en torno a dos horas en el autobús para ir a entrenar y otras dos para volver a casa, además de estudiar, pero con pasión y sacrificio todo se puede alcanzar y animo a todas a que luchen y se esfuercen al máximo.

¿Va por buen camino la evolución del fútbol femenino?

—Creo que sí, porque desde que empecé a jugar hace seis años en Primera ha dado todo un giro enorme. Antes no cobraba nada, no había casi nada y se han conseguido dar pasos muy importantes en todos los sentidos, pero hay que seguir haciendo muchas cosas, porque esto no se puede quedar aquí.

"Son casi tres meses ya sin ir a Lezama y se hace complicado, pero hay que pensar más allá del fútbol en estos momentos"

"Considero que estoy donde estoy por mi trabajo y por mi esfuerzo, no por ser una jugadora buenísima o algo por el estilo"

"Si estoy en el Athletic es porque es lo que realmente quiero; si no fuese así, ya me habría ido hace tiempo, pero no"