bilbao. Iñaki Lafuente (Retuerto, 1976) habla de su dilatada etapa profesional con la tranquilidad que le da haber sido un jugador íntegro y alguien muy legal. Ha lidiado con todo tipo de situaciones y en la entrevista repasa todas con serenidad y buen talante.
Todavía tiene muy reciente su etapa de jugador.
Hace ahora un año que jugué mi última temporada, en el Numancia, donde me retiré pese a jugar 23 partidos. Uno de los condicionantes que me empujó a dejarlo fue el de las lesiones. En Soria encadené una racha de problemas musculares, algo que nunca me había pasado. Empecé con los isquios, luego sóleos,… Un drama. No era algo normal, no se si el frío o los campos de allí o qué, le dimos mil vueltas al tema, hicimos una pruebas en Zaragoza y no supimos la razón. A lo mejor era que el cuerpo no me daba más de sí.
En su carrera sí ha tenido alguna lesión sonada, por grave o por extraña.
Cualquiera te dirá que su lesión le llegó en un mal momento y yo también lo puedo decir. En concreto me acuerdo de dos. La primera, en la etapa de Valverde, jugando la Copa en León. Ese año estaba jugando Copa y UEFA y, entre otros partidos, me perdí la eliminatoria del famoso 1-7 de Lieja. Pero la más importante fue la del ojo. Se puede decir que fue un poco como el principio del fin de mi estancia en el Athletic. Ese año había empezado jugando Dani Aranzubia y luego Félix Sarriugarte me puso a mí. Hubo el cambio de entrenador, vino Mané y con él jugué el primer partido, en el Bernabéu. No volví a jugar un partido oficial en el Athletic, algún amistoso sí, pero nada más.
¿Cómo fue la lesión?
En un entrenamiento, haciendo tiros a puerta, un balón me sobrepasó, no sé ni si entró, y Dani (Aranzubia) lo devolvió al campo y me pegó de lleno en el ojo izquierdo. Estuve casi dos meses sin poder hacer nada. La oftalmóloga que me trató decía que le parecía imposible que un balón, con las dimensiones que tiene, pudiera hacer aquella herida. Que si hubiera sido con una pelota de tenis o de un golpe, no sé una patada o algo así, pues bueno, pero tal y como fue que era increíble. Todavía tengo dentro del ojo una plaquita que me pusieron para evitar un desprendimiento de retina y eso que me dijeron que se me caería sola. Aquí sigue.
Decía que fue el principio del fin para usted.
Sí, en el Athletic sí. Ese año ya no jugué nada y luego llegó Caparrós, en pretemporada, fichó a Gorka Iraizoz y yo salí al Espanyol. Al año siguiente jugué un par de amistosos en pretemporada y en enero, al Sporting.
Se dijo que su cesión al Espanyol facilitaba la llegada de Iraizoz.
Seguro que sí. Caparrós fue claro conmigo, me dijo que no iba a tener opciones, lo que unido al interés de Valverde por tenerme con él, favoreció la operación. Dentro de lo que uno puede se trata también de ayudar al club.
Le quedaban todavía dos años de contrato.
No, tres, uno el que estuve en el Espanyol, otro cedido en el Sporting y a la vuelta de Gijón rescindí el tercer año y fiché por el Numancia.
En el Athletic siempre le tocó competir duramente por la titularidad.
Cuando empecé estaba Imanol Etxeberria, con el que coincidí un año porque en el segundo él fue apartado. El resto de mi etapa la pasé alternando con Dani. Unos años jugaba uno y en otros, el otro, siempre con la ilusión de ganarse el puesto hasta que con Caparrós entendí que iba a ser imposible. Son cosas normales en el fútbol. A veces sí he tenido la sensación de que por mucho que hiciese tenía que hacer todavía más para conseguir lo mismo que otros. Al final, depende del entrenador. Yo nunca le perdí la cara a disputar, nunca me vine abajo, en ese sentido estoy satisfecho de lo que pude aportar al Athletic.
En el Espanyol tampoco lo tuvo fácil.
Fui sabiendo que sería difícil porque allí había un portero muy asentado: Carlos Kameni. Valverde me había dicho que jugaría la Copa y además Kameni se ausentaba por la Copa de Africa. Acabé jugando doce ó trece partidos y eso que me perdí un par por lesión mientras Kameni estaba fuera.
Decía que el fútbol está lleno de cambios, pero en el caso de los porteros suele ser todo o nada. También usted empezó a jugar un día y alguien pasó al banquillo.
Estaba recién llegado del Elche y Luis Fernández quiso que jugase unos partidos en el filial. Cuando jugábamos contra el Oviedo, el míster decidió que jugase yo y seguí hasta el final de Liga. He vivido todas las situaciones posibles. He ganado y perdido el puesto. Lo he perdido por lesión y también lo gané por lesión ajena una vez, pero no en el Athletic, fue en el Sporting, cuando se lesionó Cuéllar.
