BILBAO. El Athletic se ha metido esta temporada en un lío del que no termina de salir. Los sucedido anoche en el Sánchez Pizjuán reitera el déficit, entre otros, que daña a este Athletic, que volvió a asomar como el saco de los golpes. Y, como se sabe, siempre sale mal parado en estos escenarios de desgobierno en el césped. El conjunto rojiblanco incidió en errores conocidos, no tuvo gol, hilvanó llegadas, acarició un punto y se quedó de piedra cuando Álvaro Negredo, un martirio habitual para los leones, anotó el segundo tanto de su cuenta poquito después de que Aymeric Laporte sufriera su segunda expulsión del curso. Para más inri, Marcelo Bielsa deberá tirar de ingenio para el duelo del domingo ante el Madrid por las ausencias de Aduriz, Gurpegi, De Marcos y Laporte, por sanción.
Este Athletic es una bicoca para sus rivales, que se encuentran con regalos que pocas veces perdonan. Los rojiblancos, sin más, rescataron una pobre versión defensiva que parecía desaparecida en los cuatro encuentros anteriores. O sea, los leones empezaron a escribir la derrota a los cuatro minutos, cuando una nueva empanada, y van un montón este ejercicio, propició el primer tanto de Negredo, del que se conoce su ferocidad dentro del área, de la que aparentemente adolece Fernando Llorente, que estropeó sus 45 minutos de titular con dos acciones individualistas en sendas ocasiones de gol. Como al que la cosa no fuera con él.
El enésimo fiasco de los de Bielsa aplaza, si se tira de una lectura generosa, la tranquilidad que se reclama para pensar exclusivamente en hacer borrón y cuenta nueva y centrarse en el proyecto del próximo año; y, de paso, mantiene un punto de tensión por lo que viene de inmediato. Es decir, el Real Madrid llega el domingo a San Mamés, se entiende que reanimado por su billete, salvo catástrofe hoy en Estambul, a las semifinales de la Champions. De seguido, toca la visita al Deportivo, que acumula tres victorias consecutivas. Y para cerrar el círculo, el mismísimo Barcelona se presentará en La Catedral, ya lo haga con su once excelso o lo haga con el plan B en función de su recorrido en Champions.
sin referencias El encuentro ofreció una sensación de bendita locura, un ir y venir a las áreas, para el espectador neutral, pero en el Athletic dejó un poso de mucha amargura, no solo por el resultado en sí, sino también porque referencias de este equipo no estuvieron a la altura de un partido que reclamaba esa plusvalía que sí tuvo el Sevilla, que rentabilizó su mayor ambición en el área defendida por Gorka Iraizoz, que volvió a la tierra después de actuaciones estelares en las cuatro jornadas anteriores, cuando solo había encajado un gol en 360 minutos.
Se tuvieron pocas noticias de Ander Herrera, la apuesta de Mikel San José se fue al garete, Fernando Llorente -titular 17 jornadas después- continúa a lo suyo, Óscar de Marcos se desactivó en ataque, Ander Iturraspe defraudó en su reaparición... Dicen que los males nunca vienen solos y Aymeric Laporte coleccionó su segunda expulsión en quince partidos de Liga (la primera la sufrió en el Ciutat de Valencia), porque quizá le traicionó su juventud, sobre todo en la acción que le costó la segunda amarilla. La sentencia es contundente: se necesitan siete puntos.