BILBAO. LA pubalgia, también conocida como la hernia del futbolista y que azota al Athletic es una dolencia tan común como correosa para los servicios médicos, que a menudo se enfrentan a una lesión laberíntica por su propia naturaleza. "Es una lesión complicada en el sentido de que el tratamiento que a uno le puede ir bien, no le funciona a otro aunque los síntomas sean los mismos. Con la pubalgia nunca se sabe", concede un experto médico deportivo consultado por este periódico. Existen varias puertas de acceso al ovillo del pubis, donde se reproduce la pubalgia, -una tendinitis de alguno de los numerosos músculos abdominales que terminan en una lámina fibrosa (la línea alba, el recto mayor del abdomen, el oblicuo mayor del abdomen... ) o del muslo (aductor, abductor,.. ) que se introducen en la zona ilio-pubiana. Y es que esta inflamación se debe a una activación repetida y traumatizante del tendón involucrado, donde se concentra el mecanismo reproductor del golpeo de la pelota con la cara interior del pie y donde compiten los abdominales y los aductores.
Aunque las vías de entrada son múltiples, apenas sí sobresalen un par de salidas para la dolencia: un tratamiento conservador que consiste en atacar el dolor mediante un arsenal de ejercicios de fisioterapia para rehabilitar muscularmente al futbolista (estiramientos, fortalecimiento abdominal, empleo de electrodos, ultrasonidos, máquina Tecar) dirigidos a reducir la inflamación; y una solución más enérgica y agresiva: la intervención quirúrgica a la que se ha sometido recientemente Amorebieta en Múnich y a la que parece encaminado Ander Herrera después de padecer los estragos de la dolencia durante varios meses.
una larga lista El centrocampista, entre algodones en el último tramo del pasado curso y que tuvo que realizar diferentes ejercicios durante las vacaciones para reducir las molestias que le generaban la pubalgia, podría seguir la huella que antes abrieron Bolo (1998), José Mari (1999), Tiko (2000), Etxeberria (2002 y 2008), Yeste (2002), Lacruz (2002), Merino (2002), Ibon Gutiérrez (2005) y Gurpegi (2006), tratados por la doctora alemana Ulrike Muschaweck, que emplea una técnica quirúrgica consistente en un reforzamiento especial de la pared abdominal que garantiza un corto periodo de recuperación en este tipo de patologías.
"La pubalgia es el resultado de una sobrecarga. Una inflamación que puede afectar de forma diferente dependiendo del paciente y de ahí surgen los problemas del tratamiento", expone el galeno, que sitúa la dificultad en el tratamiento de la misma porque aunque localizados en la misma zona sus síntomas difieren, así como sus posibles soluciones.
Es entonces cuando el procedimiento que resulta válido y exitoso para combatir la pubalgia con unos no alcanza los mismos resultados con otros aunque el punto de partida sea idéntico. "Por eso es difícil saber cuándo debe parar un jugador, cuánto tiempo tiene que descansar. Con reposo, en gran medida, la inflamación disminuye y parece que están listos y sin embargo pueden recaer. A otros, sin embargo, les va bien", describe el especialista. "Es una dolencia que viene dada por la misma práctica del juego. El mecanismo de golpear la pelota con el interior del pie, inherente al juego, es su causa principal, pero también pueden influir otros factores". Entre ellos la acumulación de minutos, una excesiva carga de trabajo o un entrenamiento que incida negativamente en el pubis. De ahí que antes de proceder con el bisturí se agote la vía más conservadora.