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El código Rico

Fran Rico, centrocampista del Granada, descubre para DEIA la otra cara de Mikel, con quien estableció una bonita y fuerte amistad más allá del fútbol

bilbao. El deporte, en su condición de fenómeno de masas, hace brotar todo tipo de valores. Su naturaleza, tan exigente como bella para quienes lo practican o lo siguen desde la corta, media o larga distancia, provoca todo tipo de sentimientos, mientras genera vínculos difíciles de romper. Sucede en las gradas, donde personas que ni siquiera se conocen, charlan y debaten sobre lo que ven hasta acabar fundiéndose en un sentido abrazo, y ocurre en el vestuario de cualquier equipo que se tercie.

Es el caso de dos futbolistas: Fran Rico y Mikel Rico. Gallego el primero y vasco el segundo, centrocampistas ambos, y amigos ante todo. Una amistad que, sin embargo, no asoma forjada desde la infancia. Tampoco desde la adolescencia. Entonces, ninguno de los dos sabía que el fútbol uniría sus caminos en una misma ciudad y bajo unos mismos colores. Pero lo hizo. Ocurrió en verano de 2011. Forjado como futbolista en el Pontevedra, con posterior experiencia en las filas del equipo filial del Real Madrid, una grave lesión de rodilla en 2008 frenó en seco las aspiraciones de Fran Rico (Pontevedra, 1987), que vio en el Granada la opción de relanzar su carrera deportiva tres años después. Ya restablecido de su lesión, el gallego, generador de juego por excelencia, aterrizaba en Granada con 24 años de edad.

Abrazado a una natural incertidumbre por cuanto se encontraría en su nuevo equipo, Fran ingresó en un vestuario que acababa de devolver al club a Primera División 35 años después. Y allí, en medio de una plantilla con futbolistas de distintas nacionalidades, emergió de la nada la amable y desinteresada acogida, cual hermano mayor, de Mikel, casi tres años mayor que Fran. "Él solo llevaba una temporada en el club, pero actuó como si fuera algo más que un capitán. Fue el primero en acercarse a mí y me ofreció su ayuda para todo lo que pudiera necesitar; nunca lo olvidaré", subraya Fran, quien a pesar de no tener parentesco alguno con el de Arrigorriaga, ganó de manera inmediata algo similar a un hermano.

También Mikel, que aumentó su nómina de amistades con la figura del pontevedrés, a quien no dudó en integrar en el club, amén de ayudarle en la búsqueda de un piso en el que poder instalarse. "Me recomendó algunas zonas para vivir e intentamos que mi casa estuviera cerca de donde él vivía. Al final no fue posible, pero solíamos quedar de vez en cuando con nuestras respectivas parejas para cenar; y solíamos hacerlo en su casa, porque Mikel es un cocinitas", destaca el gallego, quien desvela que "si quedábamos para cenar a las 21.00 horas, dos o tres horas antes ya estaba preparándolo todo; es muy meticuloso y le encanta el orden y la organización". Un gusto por tener todo bien atado y controlado, que también define a Mikel Rico en los terrenos de juego, aunque su apariencia pública de hombre serio e incluso tímido, la echa rápidamente por tierra Fran. "Es muy cabezón, pero también muy sonriente y sano, aunque no tan serio como aparenta. Tiene un humor muy singular y aquí lo demostró desde el primer día, por lo que me han contado", advierte el centrocampista nazarí, que cuenta cómo fue la primera broma que gastó el de Arrigoriaga a sus compañeros, nada más fichar por el Granada: "El club lo fichó por 600.000 euros estando en Segunda, apostando fuerte por él, y no se le ocurrió otra cosa que, en su primer entrenamiento como nuevo jugador del Granada, en un rondo, fingir que se tropezaba con el balón y tirarse al suelo para hacer ver que era muy malo; imagínese las caras de los compañeros".

La broma, sin embargo, no acabó ahí, puesto que "desde que llegué al equipo le he visto hacer lo mismo en varias ocasiones para hacer reír a la gente; incluso un día esperando en el cine, se le fue la cabeza y se lanzó a ras de suelo para derribar por detrás a nuestro delantero Álex Geijo, que primero se quedó sorprendido y después lo quería matar", recuerda entre risas Fran. Y es que Mikel, con su "cercana" manera de ser, ha dejado un profundo poso en todos los estamentos del Granada. "Por las calles de la ciudad, la gente se acerca mucho a los jugadores y Mikel siempre tenía buenos gestos hacia ellos; en el vestuario también le echamos mucho de menos por su humor, sacrificio y el optimismo que siempre transmitía. Ahora mismo nos estaría diciendo que es mejor perder partidos ahora que hacerlo en un futuro. Ha sido y es una persona muy querida por todos".

Su camiseta como regalo Respetado y querido por todos, pero sobre todo por el propio Fran, junto con Dani Benítez, el mejor amigo que dejó Mikel Rico en el Granada. Como muestra, lo sucedido la noche anterior a que se hiciera oficial el fichaje por el Athletic. "Tampoco olvidaré ese día", admite Fran, quien explica lo sucedido: "Me llamó a media tarde y me dijo que quería que esa misma noche fuera con mi novia a cenar a su casa porque tenía algo importante que decirme. Yo intuí que me iba a informar de que fichaba por el Athletic, el equipo en el que siempre ha soñado con poder jugar, así que cogí una camiseta mía y se la firmé como regalo de despedida", revela el gallego, quien tras añadir que en efecto, Mikel le había citado junto a su familia y amigos para decirle que iba a hacer las maletas rumbo a Bilbao, subraya que "me dio mucha pena porque ya no iba a tenerle cerca y se me iba algo más que un compañero de vestuario, pero en el fondo me alegré por todo lo que suponía para él jugar en el Athletic, donde seguro que triunfa, ya que además de ser un toro físicamente, es bueno con el balón en los pies".

Un deseo de ver a Mikel, su amigo, brillar como rojiblanco, que asoma como ilusión de Fran, que también hace hincapié en sus ganas de volver a verlo, estrecharle la mano y, por qué no, "enfrentarnos esta vez en el campo" en un día especial para dos hombres que se entienden a la perfección bajo el código Rico.