lLEGAR a Eibar y defender la tesis de que hay sueños imposibles de alcanzar, inaccesibles, puede entenderse como un auténtico y despiadado sacrilegio a ojos de una ciudad que vive al amparo de la fe. Creer es una obligación y desconfiar, resignarse a lo que establece la no siempre acertada lógica, un ejercicio destinado a destruir la ambición que porta el alma. El fútbol ha actuado como autopista hacia dicha filosofía de vida en Eibar, donde caminan con paso firme un equipo y una afición con la unión por bandera.
“Esto es un sueño hecho realidad para muchos y lo estamos viviendo con mucha pasión; en Ipurua todo puede pasar”, subraya, a modo de recordatorio, Yeray, miembro de la peña Eskozia La Brava, siempre al lado de un equipo que hizo historia el pasado 25 de mayo para convertirse en leyenda. Aquel día, inolvidable para una ciudad entregada a su equipo, los guerreros de Gaizka Garitano certificaron el ascenso a la máxima categoría del fútbol estatal con el presupuesto más bajo de toda la Segunda División.
“¡Es un milagro!”, exclamaron muchos. “La fe y el trabajo han tenido recompensa”, pensaron otros, los más cercanos a un grupo de futbolistas que “jugaron al fútbol como no se recordaba por aquí”, según relata Asier, compañero de lloros y sonrisas de Yeray, más joven. Y es que Asier, asiduo a Ipurua desde que era un chaval y socio del Eibar desde 2002, asoma como un veterano con aires de juvenil. La élite rejuvenece. “En los últimos años se ha acertado mucho con los fichajes y esta temporada parece que también va a ser así; es una gozada ir al campo y ver partidos de Primera por lo que significa enfrentarte con los mejores equipos”, reflexiona.
En su interior, no obstante, brota un sentimiento ligado al pasado, al interminable camino recorrido hasta alcanzar una cima cuya cumbre pareció inalcanzable durante tantas y tantas décadas. Lo explica así, emocionado: “Personalmente, a pesar de lo mucho que significa para todos lo que estamos viviendo, existe dentro de mí un fuerte sentimiento por lo que suponía seguir al equipo allá donde ha jugado en Segunda y Segunda B. Eran competiciones de menor rango, pero a la vez más cercanas, más reales. Nada que ver con el show o el envoltorio que acompaña a esta Liga de las estrellas”.
El motivo de la reflexión es tan real como palpable. Basta con acercarse hasta Eibar para entender que se trata de una ciudad pura, abrazada a un equipo puro y con una afición sumamente alejada de la contaminación que genera el éxito mal asimilado. Los milagros existen, pero solo si de verdad se cree en ellos y se trabaja a conciencia para soñar despiertos. Es lo que ha hecho el Eibar, impulsado por la capacidad de mando de Gaizka Garitano, un técnico de campanillas con el reconocimiento público aún pendiente, y por una tangible inferioridad convertida en intangible tesoro.
Una vez consumado el ascenso a Primera División en la temporada del feliz regreso a la categoría de plata, tras cuatro laboriosas campañas en Segunda B, el club armero se enfrentó a la necesidad de completar una ampliación de capital para no perder en los despachos lo conseguido en los terrenos de juego. Le exigieron recaudar 1,7 millones de euros para ampliar su capital social hasta los 2,14 millones de euros. Y lo consiguió. El campeón de Segunda lograba así su billete para la elite.
furor social “El ascenso ha significado muchísimo para la ciudad. Los días en los que hay partido aquí se multiplican los ingresos y esa es una gran noticia para todos”, destaca Loli, camarera en el Bar Ipurua, situado en los aledaños del campo. Allí, antes de cada partido, se concentran numerosos eibartarras. Muchos con camiseta y, algunos, sin ella, pues la demanda ha llegado hasta tal punto que las existencias figuran agotadas en la tienda oficial del club desde hace meses.
“Estamos sin camisetas correspondientes a la primera equipación desde hace mucho tiempo y con una lista de espera que supera las 1.450 unidades. En unos quince días, al ser una tienda oficial, esperamos recibir todas, porque nos llegan solicitudes desde Valencia, Menorca, Burgos, Catalunya y otros muchos lugares a las que resulta complicado hacer frente; el Eibar engancha ahora mismo hasta tal punto que incluso un suizo y un sueco nos han pedido una camiseta a través del correo electrónico”, se congratula Nerea, dependienta en la tienda situada en las proximidades de la inmaculada plaza Unzaga.
Euan, escocés, también ha avivado su interés por el Eibar a través de la peña Eskozia La Brava. “Me hablaron muy bien del equipo y de la ciudad unos amigos que vinieron a Eibar de viaje y aquí estoy”, afirmaba el joven hincha, camiseta y bufanda encima, minutos antes del envite del miércoles ante el Villarreal.
El encuentro, que dio comienzo a las 20.00 horas en Ipurua, sirvió para ver reflejada, una vez más, la renovada pasión que brota en Eibar, donde se trasladaron periodistas del canal público alemán (ZDF) para realizar un amplio reportaje sobre el fenómeno Eibar.
un equipo admirado El éxito alcanzado ha hecho que no solo en Gipuzkoa, sino también en muchos otros lugares comience a seguirse con atención los resultados del Eibar. “El ambiente aquí es fabuloso, la gente es muy afable y para nosotros se ha convertido en algo parecido a un equipo hermano; les respetamos y admiramos mucho por lo que están haciendo”, afirmaba, minutos antes de acceder a Ipurua, Josep María, socio del Villarreal desplazado hasta Eibar. Allí, al abrigo de una ciudad que cuenta con 27.507 habitantes para presumir de ser, con orgullo, la más pequeña de entre las veinte que lucen en Primera, camina con paso firme un equipo humilde y batallador a partes iguales.
Pero no solo de la garra y de la ilusión vive este Eibar, que tras cinco jornadas suma siete puntos, los mismos que atesoran entre Athletic y Real Sociedad. “El equipo, además de mucha ilusión, tiene calidad y sabe muy bien a lo que juega. Tenemos ganas de ir a San Mamés a apoyar al equipo, porque sabemos que va a competir como lo ha hecho en todos los partidos anteriores”, resalta Alain, otro aficionado orgulloso de portar el escudo del Eibar en el corazón.
Son las constantes vitales que reinan en la ciudad armera, donde cabalga un equipo que ha dado forma a un auténtico milagro en forma de sueño cumplido. Que dure.