Ridículo en Italia (3-0)
El Athletic endulza el estreno continental del discreto Sassuolo con una actuación lamentable, intrascendente en la creación y haciendo concesiones que le cuestan tres goles.ENCUESTA: ¿Qué te ha enfadado más de la derrota del Athletic ante el Sassuolo?
SASSUOLO: Consigli, Lirola, Cannavaro, Acerbi, Letschert, Magnanelli, Biondini, Mazzitelli (Min. 74, Duncan), Politano, Defrel (Min. 83, Matri) y Ricci (Min. 54, Ragusa).
ATHLETIC: Herrerín, De Marcos, Yeray, Laporte, Balenziaga (Min. 77, Lekue), San José, Beñat, Williams (Min. 54, Susaeta), Raúl García, Muniain (Min. 54, Aduriz) y Sabin Merino.
Goles: 1-0: Min 59; Lirola. 2-0: Min. 75; Defrel. 3-0: Min. 82; Politano.
Árbitro: Pawel Raczkowski (Polonia). Amonestó a los locales Acerbi y Mazzitelli; y a Raúl García por parte del Athletic.
Incidencias: Partido correspondiente a la primera jornada del grupo F de la Europa League disputado en el Mapei Stadium ante cerca de 5.000 espectadores, entre los que se encontraban algo más de 300 seguidores rojiblancos.
Las advertencias realizadas en la misma mañana del sorteo y reiteradas en la previa por Valverde no fueron muy atinadas, que se diga. En efecto el Athletic cayó, con estrépito además, pero no fue la consecuencia directa de que el Sassuolo exhibiese las virtudes que le atribuyó, en absoluto. La contundente derrota obedeció básicamente al penoso rendimiento de sus jugadores. Incapaces de gestionar el partido mientras duró el empate inicial, cuando era evidente que enfrente lo único que había era un enemigo asequible, y totalmente desbordados en una segunda parte donde al déficit de juego agregaron una serie de errores fatales en terreno propio que pagaron con tres goles, que no fueron cuatro gracias al acierto de Herrerín. El cuadro italiano ni se lo creía, pero cuando en estos niveles competitivos enfrente se empeñan en ofrecer un fiasco de semejantes dimensiones, la goleada es una posibilidad al alcance de cualquier equipo, incluso de uno que se presenta a la cita con una formación de circunstancias.
El bochorno que provocó la actuación del Athletic se ha de analizar desde las pizarras. Valverde apenas tocó su once, al margen del ya habitual relevo en la portería dio entrada a Yeray, dejando fuera de la lista definitiva a Etxeita, y a Sabin en la demarcación de Aduriz. En la alineación escogida por Di Francesco solo figuraban cuatro de los titulares que perdieron el fin de semana con la Juventus, dejó al resto en el banquillo y dio carrete a varios hombres que ni siquiera tenían minutos en la competición doméstica. Una de dos: o Di Francesco tenía una fe ciega en la valía de su fondo de armario o no estimaba que mereciese la pena gastar más balas en un choque donde el cartel de favorito recaía sin discusión en el Athletic. Sea como fuere, el Sassuolo se mostró como un colectivo muy justito, de entrada asumió su rol, se dejó dominar, cedió la iniciativa, ni amagó en ataque, pero tras asistir al ejercicio de intrascendencia de los rojiblancos se debió convencer de que la tarde podía ser propicia. Cuanto hizo a la vuelta del descanso fue seguir igual, no se descompuso, acaso porque tampoco le dieron motivos, y luego se limitó a exprimir las concesiones. Con eso le bastó para debutar con un éxito rotundo en Europa.
En realidad, el desenlace del partido se resume en que Athletic tuvo la gentileza de endulzar el estreno de los italianos con un comportamiento en la línea de lo visto ante Sporting o Deportivo. Da lo mismo que el contrario muerda o deje hacer, que fue esta última la postura adoptada de inicio por el Sassuolo, si la propuesta propia es deficitaria en tensión, decisión, ritmo, movilidad, concentración y atrevimiento. El grado de pobreza del fútbol desplegado resultó descorazonador, el equipo se desenvolvió durante 45 minutos como si diese por bueno el 0-0. Quizá aguardaba a que saltase Aduriz para resolver, quizá. Un par de remates a balón parado y un disparo rabioso de Beñat fueron las únicas señales de vida en medio de un ir y venir tedioso, sin gracia, con decenas de pases reiterativos antes de atravesar la línea divisoria que se transformaban en entregas y controles defectuosos en cuanto se avanzaba a zonas de cierto compromiso.
la debacle La decepción del primer acto se masticaba mirando al marcador y se tornó en expectativa de mejora con la incorporación de Aduriz y Susaeta. Lo cierto es que Valverde tenía dónde elegir para efectuar los cambios: salvo Beñat sobraban todos, incluidos Williams y Muniain. Seguramente por ello, porque casi nadie estaba a la altura de lo que se espera, es más fácil explicar cuanto sucedió a continuación. Todo lo que estaba mal fue a peor. De repente, el lateral Lirola se marchó de Sabin, Beñat no le siguió y Laporte, blandísimo, permitió que el chavalín de 19 años le eliminase con un quiebro para plantarse en el área y cruzar salvando la estirada de Herrerín. Se cumplía la hora y el partido se avivó, por un instante dio la sensación de que el Athletic despertaba, metió varios centros en el área de Consigli, pero también el Sassuolo empezó a estirarse, animado por la ventaja que duplicaría a raíz de una disputa aérea perdida por Laporte que San José acabó por envenenar con una cesión infame para que Defrel fusilase a Herrerín, vendido.
Sentó como un tiro la desgraciada jugada, el Athletic no inquietó a Consigli en los veinte minutos finales y se expuso seriamente a la goleada. Los italianos crecían a costa de un Athletic deprimido. Entre Defrel y Politano retrataron a la zaga elevando el tercero y Di Francesco se puso cachondo al recurrir al ariete Matri. El Sassuolo estaba de fiesta y el recién ingresado sirvió en bandeja a Ragusa el cuarto, abortado por la veloz salida de Herrerín. Llevaban un rato largo los rojiblancos deambulando, superados por la euforia y el dinamismo de unos rivales que se habían tirado casi una hora asumiendo una inferioridad que ciertamente no les correspondía, al menos en el día de ayer.
Qué duda cabe que el resultado mediatiza la respuesta de los jugadores y por supuesto la valoración de su quehacer, pero de nuevo quedó flotando la impresión de que hay gente sin tono para competir y desde luego no se trata de un asunto estrictamente físico. Salir perdedor de las disputas o llegar tarde al sitio es una cosa, mostrarse inoperante con la pelota es otra, irán ligadas o se opinará lo contrario, pero en definitiva es incuestionable que hay hombres con unas cuotas de participación en lo que va de temporada que son difíciles de entender y de justificar.