Hoffenheim - En una de las muchas charlas futboleras del verano, en algún camping a las afueras de Niza mientras la ciudad está tomada por hinchas irlandeses que siguen con un entusiasmo contagioso a su selección, un grupo de alemanes que sueña con el doblete (Mundial y Eurocopa) de la Mannschaft lamenta aún, varias semanas después de que se haya consumado, el descenso de su equipo, un histórico de la Bundesliga: el Stuttgart. Un conjunto que hace solo nueve años ganó el título de liga pero que esta temporada competirá en Segunda División tras una desastrosa última campaña. No resulta complicado entender los sentimientos del grupo de jóvenes por su equipo, algo así como lo que se vive en Bilbao con el Athletic. Los cuatro, casi al unísono, lamentan la deriva del fútbol moderno, la aparición del RB Leipzig, conjunto propiedad de Red Bull que se estrenará este curso en la Bundesliga, o el Hoffenheim. Sí, también la irrupción del rival hoy de los rojiblancos.

El RB Leipzig, un equipo construido a base de talonario por el dueño de Red Bull, se ha encontrado con el rechazo de un sinfín de rivales. Un club odiado por gran parte de Alemania, algo similar a lo que le ocurre al Hoffenheim, que no despierta demasiadas simpatías a lo largo del país, como se empeñaron en aclarar aquellos sufridores hinchas germanos. En 2007, mientras Stuttgart brindaba por los éxitos del club de la ciudad, a menos de 100 kilómetros al norte, el Hoffenheim celebraba su ascenso a Segunda alemana. Su paso fue efímero, tanto que subió a las primeras de cambio.

Así, el equipo de barrio, con una población de poco más de 3.000 habitantes, los que tiene el distrito de Hoffenheim, situado en la localidad de Sinsheim, se estrenó en 2008 en la Bundesliga. En sus filas, futbolistas de la talla de Luiz Gustavo, Demba Ba o Vedad Ibisevic; héroes del ascenso que acudieron en su juventud al reclamo de Dietmar Hopp, quien fuera jugador del Hoffenheim décadas atrás y que invirtió buena parte de su imperio para que el club que deambulaba por las categorías más bajas del fútbol alemán a finales de los 90, compita ahora codo con codo con el Bayern o el Dortmund. Su ambición pasa por estrenarse en Europa. Sin grandes estrellas en su plantilla, el conjunto germano puede presumir de tener al entrenador más joven de la Bundesliga: Julian Nagelsmann, de 29 años.