bilbao - Protagonizó la que quizá fue la única noticia positiva del fiasco que ofreció el Athletic el pasado domingo frente al Getafe. El regreso de Aritz Aduriz después de permanecer tres meses fuera de los terrenos de juego por culpa de una entorsis en su cadera izquierda lo celebró el público de San Mamés por todo lo alto. El donostiarra, que dentro de una semana cumplirá 39 años de edad, es una referencia y ejerce como tal dentro y fuera del césped. El partido ante el cuadro azulón pintaba fatal para el colectivo rojiblanco, por lo que Gaizka Garitano tiró de la inédita decisión de hacer un triple cambio en el minuto 68. Ander Capa, Ibai Gómez y Aduriz comparecieron de golpe en busca de una soñada remontada que se quedó en nada. Con todo, Aduriz sirvió de estímulo, ya que generó peligro en el primer balón que tocó, en asistencia de Ibai, y su sola presencia reanimó a una parroquia alicaída por el flojo espectáculo que dieron los leones, resignados a sufrir su segunda derrota de esta liga en Bilbao.

El regreso de Aduriz supone un incentivo de altísimo valor de cara al enorme reto del jueves frente al mismísimo Barça en La Catedral. El Athletic tiene ante sí la oportunidad de meterse en las semifinales de la Copa, cuyo nuevo formato le da la oportunidad de jugársela a una sola carta en su guarida, lo que siempre se entiende como una plusvalía. Y Aduriz lo sabe, cuando le queda muy poco recorrido para poner fin a su exitosa carrera profesional, que lógicamente le gustaría cerrar con la conquista de un título con el que ha soñado desde que llegó a Lezama. Hacer realidad el objetivo es sumamente complicado, pero la familia athleticzale se retrotrae a mediados de agosto de 2015, cuando el Athletic se hizo con la Supercopa ante el cuadro culé en una actuación estelar de Aduriz, que materializó cuatro de los cinco goles rojiblancos en el cómputo total de aquellos dos partidos y que de paso valió para que el club bilbaino se tomara cumplida venganza de las finales de Copa perdidas en 2009, 2012 y 2015 ante los culés en los tres casos.

Aduriz se reencontrará el jueves con el Barça, al equipo al que más veces se ha enfrentado en su trayectoria en el élite, en 32 enfrentamientos, el primero de ellos en el que fue su debut en San Mamés (14 de septiembre de 2002), tres días después de su bautizo como león en partido de Copa en Amurrio. El conjunto azulgrana, al que todavía podría medirse en una última oportunidad en el Camp Nou en el encuentro de esta segunda vuelta de LaLiga Santander, ha marcado un antes y un después en su carrera. No en vano, el donostiarra ha hecho diez goles al Barça, siete de ellos los ha encajado Marc-André Ter Stegen. Al alemán no le supone plato de buen gusto verse las caras con Aduriz, el futbolista que hasta la fecha de hoy le ha batido en un mayor de ocasiones, siete, con lo que se convierte en una pesadilla para el que es considerado uno de los mejores porteros del mundo. Además de esas cuatro dianas en la mencionada Supercopa, con hat-trick incluido en el duelo de ida en San Mamés, le ha marcado en otros dos partidos de Copa y en uno de liga, el inolvidable de la jornada inaugural del pasado agosto merced a una chilena que dio la vuelta al planeta.

El donostiarra ha vuelto y ofrece todo un acicate de cara el choque del jueves, pese a que Aduriz únicamente ha participado este curso en once partidos de liga, en ninguno de ellos como titular, pero solo su presencia en el verde, sobre todo en San Mamés, acentúa la esperanza.