opiniones, análisis y estadística desembocan en la misma conclusión: el Athletic y el gol no hacen migas. Opinión: las sensaciones que transmite su juego le describen como un equipo que va corto de pegada y no es casualidad que dicha impresión coincida con el declinar del prodigioso instinto rematador de Aritz Aduriz. Análisis: la radiografía que señala la escueta nómina de jugadores con gol, muy inferior a la de otras plantillas, y cuya autoría corresponde a Gaizka Garitano, condensa las múltiples valoraciones que sobre el asunto publican los medios de comunicación. Datos: por si aún quedase resquicio para la duda, están los números y su incontestable elocuencia. El diagnóstico es irrefutable.

El poderío que muestra en ese espacio mágico que llamamos últimos metros cataloga al rojiblanco como un conjunto limitado. Hace pocos goles, por lo que debe rentabilizarlos al máximo. Esto explicaría en parte el tipo de propuesta futbolística por el que se le conoce al actual Athletic. El repertorio se enfoca mayormente a asegurar el blindaje de su portería, busca con ello compensar el déficit de veneno y la verdad es que, computados los resultados, no le ha ido mal. Con Garitano a las riendas, el equipo ha inclinado a su favor un considerable porcentaje de los puntos en juego. Así fue la pasada temporada y sirvió para huir a toda prisa del descenso y colarse en la antesala de Europa en un salto de diez posiciones en la tabla. En la presente, es séptimo pese a que acaba de enlazar dos derrotas.

Ahora bien, es obvio que carecer de filo le lastra en la competición. Y hay algo más: el racionamiento del gol consigue que la identificación del aficionado con el equipo se resienta y es que el resultado por sí solo no lo es todo. Sugerir desde fuera variantes de índole táctica o ponerse a hacer alineaciones equivale a pisar terreno resbaladizo, pero desde el sentido común es posible apuntar remedios para la falta de gol. Existen.

Sin futbolistas dotados para culminar, con la salvedad de Raúl García, y cargando conscientemente las tintas en la contención, resulta tremendamente llamativo que el Athletic no explote la estrategia, recurso accesible y particularmente interesante para subsanar las carencias ofensivas. El balón parado no entra en colisión con ningún estilo, da igual a qué se juegue para intentar extraer su jugo, solo es un factor más a considerar en el partido y por su demostrada influencia en los marcadores se prepara entre semana, tanto en defensa como en ataque.

No cabe duda de que dentro del plan diseñado para minimizar concesiones al oponente se trata de un aspecto que el Athletic tiene trabajado. En general se observa aplicación y capacidad cuando se defiende en faltas y córners. La afirmación sin embargo no puede hacerse extensiva a la estrategia ofensiva, lo cual además de ser preocupante provoca perplejidad.

Siendo innecesario teorizar sobre la importancia de la ejecución del balón parado, se admitirá que adquiere un valor superior para aquellos equipos a los que les cuesta pisar área, ser profundos o dominar a partir de la posesión. El Athletic no se distingue por una generosa producción en ataque, ni por una salida limpia de su terreno, ni está diseñado para ser letal a la contra, que sería otra fórmula válida, por todo ello el repaso de determinadas estadísticas le deja en evidencia.

UNO DE CADA CIEN Por ejemplo, entre la ingente información que brinda Roger Álvarez en Adurizpedia, su exitosa cuenta de Twitter, figura que el fruto de los últimos 190 córneres de que ha dispuesto el Athletic en liga, desde agosto de 2018 hasta hoy, se reduce a dos goles. Uno en la primera jornada de la anterior edición del campeonato, a cargo de Nolaskoain, y el otro en abril con la firma de En Nesyri, ariete del Leganés. La inmensa mayoría de esos casi dos centenares de intentos, en concreto 164, fueron lanzamientos directos al área, con el beneficio citado. De los 26 sacados en corto no extrajo ganancia alguna.

Claro que unos cuantos de esos córneres se remataron y o falló la puntería o intervinieron los rivales para que no subieran al marcador. Pero dos goles en saques de esquina al cabo de 46 partidos certifican un funcionamiento deficiente. Hablamos de un gol cada cien córneres. Y la gravedad del tema aumenta si se repara en que la cifra de córneres cobrados por el Athletic en el ejercicio precedente (153) experimentó una bajada sensible, pues anteriormente lo habitual era superar los 200 por campaña. La explicación es elemental: el Athletic llega menos arriba. A menor número de situaciones de peligro generadas, menor cupo de córneres o faltas próximas al área.

Los porqués de estos datos en los córneres serán diversos y por tanto procede repartir responsabilidades, empezado por el cuerpo técnico. Yendo a los partidos, en principio semejante sequía choca con la percepción de que el Athletic reúne en sus filas gente muy contrastada en el juego aéreo, al menos así se percibe en el resto de las zonas del campo, también en el área propia. Este argumento hace que la mirada se fije en el lanzador, que no es único, aunque Beñat destaque por ser el encargado de 70 de los 164 dirigidos al área. Susaeta le sigue con 36 y luego van Ibai (25), Muniain (16) y Unai López (8). A modo de anécdota apuntar que el tanto obtenido por Nolaskoain nació en un envío del hoy ausente Susaeta, mientras que quien se la puso a En Nesyri fue Lekue, ambos a pierna cambiada, desde el lado izquierdo.

La realidad es que si la fortuna no acompaña, tampoco la pericia. Cualquier espectador asiduo atestiguaría sin incurrir en perjurio que son incontables los córneres imposibles para los rematadores, ya sea porque salen a media altura, van mal tocados, sin fuerza, o directamente son un regalo para el portero de turno. En fin, un desperdicio al que no se pone freno y continúa rebajando seriamente las opciones de gol de un equipo que no está en condiciones de alardear de pegada.