Tenerife 3 (2) - Athletic 3 (4)

TENERIFE: Herrerín; Lekue (Min. 107, Capa), Yeray, Unai Nuñez (Min. 5, Ezkieta), Iñigo Martínez, Yuri; Muniain, Dani García, Unai López (Min. 83, Vesga); Williams (Min. 95, Villalibre) y Raúl García.

ATHLETIC: Ortolá; Luis Pérez, Carlos Ruiz, Sipcic, Alex Muñoz (Min. 75, Nahuel); Moore, Luis Milla, Undabarrena (Min. 93, Dani Gómez), Javi Alonso (Min. 66, Aitor Sanz); Elliot (Min. 50, Lasure) y Joselu.

Goles: 1-0: Min. 7; Joselu. 1-1: Min. 16; Williams. 2-1: Min. 20; Joselu. 2-2: Min. 53; Williams. 3-2: Min. 105; Dani Gómez. 3-3: Min. 117; Yuri. En la tanda de penaltis, Aitor Sanz y Nahuel marcaron por el Tenerife, y Raúl García, Muniain, Vesga y Villalibre por el Athletic.

Árbitro: González Fuertes (Comité Asturiano). Expulsó con roja directa a Herrerín (Min. 2) y a Carlos Ruiz (Min. 93) por doble cartulina amarilla, además, amonestó a los locales Undabarrena, Alex Muñoz, Moore y Ortolá, y a los visitantes Williams, Dani García, Gaizka Garitano, Raúl García, Yuri e Iñigo Martínez.

Incidencias: Partido de octavos de final de la Copa disputado en el estadio Heliodoro Rodríguez López ante 17.484 espectadores.

Si no quieres taza, taza y media. El Athletic se emuló a sí mismo y protagonizó otra eliminatoria de infarto con final feliz. Habrá que decir que Gaizka Garitano acertó de lleno cuando la víspera auguró que la cita de Santa Cruz sería de similar o superior dificultad a la celebrada una semana antes en Elche, aunque ni en sus peores pesadillas podría haber supuesto que su equipo las pasaría tan canutas desde el mismo comienzo del partido y hasta que Villalibre marcó el lanzamiento definitivo, el quinto de la tanda. En medio, la expulsión de Herrerín que obligó a jugar en inferioridad hasta el tiempo extra y las tres ocasiones en que el Tenerife cobró ventaja en el marcador. El Athletic, con más fe que fútbol, consiguió equilibrar una, dos y tres veces, la última cuando todo apuntaba a su eliminación irremisible: restaba minuto y medio para el 120 y a Yuri se le ocurrió probar suerte en la larga distancia. Ese gol tuvo idéntico efecto que el penalti cometido por Lekue y transformado por el cuadro canario un cuarto de hora antes. Si este parecía dictar sentencia, el violento zurdazo del lateral, también, pero en sentido opuesto.

Después de tanto penar, asegurarse la lotería desde los once metros constituía un éxito y seguramente así lo interiorizaron los rojiblancos, mientras el Tenerife acumulaba motivos para lamentar el desperdicio de todas las ventajas de que dispuso para seguir adelante en el torneo. Nadie salvo los futbolistas sabe en realidad qué bullía en su interior, pero dio la sensación de que el Athletic afrontó con superior entereza el trámite decisivo y consecuencia de ello accedió a los cuartos de final. Desde luego, si algo no cabe cuestionar en el bando de los de Garitano es su predisposición para ir la guerra y que jamás se rinde. Solo con ese espíritu se entiende que terminen compensando las adversidades y los errores gruesos que tanto comprometen sus opciones.

El encuentro de anoche es paradigmático a este respecto. Es prácticamente imposible un arranque tan nefasto, pero al incalificable desbarajuste inicial se sumaron más situaciones donde realmente pareció que el Athletic se suicidaba. Por ejemplo, las dos acciones que precedieron al segundo y el tercer goles del Tenerife. En orden. La crónica de lo que tuvo todas las trazas de ser el adiós a la Copa se abrió con un pase horrible de Yeray, intercepción que pilló a la zaga fuera de sitio y Herrerín sale del área y derriba a Moore, que iba derecho al área. Falta y expulsión del portero. Debut de urgencia de Ezkieta y Núñez, al banco. Se saca la falta, el VAR revisa el modo en que el balón sale desviado de la barrera y castiga con mano el despeje de Williams: penalti que transforma Joselu.

De poco le valió a Garitano diseñar un once de lo más potente para eludir sustos. En un suspiro estaba con diez y perdiendo. La reacción fue positiva, el Tenerife se tiró atrás y Williams, con el pecho, empató pronto. Ese tramo demostraba que haciendo las cosas con sentido común el rival podía ser asequible, incluso jugando con diez. Pero en el primer balón que llegó al área de Ezkieta, Yuri despejó incomprensiblemente y permitió que Joselu volease a placer. Vuelta a empezar y primeros problemas para generar peligro. Enfrente habían aprendido la lección y el dominio rojiblanco resultó de lo más estéril. Un remate forzado de Williams y un disparo de Lekue desde la frontal fue todo el peligro resultante de la colección de pases que a ningún sitio conducían.

El segundo acto nada alteró hasta que llegó el error del cuadro local, que todos no iban a ser visitantes. Un pase del estilo del que dio Yeray y Williams se planta ante Ortolá y le supera por abajo. Segundas tablas y Baraja, consciente del desgaste que ya acumula el oponente, va metiendo titulares para tratar de liquidar la ronda. Se observa cómo el Tenerife crece paulatinamente y el Athletic acusa el correr del cronómetro. Lekue había sido su mejor baza ofensiva y de repente se ve obligado a lidiar con un Nahuel fresco. Este emparejamiento pudo haber sido clave como se verá más tarde. Garitano retrasó los cambios al límite y Ezkieta hace su particular aportación a la causa para repeler un taconazo venenoso de Joselu.

de la agonía a la euforia El Athletic necesita forzar la prórroga y oxígeno. Logra lo uno y lo segundo se hace aún esperar, pero las fuerzas se compensan con la segunda amarilla al central Ruiz. En apariencia, pues el gasto invertido pasa su factura a un Athletic con dificultades para mantener bajo control al Tenerife, que quiere más, que no se conforma. Lekue no mide bien y zancadillea a Nahuel en el área. Penalti, 3-2 y un cuarto de hora agónico cuyo desarrollo anunciaba la debacle. El empuje no generó una sola oportunidad clara, pero quedaba el recurso desesperado de un Yuri, agotado, que hacía rato había desaparecido. Agarró desde casi treinta metros un chutazo cruzado impresionante que Ortolá ni vio.

El partido moría cuando el Athletic inesperadamente se aferró a la vida y al menos ayer la tanda de penaltis, dentro de la enorme tensión que se respiraba en el ambiente, resultó más llevadera que la de Elche. Metieron Raúl García, Muniain y Vesga, y Ezkieta adivinó el de Joselu, el tercero. Iñigo añadió una pizca más de emoción, pues Ortolá se la sacó con el pie, pero seguido a Moore se le nubló la vista y su tiro lo repelió la madera. Villalibre ejecutó con temple el penalti que vale continuar en el torneo. Van dos prórrogas en una semana, el equipo se emperra en avanzar contra viento y marea. Esa voluntad le puede llevar lejos en la Copa y se puede pagar en la liga.