ESTÁ por ver si Marcelino García Toral, amante de las rotaciones, somete al Valencia a un nuevo lavado de cara en su visita a San Mamés en plena jornada intersemanal. También si los cambios en la alineación ché salpican incluso a la portería, pues se da por hecho que tendrán incidencia directa en la defensa, en el centro del campo y en la parcela ofensiva, donde ni siquiera Santi Mina (Vigo, 7-XII-1995) podría librarse de un amargo paso por el banquillo. El joven delantero gallego, en su año de explosión como jugador de elite, tiene serias posibilidades de descansar de inicio y de recuperar su antigua condición de revulsivo frente al Athletic. Fue así, goleando tras saltar del banquillo al césped en un buen puñado de partidos en el tramo inicial del curso, como consiguió cambiar su rol un lanzado Santi Mina, quien asoma como máximo artillero del Valencia en el presente ejercicio tras su último doblete ante la Real Sociedad. El atacante valencianista, que suma catorce dianas en total en lo que va de temporada, once de ellas en el campeonato de la regularidad, ha respondido con goles a una feroz exigencia hacia su persona.

Silbado al salir desde el banco en el primer envite liguero del curso contra la Unión Deportiva Las Palmas, el vigués tiró de arrojo y personalidad para sobreponerse a las dificultades y ganar terreno dentro de una plantilla en la que figuraba con cartel de suplente. Simone Zaza y Rodrigo Moreno, llamados a encabezar la delantera, partían con una notable ventaja respecto a Mina, que a sus 22 años ha sabido dar la vuelta a su situación para asomar a día de hoy como la principal baza ofensiva de un equipo al que se unió Luciano Vietto en enero.

Los números hablan por él, toda vez que el gallego, que lidera la tabla de efectividad de cara a gol en la liga con un 42,3% de acierto en sus remates, solo necesita una media de 107 minutos para ver portería. Su influencia en el ataque valencianista, por tanto, está fuera de toda duda en su tercera campaña como jugador ché, en la que tampoco ha pasado desapercibida su manera de celebrar los goles. La coreografía del 22 del Valencia, tomada prestada de LeBron James, estrella de los Cleveland Cavaliers en la NBA, ha traspasado fronteras. Santi Mina, no en vano, repite ritual en cada gol que marca, aplastando las críticas recibidas en el pasado elevando ambas rodillas, dándose una doble palmada en el pecho y haciendo el saludo militar. El alero de Akron mostró al mundo dicha celebración por primera vez tras anotar una canasta decisiva en la época en la que más cuestionado se encontraba en Miami.

Al igual que Mina, también Usain Bolt la hizo suya con la intención de silenciar a sus críticos después de ganar la medalla de oro en un Mundial. El delantero del Valencia, que se identifica con las señas de identidad de LeBron James, quien ha superado todos los obstáculos hallados en el camino hasta convertirse en un monstruo deportivo al calor de su inapelable carácter ganador, se presenta así en pleno despegue futbolístico y personal con el conjunto valencianista como testigo directo.

VUELTA A SAN MAMÉS Esta tarde, en La Catedral, el atacante gallego intentará batir al Athletic tras no conseguirlo en el partido que albergó Mestalla en la primera vuelta. Mina, suplente, salió al campo en el minuto 73 con 3-1. Raúl García recortó distancias, pero no evitó la derrota por 3-2 de los leones, que ya padecieron los efectos del instinto goleador del vigués en el primer partido oficial disputado en San Mamés. Corría el 16 de septiembre de 2013 y Mina, entonces en el Celta, hizo el segundo gol celeste en un choque en el que también salió desde el banquillo, un lugar que aspira a abandonar definitivamente, pero al que podría regresar hoy por las rotaciones de Marcelino.