Desde ayer al mediodía queda sellado el acuerdo entre el Athletic y la Real, con la bendición de la Federación Española de Fútbol, para que la final de Copa pendiente se dispute a puerta abierta en fecha por determinar. El comunicado suscrito por Aitor Elizegi y Jokin Aperribay parece despejar definitivamente las incógnitas generadas por la instrucción remitida por la UEFA el jueves pasado. El máximo organismo sancionaba el aplazamiento de la final más allá de la primera semana de agosto anulando la concesión de una plaza en la próxima edición de la Europa League. Este criterio contradecía lo pactado en su día por Athletic, Real y FEF, y que en un principio pareció contar con el visto bueno de la UEFA. El mismo aseguraba a efectos prácticos al Athletic su presencia en el citado torneo.

Ahora, ante la renuncia expresa a jugar la final dentro del calendario que presumiblemente entrará en vigor a mediados de junio, la única vía para que la entidad rojiblanca obtenga billete continental pasa por escalar en la clasificación liguera, donde es décimo con cinco puntos menos que el séptimo, el Valencia, y ocho menos que el Atlético de Madrid, que es sexto. Del acuerdo recién rubricado sale beneficiada la Real, que ya partía de una situación ventajosa por cuanto tiene a tiro ir a Europa gracias a que es cuarta en la tabla. Ahora, incluso alcanzará dicha meta si acaba séptima en la liga. En cambio, el Athletic renuncia al atajo hacia Europa que le concedía la Copa en caso de alzarse con el título, lo que dibuja un delicado panorama financiero en el corto plazo.

La nota oficial de Athletic y Real empieza así: "Los presidentes de Real Sociedad y Athletic Club, clubes finalistas del Campeonato de la Copa del Rey correspondiente a la temporada 2019-2020, tras reunirse con el presidente de la Real Federación Española de Fútbol, han acordado solicitar a la RFEF que la Final de Copa se pueda celebrar con público y de manera oficial, a puerta abierta, en una próxima fecha a determinar de acuerdo entre las tres partes". A continuación remarca la postura: "El deseo y la voluntad de ambos clubes siempre ha sido, ahora y antes, jugar la final con la presencia de nuestros aficionados y aficionadas. Es lo que más nos gustaría. Una Final de Copa con nuestras aficiones en las gradas".

Y en el último párrafo se lee: "Con esta decisión, la Real Sociedad y el Athletic Club desean poner en valor uno de los eventos deportivos más prestigiosos y con más tradición que se puede disputar en el fútbol mundial, único en esta edición y hacerlo junto a sus seguidores, seguidoras, abonados, abonadas, socios y socias, la verdadera esencia y la razón de ser de este maravilloso deporte".

Previamente el comunicado solicita a la FEF que asegure desde la perspectiva jurídica la validez a todos los efectos de la disputa del título, petición que responde al hecho de que parece existir una laguna en el reglamento federativo que podría activarse ante la imposibilidad manifiesta de fijar la fecha del partido a puerta abierta y que esta se retrase en demasía, como cabe prever a día de hoy: "Al mismo tiempo, la Real Sociedad y el Athletic Club quieren que la Real Federación Española de Fútbol garantice que la Final de Copa se disputará como competición oficial y tendrá la consideración de título oficial. Para ello, han solicitado a la Secretaría General de la RFEF que la Comisión Delegada de la Asamblea General de la RFEF, cuya próxima reunión se celebrará el viernes 8 de mayo de 2020, tome un acuerdo de modificación de calendario que habilite que la Final de Copa se pueda celebrar como título oficial con el apoyo y el calor de los aficionados y aficionadas de ambos equipos".

Horas después de salir a la luz el escrito de los clubes, llegó el pronunciamiento del ente que encabeza Luis Rubiales: "La RFEF comparte el deseo del Athletic Club y la Real Sociedad de disputar la Final de la Copa de SM el Rey cuando las circunstancias sanitarias y deportivas permitan que sea abierta al público y con la presencia de ambas aficiones".

toca definirse

El panorama ha experimentado un vuelco radical a raíz de que la FEF instara a ambos clubes a que dijesen con nitidez y celeridad cómo deseaban abordar la ubicación de la final copera en el calendario. La iniciativa de Rubiales ha funcionado, sacando a Real y Athletic de la indefinición a la que se abonaron ante la encrucijada planteada por la UEFA. El silencio táctico ha desembocado en la recuperación del consenso original, que se había tambaleado porque cada club había empezado a hacer sus cálculos a nivel interno.

La Real manejaba sus razones para transigir con que la final tuviese lugar ahora, dado que asume la imposibilidad de que sea viable con las aficiones por la crisis sanitaria tanto de inmediato como durante la campaña venidera. Por su parte, el Athletic sopesaba el perjuicio económico que implica no entrar en Europa y barajaba la probable suspensión de la competición que LaLiga, la FEF y el CSD, con el refrendo del Gobierno de Madrid tratan de impulsar contrarreloj, como factor que podía favorecer sus intereses. Asimismo, en Ibaigane y quizás en San Sebastián no descartaban lograr que fuese la FEF quien zanjase el asunto forzando que la final se disputase ya, lo que les liberaba de la responsabilidad. Lógicamente, ni Athletic ni Real querían enfrentarse abiertamente al anhelo de sus seguidores, mayoritariamente partidarios de una final a puerta abierta, de modo que optaron por callar a la espera de acontecimientos.