El Leganés ha tirado de ingenio en su comparecencia en la máxima categoría por primera vez en su historia. Los carteles de las previas de sus partidos en Butarque ofrecen mucha imaginación y al que se le ocurrió el que anunciaba el partido de ayer acertó de pleno. Se merece ser candidato al Oscar de esta especialidad. Lo cierto es que el Athletic se tomó la chanza, a la que dio bola en su cuenta de Twitter, al pie de la letra, porque el conjunto rojiblanco sí jugó esa patxanga a la que le retaba en clave humorística el club pepinero, que, por el contrario, fue mucho más creíble y lamentó la oportunidad desperdiciada de batir a los leones en la primera ocasión que en que se enfrentaban en partido oficial.
El colectivo de Ernesto Valverde no hizo más que acentuar los males que asoma cuando comparece lejos de su refugio de San Mamés. La actuación de ayer fue casi un calco de otras anteriores como visitante y que lastra sus aspiraciones de alcanzar la zona noble, por lo que la barrera de los 30 puntos que se marca el propio técnico en esta primera vuelta la aplaza para el encuentro del próximo domingo en San Mamés ante el Atlético de Madrid, que precisamente no es el mejor rival para ser optimista, sino todo lo contrario si se recurre a los duelos entre ambos desde la histórica final de Bucarest, incluida esta. Para más inri, el Athletic pierde por sanción ante los colchoneros, salvo que los comités lo arreglen, a Aduriz y Beñat por sanción, que encarnan los daños colaterales de la patxanga de ayer.
Valverde pedía una reacción tras el K.O. de la Copa frente al Barça. Se trata, dejó caer, de un mal que por bien no venga, ya que ofrece, según el propio entrenador, un respiro a los leones, tan agobiados por un calendario que parece hecho a posta en contra de los intereses del Athletic, víctima de los caprichos de los operadores televisivos, tiránicos a la hora de programar avalados en que son ellos los que tiran de chequera y que obliga a los clubes a obedecer sin rechistar. El conjunto rojiblanco dispuso de muy pocas horas para preparar el duelo en Butarque, como también les sucedió a los azulgranas en su caso frente al Las Palmas, con la diferencia de que estos, lejos de acusarlo, golearon en el Camp Nou al cuadro canario.
El Txingurri, al igual que hiciera Luis Enrique en los culés, reseteó el once, con varias novedades respecto al que compareció en el fatídico encuentro de Copa. Lekue regresó después de tres semanas en el dique seco, aunque su estreno en este 2017 ofreció malas sensaciones, mientras que Iturraspe, Raúl García, bajas por sanción el pasado miércoles, y Muniain, ausente por decisión técnica, tampoco aportaron ese aire fresco que esperaba Valverde, que sí recurrió de inicio a Aduriz, si bien el donostiarra no presumió de frescura y da sensaciones de cierta fatiga, lo que supone un déficit.
Dañina bipolaridad
El Athletic tiene un mal este curso. Sufre un trastorno disociativo de la identidad, o lo que es más llano, ofrece dos personalidades evidentemente opuestas. Cuando hace las maletas le entra una especie de pánico que le empequeñece, ya sea fruto del cansancio de ciertos jugadores por acumulación de partidos o por las fórmulas tácticas del entrenador que no dan el resultado esperado. Los números hablan por sí solos. El conjunto rojiblanco no sabe lo que es vencer como visitante en liga desde que lo hiciera en la ya lejana quinta jornada en Los Cármenes (1-2) y, desde entonces, solo ha sido capaz de firmar dos empates, ambos con el 0-0 inicial, frente a cuatro derrotas encajadas, lo que retrata su fragilidad como foráneo, un defecto que debe corregir de cara ya a la segunda vuelta, aunque su primer desplazamiento tras el ecuador se las trae, con el regreso al Camp Nou.
Lo cierto es que el colectivo de Valverde no dio la talla en un Burtarque que congregó a un buen número de seguidores rojiblancos, un tanto atónitos por la patxanga que les brindó un Athletic que no ha visto puerta en las dos últimas citas de liga.