Hace un año por estas mismas fechas, Mikel Vesga, en compañía de Sabin Merino, atendía a DEIA en las instalaciones deportivas del Leganés, club en el que ambos jugaron a préstamo la pasada campaña aunque con suerte dispar. El centrocampista alavés, que vivía su segunda experiencia lejos de Lezama tras haber jugado cedido unos meses en el Sporting, disfrutaba de la confianza de Mauricio Pellegrino tras un inicio dubitativo. En su vuelta a Bilbao le pasa algo parecido, hasta el punto de que con la llegada del nuevo año pasó de quedarse fuera de las convocatorias a ser pieza clave en el esquema de Gaizka Garitano. Eso sí, tal escasa era su participación que por su cabeza rondó la opción de buscar una salida en el mercado invernal. Sin embargo, todo cambió de la noche a la mañana.

Lo primero de todo y lo más importante en esta situación, ¿qué tal se encuentra?

—Bien. Tengo la suerte de que alrededor mío no le ha tocado a nadie. Sí a algún conocido cercano, pero nada grave. Yo estoy bastante bien. Mi chica es enfermera y lo he vivido un poco de cerca con ella. Ha sido duro, pero parece que va mejorando.

¿Y ella qué tal lo lleva?

—Hemos tenido que tener bastante cuidado. Tiene un contrato reducido y no ha tenido que ir muchos días, pero a la hora de venir a casa intentando ducharse cuanto antes, limpiando muy bien todo lo que traía… Es un poco el engorro de todo esto, pero por suerte ella en el hospital ha estado más o menos bien.

¿Dónde está pasando el estado de alarma?

—En Gasteiz. Tengo aquí a la familia. Si me quedaba en Bilbao iba a estar yo solo y mi novia ella sola en Gasteiz. Así que decidí venirme para aquí. Estaba terminando de mudarme a Bilbao cuando justo pasó todo. El club y yo teníamos dudas de qué hacer, pero mi novia me fue contando que enseguida la cosa empezó a ir a mejor.

En el Athletic no ha habido ningún positivo por coronavirus, al menos entre los deportistas, pero en equipos como Espanyol, Valencia o Alavés sí han hecho públicos algunos casos. ¿Le inquieta esta situación?

—He hablado con gente que conozco del Alavés y, por lo que sé, los jugadores que lo han tenido no han sufrido síntomas graves. Eso también me tranquiliza.

En general, la sociedad está viviendo momentos de mucha incertidumbre y sin poder salir de casa. ¿Qué tal lleva el confinamiento?

—Yo lo llevo bastante bien. Durante el año pasamos bastante tiempo fuera de casa y el hecho de estar ahora en casa hasta lo he agradecido en cierta medida. Ahora parece que cuando vuelva todo a la normalidad igual nos da un poco de pereza. Ese es el miedo que tengo yo en parte. Pienso que los hábitos de vida van a cambiar, nos vamos a tener que acostumbrar a vivir de otra manera. Eso es lo que me intranquiliza un poco.

La vuelta a la rutina.

—Es que creo que no volverá a ser una rutina igual que la de antes, al menos a corto plazo no tendremos la misma vida de antes. Pero no quedará otra más que acostumbrarnos como hemos hecho ahora.

¿Cómo mata el tiempo? Parece que jugar a la PlayStation no le pega demasiado, ¿o sí?

—Empecé el primer mes sin tocar la Play y ahora juego algunos ratos. Pero suelo estar entretenido. Entre hacer deporte por la mañana, ver series, películas, practicar con la guitarra… El día se me pasa rápido.

¿Procura estar informado sobre la evolución de la pandemia del coronavirus?

—Al principio sobre todo sí que veía las noticias y lo seguía al día. Pero llegó un momento en el que no me gustaba lo que veía y decidí ir viéndolas cada dos o tres días. En casa cada vez las vemos menos, aunque sí es verdad que me gusta estar al tanto de lo que pasa porque es un tema muy importante que nos incumbe a todos.

El fútbol, aunque está parado, genera noticias prácticamente cada día. Una de las últimas es que el Gobierno central ya ha comunicado a LaLiga que no habrá público en las gradas en lo que resta de 2020. ¿Qué le parece esta medida?

