bilbao. Los exequipos, cual familias del pasado, acostumbran a perdurar en la memoria de cualquier futbolista, capaces todos de recordar anécdotas y momentos de toda índole sea cual sea la huella futbolística dejada en el club en cuestión. Etapas de diez, cinco o un único año resultan suficientes para almacenar vivencias susceptibles de ser rescatadas en cualquier momento, algo de lo que no escapa el exrojiblanco Julio Salinas, que aún recuerda perfectamente cómo fue aquella temporada (1994-95) en la que defendió los colores del Deportivo, rival del Athletic el domingo en Riazor. Se trataba del imborrable SuperDepor, un equipo repleto de jugadores con el don de poder y saber soñar que fue capaz de convertirse, a la velocidad de la luz, en la alternativa al poder que representaban Real Madrid y Barcelona.
"Yo llegué al Deportivo justo después de haber ganado la Liga con el Barcelona gracias, en parte, a aquel penalti fallado por Djukic ante el Valencia en la última jornada de la temporada 1993-94, pero la adaptación al equipo y a la ciudad fue inmejorable gracias también a Voro, que me ayudó mucho después del Mundial de Estados Unidos", recuerda Salinas, quien no olvida lo mal que lo pasó antes de recalar en A Coruña debido a las cicatrices que dejó la cita mundialista y las críticas recibidas tras aquel error en el mano a mano con el cancerbero italiano Pagliuca en los cuartos de final. "Fue el peor momento de mi carrera, pero no solo por mí, sino también por Javier Clemente, la familia...", confiesa el bilbaino antes de recordar que, pese a encontrar el mejor acomodo posible en el Deportivo, "yo no quise salir del Barcelona y había una promesa por parte de Johan Cruyff de que si ganábamos un título ningún jugador saldría, pero esa promesa no se cumplió y, aunque también hubo una remota opción de volver al Athletic, la del Depor acabó siendo la mejor opción que se consolidó en lo deportivo".
Una decisión, la de unirse a un equipo en el que sobresalían las siluetas de jugadores como Donato, Mauro Silva y Bebeto, de la que se enorgullece Julio Salinas al haber podido ser partícipe de una de las páginas más brillantes en la historia del club gallego. "Solo estuve un año allí, en aquel SuperDepor, pero me dio tiempo a ser subcampeón de Liga y a ganar una Copa, el que significaba el primer título en la historia del club", recalca el exdelantero bilbaino antes de reflexionar y remarcar que "lo que Lendoiro y todo el deportivismo lograron en aquella época fue inverosímil, subir desde abajo hasta la Primera División y ser capaces de tutear al Real Madrid y al Barcelona con unas posibilidades económicas muy inferiores fue asombroso. La gente no es consciente muchas veces del mérito que tuvo el Deportivo en aquellos años; fue increíble".
cariño a pesar del rápido adiós Y es que, a pesar de que aquella aventura solo duró un año, Julio Salinas aún guarda en la memoria la huella de aquel primer SuperDepor -el de Arsenio Iglesias-, entidad de la que tuvo que despedirse tan solo un año después de su llegada debido a la falta de conexión con Toshack, sustituto de Arsenio Iglesias en el banquillo deportivista.
Un repentino adiós que, sin embargo, no rebajó las dosis de afecto y cariño que el bilbaino continúa manteniendo a día de hoy para con el conjunto gallego. "Viví un año espectacular allí en todos los sentidos y guardo mucho cariño al club y a la afición, por lo que espero y creo que se van a acabar salvando, aunque el domingo tienen un partido complicado contra el Athletic", finaliza Julio Salinas, otrora miembro de aquel brillante Deportivo.