Nico Stefano, se apagó la sonrisa del jefe de máquinas
TRAS 80 PARTIDOS COMO LEÓN, Nico stefano hizo fortuna en los banquillos juveniles del athletic, donde dejó huella
SE apagó la sonrisa del jefe de máquinas, ese gesto afable que acompañó a Nicolás Estéfano, Nico o Bara - también ése fue su apelativo en recuerdo de su cuna, Barakaldo...- bajo las luces de neón que alumbran este deporte. Las reseñas necrológicas, siempre escritas con la tinta negra de los telegramas que traen malas noticias, adornarán la muerte que le alcanzó a la edad de los 69 años (el funeral se celebrará el lunes, a las 19.30 horas en la iglesia de San Jorge, Santurtzi...) con el mármol de la fría estadística: Nico Estéfano jugó ochenta partidos en ocho temporadas y marcó veinte goles. Cifras de hielo.
¿Por qué recordarle como un jefe de máquinas?, se preguntarán las voces menos avisadas. Un 17 de abril de 1966 se convirtió, a las órdenes de Piru Gainza, en el jugador número 342 que debutaba con el primer equipo del Athletic. Era un partido de Copa contra el Condal en San Mamés y aquella chispa le marcó para el resto de su vida. No en vano, su condición física no abarcó todo el fútbol que cabía en su cabeza, al decir de los cronistas de la época, que elogiaban su juego exquisito (“casi de ballet” llegó a escribirse...) y condenaban su capacidad física. Ocho años después salía del Athletic para ir al Sabadell y colgar sus botas en el 76, allá en Sestao, la tierra del River.
Tres años más tarde, Nico llegaba a su tierra prometida: los banquillos del Athletic juvenil, la sagrada cantera del Athletic. Su huella en esos banquillos aún se recuerda. No por nada, con el Athletic juvenil logró una Copa del Rey y tres subcampeonatos, incluido aquel de infausto recuerdo de 1981, cuando aquel disparo de Michel en el Vicente Calderón perforó la red de manera literal, es decir, por un lateral de la portería. El título volado aún se recuerda . Por sus manos sabias y su ojo de halcón para dar caza al talento (Julen Guerrero comenzó a su lado...) pasaron 55 futbolistas para el primer equipo. La cantera le corría a borbotones por las venas, hasta el punto de que en el curso 94-95 trabajó como ojeador en Bizkaia. En fechas recientes había sido nombrado entrenador del equipo de veteranos. Del trabajo con el futuro a las labores con el pasado.
el desagravio de belgrado En el deambular del Athletic por la vieja Copa de Ferias, cuando Nico aún era león, hay una fecha negra. La tarde triste de Belgrado, la bautizaron después de que el Athletic cayese por 5-0 en el partido de ida frente al Estrella Roja de Belgrado. A la vuelta en San Mamés, Piru Gainza pidió a los suyos devolver la lección y fue Estéfano quien le hizo caso: marcó los dos goles del consuelo que a la postre fueron insuficientes. Más renta extrajo de otros dos con los que el Athletic remontó un 2-0 en La Rosaleda malagueña. Tras aquel 2-2 definitivo el diestro Antonio Ordóñez, rojiblanco confeso, invitó a comer a toda la plantilla y elogió su figura. Hoy Nico Estéfano ya juega en ligas mayores.