lLUVIA, viento y barro en grandes dosis. Fútbol de contacto, un partido de taco largo, de la vieja escuela. Más propio de la vieja Catedral que de la nueva. Lo saben los más veteranos, nostálgicos del balompié de antaño, el del juego directo, las disputas aéreas y el balón parado. Fútbol del norte. Todos esos ingredientes se mezclaron anoche en Bilbao, donde Athletic y Valencia midieron sus fuerzas sobre un terreno de juego impracticable, más propio de un espectáculo televisivo que del fútbol de élite tan cuidado de hoy en día. Una batalla en el barro, un encuentro de fricción y de músculo. De los que no hacen aficionados, pero de los que se viven con los nervios a flor de piel.
El partido, más allá de su importancia, enorme por todo lo que había en juego, exigió un punto de competitividad extra desde el primer minuto de juego. El Athletic interpretó a las mil maravillas, espoleado desde el inicio por un soberbio Raúl García, presto siempre para el combate, y que se encontró en su salsa. El navarro no rehuyó ninguna disputa en el centro del campo, la zona más castigada por la lluvia, donde saltó, se fajó y fue al suelo todas las veces que hizo falta, que no fueron pocas.
El conjunto rojiblanco entró mejor al partido, fiel a su estilo, con mucha garra e intensidad en los primeros compases. Aún cuando el terreno de juego permitía rasear el balón, el Athletic explotó la banda derecha, donde Markel Susaeta y Óscar de Marcos llevaron el mayor peligro. Beñat Etxebarria fue un camaleón. Fino con el esférico en los pies mientras pudo, se convirtió en un aguerrido centrocampista cuando el choque se puso feo. Se vistió el mono de trabajo y contagió a un Ander Iturraspe que fue a más con el paso de los minutos. Aún cuando el lodazal permitía que el balón rodase con más o menos facilidad, antes de que se convirtiese en un terreno impracticable, Beñat se inventó un sensacional lanzamiento de falta que Raúl García cabeceó al fondo de las mallas el único tanto de la noche. El gol pedía a gritos la senda del balón parado y así llegó.
máxima igualdad El choque se igualó tras el tanto rojiblanco. El Valencia, que aguardaba replegado buscando el contraataque, dio un paso al frente tras encadenar un par de buenas acciones con Negredo, Piatti y Rodrigo como protagonistas. El delantero madrileño fue un dolor de muelas para la zaga bilbaina, ganando casi todas las disputas aéreas. Para entonces, el partido se olvidó del centro del campo y los balones en largo fueron la tónica habitual.
Se igualaron las fuerzas. Las diferencias futbolísticas entre uno y otro equipo, mayúsculas a día de hoy, se diluyeron sobre el pesado césped. Con todo, el Athletic llevó siempre, o al menos lo intentó, el peso del partido. Dispuso de las ocasiones más claras y solo un milagro evitó que Aduriz superara en dos ocasiones al meta Ryan, que tuvo un par de buenas intervenciones a lo largo de la noche para evitar que la eliminatoria se decantara de manera clara hacia el lado rojiblanco.
Vistos los derroteros por los que fluyó el encuentro en la segunda mitad, con el centro del campo convertido ya en una piscina, Ernesto Valverde entendió que debía meter más músculo en el campo. Se olvidó de las bandas y metió gente en el centro del campo. Gorka Elustondo y Mikel Rico fueron los elegidos para reforzar la medular y, aunque los leones no pudieron ampliar la renta, no encajaron ningún gol, lo que debe entenderse como una muy buena noticia.
Pero ahora toca aparcar la Europa League hasta el próximo jueves. La liga no se detiene y el domingo el Athletic recibirá al Betis en un encuentro en el que ambos equipos estarán pendientes del estado del terreno de juego. No han dado lluvia más que a primera hora de hoy, lo que el maltrecho césped agradecerá. Lo demás, será encomendarse al trabajo de los jardineros tras la batalla sobre el barro de anoche.