Bilbao - El último mes ha dejado en Iñigo Córdoba un regusto agridulce. La competición le ha brindado la ocasión de conocer las dos caras de la moneda: pese a haber incrementado de manera importante su participación, ha sido censurado por un sector de la grada de San Mamés. El hecho de disfrutar de bastantes minutos de juego en una fase concreta del calendario es una circunstancia conocida para un futbolista cuya continuidad en el equipo no alcanza para considerarle un fijo en la pizarra de Gaizka Garitano. En cambio, convertirse en la diana del descontento y verse en la tesitura de soportar reproches directos a su persona sí supone una novedad en su trayectoria.
Durante el encuentro con el Espanyol, varios de los errores que cometió Córdoba provocaron una extemporánea reacción entre los aficionados. Los silbidos y abucheos se repitieron, siempre dirigidos a su persona, ningún otro compañero fue objeto de un trato similar aunque no fuese el único jugador desacertado. La situación, además de desagradable, puede catalogarse de paradójica en el sentido de que el contexto era muy propicio para el Athletic. Seguramente fue el partido más asequible y tranquilo de la temporada gracias a la ventaja de dos goles establecida en el cuarto de hora inicial, pero el detalle no evitó que Córdoba quedase señalado.
Garitano hizo caso omiso, le mantuvo sobre el césped hasta la conclusión y luego valoró lo ocurrido. Aún reconociendo que no fue su día más feliz, resaltó el ingente trabajo realizado por Córdoba y pidió más aplausos para él. Reforzó el discurso incidiendo en su condición de producto de la cantera, así como en la juventud que atesora. La postura del técnico fue refrendada por Yuri Berchiche, que expresó su agradecimiento por la colaboración que le dispensa el hombre con el que comparte banda.
En cuestión de pocos días es la segunda vez en que Garitano sale en defensa de un futbolista porque también tuvo palabras de apoyo a Unai Simón, que no estuvo muy afortunado ante el Valladolid y el Atlético de Madrid. Existe un evidente paralelismo entre los casos del portero y de Córdoba, en razón de su edad y de su formación en Lezama: “Necesitamos tener más paciencia con estos chicos porque si no la tenemos con este tipo de jugadores y más siendo portero?”.
Vistas las dudas que generaba el meta titular, Garitano podía haber recurrido a Iago Herrerín, pero no lo hizo. Al parecer su intención original de cara al choque entre semana con el Espanyol era poner al suplente, fórmula que escogió en una situación idéntica un mes atrás, con motivo de la visita al Leganés. Sin embargo, se lo pensó mejor, estimó que Simón necesitaba sentirse refrendado para salir del bache y acertó de lleno. El tema de Simón se cierra de momento con su sobresaliente comportamiento en la jornada siguiente frente al Villarreal.
Lo que vaya a pasar con Córdoba está por ver, por ejemplo este mismo domingo cuando el Athletic vuelve a ejercer de anfitrión para recibir al Levante. No había contado demasiado en los primeros meses del curso y acaba de intervenir en cuatro encuentros consecutivos, como titular ante Valladolid, Atlético y Espanyol y saliendo en la segunda mitad contra el Villarreal. Gracias a ello ha logrado situarse como el segundo hombre de banda más utilizado de la plantilla por detrás de Muniain, ahora reubicado como media punta, y por delante de De Marcos, Ibai y Larra.
más con garitano Como se ha apuntado, Córdoba no se halla en el grupo de los indiscutibles en las demarcaciones de ataque. Su presencia no es comparable a la de Raúl García, Muniain o Williams, pero se sitúa en el siguiente escalón. La pasada campaña fue el decimocuarto del plantel en minutos, un puesto que solo se explica por la confianza que le tuvo Garitano, puesto que en la etapa de Eduardo Berizzo, el primer tercio del calendario, estuvo prácticamente inédito. Ahora, coincidiendo con su tercer año en el equipo, tiene ante sí la posibilidad de asentarse, avalado por su enorme capacidad de trabajo. A su favor pesa que interviene constantemente, se ofrece para recibir y se implica a fondo en labores de contención, virtudes que encajan perfectamente en el ideario del entrenador. Claro está que tanta laboriosidad merma su contribución en ataque, donde pierde precisión y a veces no selecciona bien. Esto debe ser lo que exaspera a los amigos del reproche en la modalidad de música de viento.
La desafección hacia un futbolista concreto que exterioriza una parte del público es una historia antigua, repleta de capítulos con nombres y apellidos que normalmente se corresponden con perfiles creativos. El paradigma más reciente de este fenómeno tuvo en el rol estelar de víctima a Markel Susaeta. No era un chaval o alguien que busca su sitio en el equipo, se trataba del capitán, sus números eran de récord y no es preciso mentar la lista de servicios al club, tampoco su entrega y profesionalidad, pero nada de esto le privó de soportar con frecuencia el mal trago que Córdoba acaba de padecer.