El Athletic rompe todos sus gafes y desactivó al Getafe con un gol de Laporte
El Athletic se aplicó a fondo en la contención, desactivó al Getafe e hizo bueno el madrugador gol de Aymeric Laporte Gorka Iraizoz, lesionado, puso la guinda al parar un penalti al filo del descanso
GETAFE: Moyá, Valera, Lisandro, Rafa, Roberto Lago, Borja (Min. 70, Lafita), Sarabia, Mosquera, Pedro León, Diego Castro (Min. 59, Ciprian) y Colunga (Min. 86, Gavilán).
ATHLETIC: Iraizoz (Min. 46, Herrerín), Iraola, Gurpegi, Laporte, Balenziaga, Iturraspe, Mikel Rico, Herrera (Min. 88, San José), De Marcos, Susaeta (Min. 71, Beñat) y Aduriz.
Goles: 0-1: Min. 8; Laporte.
Árbitro: Gil Manzano (Comité extremeño). Por parte del Athletic amonestó a Gurpegi (Min. 44), Rico (Min. 48), Valverde (Min. 62) y Herrera (Min. 77). No sacó ninguna tarjeta a los jugadores del Getafe.
Incidencias: Alrededor de 6.000 espectadores en el Coliseum Alfonso Pérez. Un centenar de aficionados del Athletic arroparon al conjunto rojiblanco en el partido que los pupilos de Ernesto Valverde lograron su segunda victoria a domicilio y rompieron el maleficio en el campo del Getafe.
Nadie en su sano juicio afirmaría que disfrutó con el juego que el Athletic ofreció anoche, pero el sabor del resultado compensa con creces el escaso relieve de su actuación. Es complicado rescatar tan poco brillo de un trabajo de noventa minutos que se salda con victoria, pero quizás en este momento el equipo de Ernesto Valverde no podía agarrarse a otra fórmula que no fuese la del trabajo a destajo para invertir su negativa tendencia a domicilio. Ganó el Athletic en un campo donde nunca antes lo había hecho y ello supone afianzarse en una posición de privilegio. Fútbol, en el sentido de mover la pelota con diligencia e ingenio o generar peligro, no hubo. A cambio, los rojiblancos se aplicaron a fondo en tareas de contención, fueron sumamente disciplinados en el plano táctico, apenas concedieron nada a los puntas rivales y en última instancia, Iraizoz, deteniendo un penalti, puso la guinda a una jornada que queda para la historia por su valor estadístico: el Coliseum es desde ayer terreno conquistado.
Bastó un gol, que además llegó muy pronto y a la salida de un córner. Fue casi el único intento serio de batir a Moyá, pero sirvió para superar a un rival acostumbrado a resolver sus citas a balón parado y que esta vez desperdició hasta un penalti. El Getafe dispuso de incontables córners y faltas, pero no pudo anotar un remate en condiciones, lo cual dice que el Athletic estuvo firme y fue en todo momento muy consciente de lo que estaba haciendo. Al menos en defensa, poco o nada hay que reprochar: segundo partido consecutivo sin recibir gol. Tanto Iraizoz como Herrerín transmitieron seguridad, lo mismo que una línea defensiva donde sobresalió, como viene siendo habitual, Gurpegi, sin olvidar la contribución de Iturraspe, el hombre del partido por su saber estar y manejo. El resto se empleó a fondo, si bien se observó una renuncia generalizada a exponer, a asumir riesgos. A medida de que los minutos corrían, el Athletic adoptó un perfil excesivamente conservador que, en cualquier caso, invalidó el generoso esfuerzo del anfitrión.
A diferencia de lo sucedido en desplazamientos recientes, el Athletic estuvo puesto y como consecuencia de ello sus aspiraciones cobraron sentido. Con la salvedad del arranque, desolador aunque afortunadamente no tuviese consecuencias, se pudo ver a un equipo capaz de amoldarse a las exigencias del encuentro, que es la premisa básica para pelear por los puntos en juego. Ahí radicó la gran diferencia. Sin que los protagonistas hubiesen roto a sudar, un par de despistes posicionales de Laporte y un exceso de confianza de Iraizoz, pusieron los pelos de punta al personal, pero el rival no aprovechó ese desbarajuste inicial en la zaga rojiblanca y luego se fue comprobando que el Athletic había aprendido las lecciones de Cornellà-El Prat o Los Cármenes: no estaba dispuesto ni a dejarse avasallar ni adoptó una actitud contemplativa.
Cierto es que la correcta disposición de los futbolistas halló enseguida una motivación extra en forma de gol. En la primera llegada al área madrileña, Laporte estableció un margen muy interesante para maniobrar. Adelantarse en el marcador siempre es una bendición, pero huelga decir que de poco vale si el acierto no se acompaña con las dosis de concentración precisas, sobre todo porque lo previsible es que enfrente haya una reacción. Bueno, pues a efectos prácticos no hubo tal debido a que todos se aplicaron en labores de contención y poco a poco fueron cerrando las vías de penetración que buscaba el Getafe, que no dejó de insistir en envíos largos a la espalda de la zaga, con escaso rendimiento.
MAL CON BALÓN La mayor virtud del conjunto de Ernesto Valverde en la defensa de la ventaja adquirida fue la intensidad de que hizo gala. Se echó de menos algo más de temple para aprovechar los turnos de posesión, una tónica que no se corrigió en toda la noche y que en la segunda mitad generó más inquietud que el propio juego del Getafe. Exceptuando Iturraspe, de nuevo fundamental para sostener la estructura y darle aire al conjunto, y algunas aportaciones de Iraola, hubo un déficit de clarividencia y precisión a la hora de combinar que sin duda deslució el comportamiento global. No obstante, hasta el descanso Iraizoz permaneció inédito, al menos no tuvo que intervenir a remates directos.
Esa tranquilidad se truncó bruscamente en un lance aislado saldado con penalti. Gurpegi cargó exageradamente a Colunga, que había ganado la posición, y entonces se confirmó que, como todas las cosas en esta vida, también el gafe del Coliseum tiene fecha de caducidad: Iraizoz, maltrecho en el muslo derecho tras un choque con Balenziaga, adivinó la intención de Diego Castro (que acumulaba quince penaltis convertidos en otros tantos lanzamientos).
En la reanudación, el equipo se parapetó en su parcela y aguantó con solvencia los sucesivos embates del Getafe, que nunca doblegó a un Athletic que anoche escogió una versión gris y tremendamente pragmática para relanzar sus aspiraciones en la Liga. Quizás en adelante ofrezca actuaciones más lucidas lejos de Bilbao, pero este triunfo merece ser celebrado por su significación.