BILBAO. Cedido al Mallorca en 2013 y al Almería un año después tras recalar en el filial rojiblanco en 2012, el internacional ghanés alcanzó el primer equipo del Atlético en el curso 2015-16 para experimentar en primera persona la dificultad de cautivar a Simeone. La sala de máquinas, zona de oscuro y laborioso trabajo en las antiguas entrañas del Vicente Calderón y en las del lujoso Wanda Metropolitano, asomaba como un territorio por conquistar para Thomas, señalado como el futuro heredero de auténticos especialistas en la materia como Gabi y Tiago, a quienes hizo olvidar la pasada temporada un jovenzuelo con aires de maestro llamado Rodrigo Hernández.

La consolidación del internacional español como centrocampista de primera talla mundial, motivo suficiente para que Pep Guardiola ordenara el pasado verano su reclutamiento en el Manchester City previo abono de los 70 millones de euros que marcaban su cláusula de rescisión, obligó a Thomas a esperar un curso más su momento. Simeone, su primer y gran valedor, no albergaba dudas. Ese momento, antes o después, llegaría. Y llegó. Con la marcha de Rodrigo y pese a la poderosa apuesta del club por Marcos Llorente bajo el desembolso de 40 millones de euros con destino directo hacia el Real Madrid, el eterno rival, el de Ghana dio el oportuno paso al frente para alzar la voz y emerger con fuerza en las alineaciones de un reformado Atlético, donde gana enteros a medida que transcurren las semanas. Tanto es así que, tras la disputa de las nueve primeras jornadas de liga y con tres partidos correspondientes a la fase de grupos de la Champions League ya celebrados, nadie discute la condición de titular indiscutible alcanzada por el centrocampista africano.

“Yo soy el único 5”, se atrevió incluso a asegurar ante las cámaras del Atlético recientemente tras un encuentro de vital importancia para él contra el Eibar. Un gol suyo sobre la bocina después de salir desde el banquillo ante su sorpresa inicial, no en vano, permitió al conjunto colchonero remontar el 0-2 obtenido por el cuadro armero y dejar los tres puntos en el Wanda, rendido a su figura al igual que Simeone, el hombre que siempre confió en sus posibilidades y que, a fuego lento, ha cocinado su desarrollo hasta obtener un centrocampista moldeado a su gusto. Con una cláusula de rescisión de 50 millones de euros, su futuro ha pasado a ser uno de los principales focos de preocupación de una entidad y una afición que temen una futura fuga a un trasatlántico europeo, si bien figura con contrato en vigor hasta 2023.

MAL RECUERDO

Su nombre y desempeño en el campo traen malos recuerdos a los de Gaizka Garitano tras lo sucedido el pasado curso en el Wanda Metropolitano, donde Thomas participó con un gol desde la larga distancia en la remontada firmada por el Atlético. El ghanés, ayudado por los tantos de Rodrigo y de un lesionado Godín cuando el encuentro agonizaba, amargó la tarde a los leones. En el presente ejercicio son dos las dianas que suma ya Thomas entre Champions y liga para convertirse en el jugador colchonero al que Iñaki Williams reconoció ayer que “borraría” mañana del campo en caso de poder, dado su “gran estado de forma”.