Bilbao. El asunto del nuevo contrato que tienen que tratar el Athletic e Iker Muniain se mira con cierta prevención en el entorno del club. Recientemente se ha conocido a través de Josu Urrutia que se abordará cuando concluya el calendario de competición porque así lo ha solicitado expresamente el jugador. El anuncio del presidente puede ser tomado como un argumento que alimenta la teoría de que la negociación pendiente será complicada y que, incluso, desembocará en divorcio. Estas suposiciones nacen del clima de desconfianza provocado por experiencias recientes habidas con otros futbolistas, quienes a pesar de manifestar pública y reiteradamente su identificación con el escudo que les permitió labrarse la carrera profesional, finalmente prefirieron no aceptar las condiciones para seguir y cambiaron de aires. Según contó Urrutia, también Muniain asegura sentirse muy a gusto en el Athletic y muy agradecido.

La psicosis generada por el proceder de Llorente y Amorebieta durante la temporada anterior permanece latente y va a costar quitársela de encima. La salida de Javi Martínez se gestó en términos muy diferentes: no mantuvo un tira y afloja con Ibaigane, tenía contrato en vigor y se limitó a aceptar la oferta de un equipo que pagó íntegra su cláusula. No obstante, como en el tiempo coincidió con los desagradables culebrones que protagonizaron los otros dos, reforzó la sensación de fragilidad, de descomposición, de crisis, que ahora se reactiva. De momento, el consensuado aplazamiento de las conversaciones se utiliza para cuestionar a Muniain y a Urrutia. Se interpreta como una maniobra dilatoria del primero, algo así como la antesala del desacuerdo, y de paso, como un error del segundo, cuya posición se habría debilitado de cara al encuentro previsto para el mes de mayo.

Bueno, la descrita es una forma de verlo y si a la postre se confirmase la hipótesis de la no renovación se esgrimirá para castigar a los implicados. No faltará quien se apunte el tanto recordando que ya lo advirtió. Hay otro punto de vista que partiría del respeto a la postura de Muniain, sencillamente porque está en su derecho y no se le puede prejuzgar por comportamientos previos ajenos a su persona. Por otra parte, si el fin que se persigue es que el jugador prolongue su vínculo, el O.K. de Urrutia para sentarse al final de la temporada es un gesto de buena voluntad que transmite a su interlocutor y por ello no es reprochable tácticamente, máxime si se estima que, a un año vista del fin del contrato actual, siguen estando en plazo para hablar.

Ocurra lo que ocurra, tampoco estaría de más extraer las lecciones oportunas de cuanto se ha vivido en el club desde los convulsos episodios que afloraron en el verano de 2012 hasta nuestros días. La fuga de elementos considerados básicos en la plantilla tuvo un tremendo impacto a todos los niveles (social, institucional, mediático, económico,?) y una innegable consecuencia en el plano deportivo, plasmada en una campaña muy pobre que arruinó las ilusiones despertadas el año anterior. Fue un batacazo monumental para el club, que pasaron de sacar pecho en Europa a difuminarse en la intrascendencia. De enamorar a estar en la picota. El coste que se abonó fue importante, entre otras derivaciones hay que citar el adiós de Marcelo Bielsa, quien también se vio arrastrado por la marejada.

GIRO RADICAL

Hoy parece que todo aquello tuvo lugar hace mucho tiempo. Viendo cómo funciona el equipo puede afirmarse que el sol vuelve a lucir, la gente ha recobrado el ánimo, goza con el juego y los resultados, aspira a objetivos sugerentes. Todo gracias a las medidas adoptadas. El cambio de técnico, la segunda oportunidad concedida a Ernesto Valverde o la política de adquisiciones, han sido un acierto. Los agoreros enmudecen gracias a la gestión de la directiva y la implicación de los actores, los que visten de corto. Es momento de relativizar determinados conceptos o creencias muy extendidas. Así, la revalorización del equipo tras la resta de piezas que se antojaban vitales en la estructura, fundamentales para que el grupo adquiriese vuelo, insustituibles por su calidad individual, es una realidad palpable.

Se demuestra que bajo una dirección técnica adecuada, con directrices que potencian las cualidades de los futbolistas, es viable regenerar el ambiente y formar un conjunto competitivo. Una certeza conectada al peso de la plantilla, donde sigue figurando el grueso del bloque que dirigió Bielsa. Quizás los ausentes eran grandes futbolistas, pero está claro que sí los son quienes permanecen: Andoni Iraola, Carlos Gurpegi, Aymeric Laporte, Ander Iturraspe, Markel Susaeta,? y Muniain, un futbolista distinto, que caló en las preferencias de la afición por sus características y por su extraordinaria precocidad.

El Athletic quiere a Muniain, le vendría bien que estuviese bajo su disciplina más allá de junio de 2015, pero como una pieza más que contribuye a formar un equipo interesante y con proyección. Seguro que Josu Urrutia ya ha hecho su tasación, después de cinco años posee múltiples indicativos para no errar y lo que pase de aquí a mayo no la va a modificar. La opinión que Muniain tiene de sí mismo le pertenece y es una incógnita, pero también él tiene mucha información y un asesoramiento profesional para decantarse o no por seguir vestido de rojiblanco. En cualquier caso, es testigo de que la institución se mueve en un plano superior al de los individuos que acoge en su seno, por muy importantes que estos se sientan.