Eran poco más de las once de la mañana y el casco antiguo de Lyon empezó a retumbar con el sonido ancestral que emanaron con el replicar de sus cencerros los siete zanpantzarrak llegados desde Berango para la ocasión. No eran naturales de la localidad navarra de Ituren, cuna de los tradicionales personajes de la cultura vasca, sino integrantes del grupo de danzas Otxandategi. Urko, Jon, Aitor, Ander, Iagoba, Txo e Iñaki arribaron a la ciudad francesa tras una noche de viaje en furgoneta y, casi sin dormir, se cambiaron de indumentaria y se pusieron el traje de gala, que hizo las delicias de los aficionados del Athletic que en ese momento estaban en la plaza Sant Jean, con su imponente iglesia como testigo. Y al ritmo de su peculiar baile, estos siete dantzaris fueron contagiando a todo el mundo que se cruzó con ellos, incluidos los autóctonos y turistas que pasaron junto a ellos, sin saber muy bien a qué se debía el espectáculo.

"A los navarros no les gusta que gente de fuera forme parte de los zanpantzarrak, pero a nosotros nos gusta y lo hacemos sin ningún tipo de protagonismo", indicó Jon, mientras varios aficionados rojiblancos le pedían inmortalizar el momento con una foto. Eran la atracción matinal en Lyon. Aunque los siete amigos de Berango ya saben lo que es acompañar al Athletic por Europa.

Estuvieron en Lieja y Viena, y en la capital austríaca les pilló la fuerte nevada que obligó a suspender el encuentro de la Europa League. "Nosotros no pasamos frío, íbamos bien pertrechados", destacó Aitor, que junto al resto de sus compañeros tarda alrededor de una hora en ponerse toda la indumentaria. Eso sí, debido al celo con el que los responsables de la UEFA actúan en cada campo, en competiciones europeas deben dejar los cencerros y demás atuendos en la furgoneta. "Cosas de la seguridad", remarcó Ander que, junto al resto del grupo de danzas, después del partido de anoche fueron por carretera a la localidad suiza de Lausana, donde hoy participarán en un festival de folclore.

Y si los zanpantzarrak pusieron la nota de color, los cerca de seiscientos aficionados bilbainos, que en su mayoría llegaron por carretera a Lyon, tiñeron de rojiblanco la ciudad. Sin miedo a mostrar los colores de su equipo, los primeros en darle ambiente al lugar fueron los pasajeros del autobús-litera fletado para la ocasión por la Peña Deusto del Athletic. Tras cerca de doce horas de viaje, ya estaban en el destino. Y entre el pasaje, varios niños con sus padres. Era el caso de Erlantz, Mario y Andoni, que ya han empezado a mamar el sentimiento Athletic. Al ser puente, los pequeños no se perderán hoy las clases y podrán contar a sus amigos lo que es acompañar a los leones por Europa. Otros, como no, tuvieron que pedir permiso al jefe para poder llegar esta mañana tarde al trabajo. "El autobús no llega hasta las nueve y yo entro a currar una hora antes. Espero que no me digan nada", subrayó otro de los integrantes de la Peña Deusto.

Entre cerveza y cerveza, los hinchas bilbainos apuraron la tarde por el centro neurálgico de Lyon. La temperatura acompañaba y el ambiente no podía ser mejor. Y gracias a la comodidad del metro, que en poco más de diez minutos les dejó en el Stade Gerland, hicieron caso a las recomendaciones del Athletic para estar con tiempo en el campo. Una fiesta por la ciudad que luego continuó en las gradas.

Dentro del estadio, a pesar de los ánimos ininterrumpidos de los aficionados rojiblancos, los leones no pudieron dedicar la victoria a los cerca de 600 aficionados que se desplazaron hacia la localidad francesa. La fiesta no pudo ser completa para los seguidores, que vivieron el encuentro en uno de los fondos del Stade Gerland, que no registró ningún altercado entre aficiones.