LA Real Sociedad ha dado con el inquilino ideal para su banquillo. Así lo creen al menos en Donostia, donde Eusebio Sacristán (La Seca, Valladolid, 1964) luce músculo en su segunda temporada al frente de un equipo en el que ha dado con la tecla. El conjunto txuri-urdin, no en vano, vence y convence a sus aficionados a base de buenas y atractivas actuaciones, con algunos tropiezos de por medio que no lastiman la ilusión de una hinchada que observa con alegría y satisfacción cómo los donostiarras ocupan la quinta posición en la clasificación a un punto del Atlético, cuarto en la tabla. En séptimo lugar asoma el Athletic, que visitará el domingo Anoeta con el objetivo de cantar bingo en un derbi en el que la Real no se separará del plan diseñado por el técnico vallisoletano, que selló el pasado 20 de febrero su renovación hasta el 30 de junio de 2019.
La noticia, celebrada en el entorno txuri-urdin, ha servido además para aliviar los temores relacionados con el posible interés del Barça en Eusebio, cuya labor en Donostia no pasa desapercibida en los despachos del club catalán. El fútbol de toque y asociación, con el balón como protagonista y la ambición por bandera está de moda en un campeonato en el que equipos Sevilla, Villarreal, Celta o Las Palmas comparten ideario con el técnico de la Real, antiguo miembro del dream team del Barcelona, donde se valió de un delicado manejo de la pelota para hacer carrera vestido de corto. Lo hizo hasta el punto de ser el jugador del Barça que provocó la falta que transformaría Ronald Koeman para dar al conjunto culé su primera Liga de Campeones. Tras colgar las botas, Eusebio se convenció de que traspasar su buen gusto por el balón a sus equipos iba a ser el eje sobre el cual giraría su propuesta como entrenador.
En la última etapa de Frank Rjkaard como técnico del Barça, el ahora timonel de la nave txuri-urdin acumuló experiencias como segundo entrenador, llevando a cabo un proceso de aprendizaje que tiene influencia directa en el presente, toda vez que el modelo de Eusebio se acerca mucho al del Barcelona, donde dirigió al filial obteniendo buenos resultados en cómputos generales tras su estreno como técnico en el Celta. Fue en Vigo, entre 2009 y 2010, donde el de La Seca, que ascendió al primer equipo celeste a jugadores como Iago Aspas y Hugo Mallo, dio sus primeros pasos a los mandos de un equipo en el que intentó plasmar sobre el césped las mismas ideas que defiende hoy en día en la Real, equipo en el que opera desde noviembre de 2015.
Tras un primer curso de adaptación al medio, en el que el cuadro donostiarra no terminó de encontrar el punto a la idea de Eusebio, el presente dibuja una Real consistente, alegre en su juego y sin temor a entrar en el cuerpo a cuerpo contra cualquier rival. “Mi equipo confía en el tipo de juego que estamos proponiendo”, llegó a afirmar el técnico el 29 de septiembre del pasado año, con la temporada recién iniciada. Seis meses después, la aceptación es máxima en Anoeta por parte de jugadores y aficionados, que celebran la apuesta del club por un entrenador sin miedo al riesgo, como lo corroboran los debuts en la élite de jóvenes valores como Oyarzabal, Odriozola o Bautista, a quien Eusebio, debido a las bajas de Willian José y Juanmi, otorgó su primera titularidad el pasado viernes frente el Betis en el Benito Villamarín. El aún imberbe ariete inauguró el marcador logrando así su segundo gol en Primera en la antesala del esperado y siempre especial encuentro ante el Athletic.
Primer derbi en Anoeta Cabe recordar que Eusebio, que se enfrentará a Valverde por tercera vez como entrenador de la Real, con una victoria y una derrota ante el Athletic en su haber, dirigirá este domingo su primer derbi en Anoeta y que fue reclutado en su etapa como jugador por el Barcelona el mismo año que el entrenador rojiblanco, en 1988. 29 años después, el fútbol continúa marcando la vida de uno y otro, destinados a volver a verse las caras en Anoeta, donde celebran el triunfo de una alegre y valiente propuesta.