No era de los que pedía explicaciones.
No, la verdad es que no. Siempre he sido respetuoso con las decisiones de los entrenadores. Si me han dado una explicación ha sido porque el míster así lo ha querido y entonces sí que yo le devolvía mi punto de vista, pero nada más. Recuerdo que me vino Manolo Preciado a decirme por qué me quitaba en los últimos cuatro partidos. Yo le dije que no tenía que hacerlo, pero insistió.
Tenía muy buena pinta el difunto Manolo Preciado.
Sólo estuve con el medio año, pero fue una experiencia fenomenal. Es increíble todo lo que le pasó. Luego mantuve cierta relación con él. Cuando le destituyeron le llamé para decirle que eso se arreglaba con una comida aquí, en Bilbao, donde un gran amigo suyo, Amancio, el del Kate Zaharra. Estuvo de acuerdo. Manolo era como era y para todos. Lo que decía era lo que sentía.
Desde ese prisma humano, ¿destacaría a algún otro técnico?
Con Valverde también estuve muy bien, siempre fue claro conmigo y me sentí bien tratado, independientemente de que jugase o no. Muy bien con él y con su ayudante, Jon Azpiazu.
Con Valverde no jugó demasiado.
Por encima de todo eres profesional y eso significa que tienes que estar a las duras y a las maduras, pero esto no quita para que sea muy importante la sensación de que el entrenador confía en ti, que en cualquier momento pueda contar contigo y te lo transmita. Lo más duro es que no cuenten con uno y no te transmitan nada. Si pasa esto también te tienes que comportar y trabajar igual porque, ya lo he dicho, primero de todo eres profesional.
Siempre ha tenido que pelear, tampoco fue sencillo el proceso de llegada al primer equipo. Por ejemplo, ¿cómo se tomó la cesión al Elche?
Pues se demostró que lo de Elche fue una decisión acertada, pero cuando te marchas no sabes si será o no para volver. Allí jugué todo el año, la Liga y el play-off, encajé pocos goles. Fue un año redondo y ascendimos. Es de los mejores recuerdos de mi carrera. Pienso que era una cesión obligada porque tenía que progresar. Yo me la planteé como el paso previo para dar el salto y así fue. Por cierto que el Elche quiso que siguiera con ellos en Primera.
Dar el salto, ¿cuántos de su quinta, de los que empezaron en Lezama, llegaron arriba?
Del primer juvenil en el que estuve, ninguno y del sub'19, tampoco. El más cercano por edad que llegó y era un año mayor, fue Felipe Guréndez.
Antes de ir a Elche estuvo cedido en el Getxo y en el Sestao.
Medio año en cada sitio y luego pasé dos años en el Bilbao Athletic. Supongo que sería un proceso normal. Reconozco que cuando fui al Getxo, aunque entrenaba en Lezama, pensé que me cortarían. Tenía 18 años. Al ir el mismo año al Sestao, salté a Segunda A. Me dijeron que Blas Ziarreta me quería y fue una experiencia. Dices '¡qué duro con Blas!', por cómo es él y de esto ya hablamos los dos. Sí, Blas es duro entrenando, pero yo estuve encantado.
En su segunda y tercera temporadas en el Athletic, lo jugó todo.
Así fue. Con Txetxu Rojo, todo, y en el primer año con Jupp Heycnkes, también. En el segundo año del alemán empecé jugando, pero después de trece partidos, el equipo no terminaba de arrancar y puso a Dani. Lo curioso fue que empecé ese año cuando en el anterior me quitó en los últimos partidos a raíz de dos derrotas consecutivas en las que encajamos once goles, seis con el Celta y cinco con el Villarreal, el día que debutó Gurpegi.
El portero siempre está en el punto de mira, más que cualquier jugador de campo.
Es un poco así, sí. Cuando no hay resultados dicen que la primera cabeza que se corta es la del entrenador, pero también suele ocurrir que al primero que señala el entrenador es al portero. De todas maneras, ahora empieza a ser más común que se cambie al portero con facilidad. Este año está el caso del Valencia, donde Emery ha alternado con Alves y Güaita y los dos han estado a un nivel alto.
Eso en el Athletic es complicado.
Es difícil que se dé aquí por lo que representa la portería del Athletic. Siempre es la misma historia. Desde Iribar y Zubizarreta, dos mitos, parece que los demás no han llegado a nada. Los cambios en la portería del Athletic nos han afectado a todos y siempre se ha percibido cierta impaciencia. Igual no es correcto que lo diga yo, pero echas la vista atrás y yo no veo malos porteros: Biurrun, Kike, Iru, Juanjo Valencia, Imanol, Dani, Gorka Iraizoz,… Hay que convivir con esa presión, pero no creo que San Mamés se pueda quejar de porteros.