—Es dura. El fútbol es un deporte que no se disfruta de la misma manera sin público. Pero si han tomado esa decisión es por seguridad, por salud y porque entenderán que es la mejor opción. Es verdad que no nos gusta, porque ver fútbol sin público en las gradas es reducir la esencia del fútbol al mínimo. Son noticias duras, pero pienso que los hábitos van a cambiar en la vida, no solo en el fútbol. Poder tomar algo, compartir cosas con la gente en la calle… Todo eso se va a limitar mucho. Entiendo que las medidas de que no haya fútbol son por el bien de todos. Habrá que aceptarlo y aprovechar el fútbol de otra manera.

¿Considera que es un mal menor que el fútbol se juegue a puerta cerrada?

—Sí… A mí me va a costar mucho. El último partido que se jugó en LaLiga, el Eibar-Real, fue a puerta cerrada y todo era muy frío. No sé si me acostumbraré a ver el fútbol así, aunque no me va a quedar otra. Esperemos que si todo va mejorando quizá se reduzca el tiempo sin público.

Otras de las cuestiones que se han planteado es que la final de Copa se traslade a 2021, pudiendo disputarse hasta una semana antes que la de la temporada 2020-21. ¿Es partidario de ello?

—No lo sé. En cierta medida me cuesta creer que vayamos a tardar tanto en tener los estadios llenos y se me hace raro que se vaya a jugar una semana antes de que se dispute la siguiente. Nosotros queremos jugar con público sí o sí, es una final muy bonita, con dos buenas aficiones de Euskadi, y nuestra idea es apurar al máximo para ver si se puede jugar con público.

Uno de los que más claro ha hablado al respecto dentro del vestuario del Athletic ha sido Iñigo Martínez, que dijo que los dos equipos tendrían que plantarse si se juega sin público. ¿Qué opinión le merece?

—Es muy complicado. Soy partidario de apurar las opciones para jugar con público, para nosotros es muy importante que esté nuestra gente.

Si finalmente se juega en 2021 puede haber varios futbolistas de la actual plantilla, como Aduriz, San José o Beñat, que no estén. Suena raro cuando menos.

—Sí. Hay muchas cosas en el aire. La situación que estamos viviendo en sí ya es rara, así que imagino que para ellos, que no saben cuál va a ser su futuro, tiene que ser complicado. Son jugadores importantes para nosotros, esperamos que puedan participar de todo lo que respecta a esta temporada. Sería una de las mejores noticias para nosotros.

Dejemos la Copa a un lado. Otro de los temas recurrentes del confinamiento ha sido la bajada de sueldo. Ustedes dejaron claro que no han tenido problema en bajarse la ficha y su predisposición ha sido total.

—Es un momento difícil para todos, de estar juntos y es importante que el club sienta nuestro respaldo. Creo que es un acuerdo bueno para todos.

¿En qué consistió la ayuda a Osakidetza?

—En poner algo de nuestra parte para poder ayudar en lo que fuese.

El club les ha facilitado material para poder entrenar, pero no es lo mismo que ejercitarse al aire libre. ¿Hasta qué punto diría que está pudiendo mantener la forma?

—Lo primero, gracias al material que nos facilitó el club hemos podido hacer bastantes cosas y con los ejercicios que nos han mandado estamos llevando un plan bastante bueno. Es verdad que al principio lo coges con muchas ganas, porque piensas que no vas a estar tanto tiempo confinado, e incluso diría que entrenábamos más que estando en Lezama, pero según van pasando los días se hace un poco más duro porque es una rutina muy parecida. Creo que vamos a llegar en una condición física bastante buena para la situación que estamos viviendo.

¿Confinados en casa tienen alguna manera de medir su condición física?

—Es complicado, porque en el campo, en los ejercicios con y sin balón, los esfuerzos son distintos a los que puedes hacer en casa. En una cinta puedes hacer carrera continua, intervalos de un tiempo determinado, pero para los ritmos que requiere el fútbol diría que no es suficiente. Medir el nivel al que estamos es complicado.