Ya que le ha citado, usted le tuvo a Iribar como entrenador.
No tuve la suerte de verle jugar, pero nadie me quita haber entrenado con él. Y no lo digo sólo por el entrenamiento, sino por haber podido convivir con él. Es algo que no se puede pagar con dinero. Todavía hoy es el día en que el equipo va a cualquier campo y al que más autógrafos le piden es a Ángel. Eso dice de quién estamos hablando.
Luego estuvo con Junghams, al que trajo Heynckes.
Muy bien con él. Tengo un grato recuerdo. Era otra filosofía, mucho más físico. Enseguida vio cómo éramos Dani y yo, así que casi no hacía falta ni hablar.
Después de los años de bonanza deportiva con Valverde, las penurias.
Con Valverde entramos en UEFA un año y en el otro no anduvimos lejos, pero además alcanzamos la semifinal de Copa y en Europa estuvimos bien. Sin embargo, prácticamente con los mismos jugadores al año siguiente empezó la cosa mal, entramos en una dinámica negativa y sufrimos hasta el último momento.
El año de Mendilibar y Clemente, jugó usted un papel importante. No estaba el horno para bollos y llevaba dos años y medio sin tener continuidad.
Es mejor entrar en el equipo cuando la dinámica es buena, pero no fue el caso. Se hicieron cambios e hicimos una segunda vuelta muy buena. Encajamos menos goles y cada uno que hacíamos lo rentabilizábamos. Gol que metía Aduriz eran tres puntos.
Sería un impulso para su autoestima.
Sí, fue importante. Mi mentalidad siempre ha sido la de querer participar, la de querer estar. Lo más triste de esto es cuando no puedes demostrar nada, es frustrante. Desde luego, yo la confianza no la perdí nunca, y no me considero alguien con una personalidad arrolladora, pero siempre he creído en mí. Luego te puede salir mejor o peor porque, entre otras cuestiones, no sólo depende de uno mismo. Esto es fútbol.
Con altibajos, con alegrías y decepciones, pero satisfecho.
Ya he dicho que asumo que te toca ir y venir, bajar y subir. La única cosa que me queda dentro, como algo que no me gustó, fue irme como me fui del club. Estando en Gijón yo quería saber si contaban conmigo o no, si rescindíamos contrato o no. Después de toda la vida en el Athletic no se me ocurre pedir un partido de homenaje, pero qué menos que el día en que te vas del club el presidente te diga algo y se digne a despedirte. Que conste que no guardo rencor a nadie porque soy como soy, pero se podía haber hecho de otra manera. Creo, además, que no soy el único que ha expresado una queja semejante. En un club como el Athletic estas cosas no deberían pasar. El jugador es suficientemente inteligente y se hace cargo de que le llega el final, pero hay que cuidar un poco las formas.
¿Cómo le sale el balance de su carrera?
He podido disfrutar de ser futbolista, de haber competido al máximo nivel, he tenido una carrera larga y, sobre todo, he estado muchos años en el Athletic, que es el sueño de todos los niños de aquí. El resto de las experiencias que he tenido fuera de aquí, con lo bueno y con lo malo, porque hay de todo, también me han ayudado en mi vida. Hombre, lo ideal es que te vaya todo como, por ejemplo, a Casillas, que solo sabe ganar, pero esa no es la realidad del fútbol. Así que a un nivel inferior al de Casillas, somos privilegiados.
Podría citar a algún rival que le dejó huella.
¿Alguno que me la enchufaba siempre?
Bueno, por eso o por lo que quiera resaltar.
He jugado contra muchos, pero aparte de porque me enchufó unos cuantos, porque me encantaba cómo jugaba, diría Forlán. Los compañeros decían que era dificilísimo de marcar por su movilidad. También Piojo López, que no es el delantero clásico, pero era imprevisible.
El fútbol no se ha acabado, acaba de fichar por el Eibar.
Al terminar en Soria tenía claro que quería desconectar un poco, disfrutar de la familia, tomarme un tiempo, pero me llamó Imanol Etxeberria para que colaborase en una escuela de porteros, a ver si me apetecía entrenar a chavales, y ahí he estado. En el Athletic no, pero en el resto del fútbol de Bizkaia si algo falta es una iniciativa de este estilo, un servicio así para la formación de porteros. Estuve en Semana Santa y en junio y me gusta. Me ha ayudado a decantarme un poco más. Es verdad que ya tenía la idea de encaminar mi futuro por esta vía, de hecho saqué el título de entrenador de porteros. Y ahora me ha salido lo del Eibar. Me llamó Gaizka Garitano. Es una experiencia distinta y Juanjo Valencia, que estuvo allí el año pasado, me ha recomendado el club por el ambiente de trabajo.