Usted es un futbolista diésel, no muy explosivo. ¿Tal vez note menos que otros de sus compañeros no poder ejercitarse con normalidad?

—Sí, en ese aspecto sí. Pero los cambios de ritmo es lo que más vamos a notar y habrá que recuperarlo.

Entiendo que será ahora cuando más eche en falta una casa con jardín para poder golpear el balón…

—Desde luego. Lo estuve pensando el otro día y nunca he estado tanto tiempo sin tocar un balón. Incluso en verano, que estás un mes y algo de vacaciones, tocas balón.

La situación de ahora no es comparable a la de verano porque, ¿cuánto tiempo están sin hacer nada?

—Al principio unas dos semanas o algo menos sin hacer nada. Luego la activación empieza en torno a un mes antes de empezar a entrenar. Pero también haces otros deportes.

Volvió al Athletic el pasado verano tras un año cedido en el Leganés que calificó de positivo. ¿Cómo fue la vuelta?

—El regreso fue ilusionante. Volver al Athletic, a Lezama, te produce ganas e ilusión, pero sabía que la competencia iba a ser muy alta y no sería nada fácil. También tenía en cuenta que me podía pasar lo que terminó pasando. Es duro porque todos queremos jugar y entrenamos para ello, pero al mismo tiempo era consciente de que un cambio requiere una adaptación. En Leganés también me costó un par de meses empezar y entrar en el equipo. Ser constante me ha ayudado a estar donde estoy ahora.

¿Supo desde el primer momento que se quedaría en la plantilla?

—El club desde el principio me confirmó que quería que me quedara, el míster así me lo hizo llegar, pero es verdad que tuve dudas yo personalmente porque hubo momentos en los que no me veía en el equipo. En verano viví momentos duros porque veía que no se contaba al 100% conmigo para jugar y tenía mis dudas sobre si quedarme o buscar una salida. Al final consiste en ser constante, en trabajar y cuando sale la oportunidad, aprovecharla.

Jugó un partido en octubre, otro en noviembre y dos en diciembre. ¿Barajó la opción de salir cedido en el mercado invernal?

—Lógicamente en esos cuatro o cinco meses me planteé de todo. Un jugador de mi edad no puede estar parado seis meses o un año entero. Viendo que mi participación era muy baja, yo personalmente, sin comentarlo con el club, sí que valoré el hecho de buscar una salida. Pero tampoco se llegó a hablar porque justo jugué en el Bernabéu, contra el Sevilla y empecé a encadenar más partidos. A finales de diciembre y en enero empecé a entrar en el equipo y cambió mi situación.

¿Qué pasó para que revirtiera esa situación?

—Sinceramente, no lo sé. Será lo que he dicho antes, el hecho de ser constante entrenando, el estar siempre preparado física y mentalmente para cuando se pueda entrar en el equipo… Fue a raíz del Bernabéu cuando empecé a entrar un poco más con un sistema que me favorecía más, porque en el Leganés jugué todo el año en esa posición. Creo que ese día hicimos un buen partido y pude enseñar una versión diferente de mí que pudo convencer al míster.

¿Una versión diferente en qué?

—Era otra posición, creo que era el primer día que jugábamos con tres centrales y me pudo venir bien por el recorrido que tengo, por mis cualidades físicas. Eso pudo ayudar a que cuando se jugaran más partidos con ese esquema pudiera participar.

Entonces, si le pregunto si usted es partidario de jugar con dos o con tres centrales, tendrá la respuesta clara…

—No te creas. El míster ha elegido una formación u otra dependiendo del partido y el equipo ha rendido bastante bien en general. La primera fase de la temporada, en la que estuvimos muy muy bien, se jugó con cuatro atrás. Cualquiera de las dos es una buena alternativa.

“En verano viví momentos duros, veía que no se contaba al 100% conmigo y tenía mis dudas sobre si quedarme o buscar una salida”

“Nunca he estado tanto tiempo sin tocar un balón. Incluso en verano, que estás un mes y algo de vacaciones, tocas balón”

“Mi chica es enfermera y lo he vivido un poco de cerca con ella. Ha sido duro, pero parece que la situación va mejorando”