BILBAO. Insiste en que no tenía intención alguna de moverse y sin embargo Xabi Eskurza (Trapagaran, 1970) dejó el Athletic después de cuajar su mejor campaña. Le echó el ojo Johan Cruyff y luego fue Luis Aragonés quien le reclutó para su Valencia. Algo debía tener. Compartió vestuario con grandes nombres, pero con quien mejor se entendió fue con la gente que de niño conoció en Lezama.
Sigue metido en el fútbol.
Bueno, es por necesidad de los hijos, juegan los tres en un club pequeño aquí en Barrika y nos hemos juntado unos cuantos padres para sacar adelante un proyecto y que los chavales no tengan que irse a otro sitio a jugar con 10 años. Estamos un poco en precario y le hemos pedido una pequeña ayuda al Ayuntamiento.
O sea que ejerce más de padre que de entrenador.
Sí, también están Imanol Canales y Javi Zubieta, que jugaron al fútbol y otros padres que colaboran. Tengo el título de entrenador, pero me parece que es una profesión complicada y tampoco quería que fuera un sacrificio para la familia porque a lo mejor tienes que moverte y mi mujer y yo queremos que los chavales hagan la educación aquí, en la ikastola.
En los diez años transcurridos desde que colgó las botas ha estado desvinculado de la que fue su profesión.
Yo tuve que dejar el fútbol, tengo prótesis en las dos caderas. Con 30 años no podía ni andar. Cuando me retiré acabé los estudios de Empresariales y ahora estoy sacando el grado. Con un amigo que es abogado monté una empresa de asesoramiento de deportistas. Ciclistas, jugadores de baloncesto y sobre todo futbolistas. Nos dedicamos a gestionar patrimonio, temas fiscales, sociedades de imagen, incapacidades laborales.
De esto último algo sabe.
De ahí nace un poco todo. Entonces ni sabía que existía este tema. Con 28 años fiché por el Oviedo y ya estaba muy limitado. Me decían que era una tendinitis, pero en el año 2000 vine a Bilbao y le comenté mi problema a Juanjo Campa. Fuimos a ver al doctor Bikandi y me dijo que tenía una artrosis de caballo. Me recomendaron que aguantase un año porque tenía contrato, pero yo no podía. Esto fue en verano y solo con pensar en la pretemporada, en empezar a correr… Fui a Oviedo con la idea de rescindir el contrato, pero entonces el club, donde estaba Radomir Antic, decidió prescindir de mí.
Sorpresa.
Sí, el club alegó bajo rendimiento y yo contesté que decidiese un juez. El fallo fue favorable y tuvieron que pagarme el año que me quedaba. Fue todo repentino, yo ya estaba tramitando la incapacidad y con 30 años no sabía por dónde tirar. Veía el mundo de los agentes y me daba cuenta de que hacía falta algo que protegiese más al futbolista, alguien que estuviese más pendiente de él, que no se limitase a acompañarle para firmar el contrato. Y poco a poco empecé con mi amigo y constituimos la sociedad.
En el Oviedo estuvo con Luis Aragonés, alguien importante en su carrera.
Fue quien me llevó del Barcelona al Valencia, donde coincidí con Patxi Ferreira. Con Luis tuve una buena relación. El último año ya le dije que no podía seguir, faltaban unos quince partidos y nos jugábamos la permanencia. Es que no podía ni entrenarme, Luis sabía que estaba mal, que tenía unos dolores terribles y que me infiltraban. Me pidió que siguiese como alguien de su confianza. No bajamos.
Para entonces le alineaban como lateral.
Creo que en mi puesto solo he jugado en el Athletic. Bueno, y en el Mallorca, pero allí como apenas jugué... En el Barcelona con Cruyff se jugaba con los extremos muy abiertos, te obligaba a jugar siempre muy pegado a la banda. Con Luis fue la época de los carrileros, del 5-3-2, y cuando coincidimos en el Valencia jugaba ahí, alternando con Gaizka Mendieta. El primer año en el Valencia decían que íbamos a descender y quedamos subcampeones de Liga, perdimos el título en la última jornada. Para el año siguiente se firmó a Romario y aquello iba a ser el no va a más, pero se torció todo. Habíamos hecho un gran año, pero Mijatovic se fue al Madrid, Luis pidió unos jugadores y vinieron otros. Luis tuvo muchos problemas con el presidente y ahí estaba Andoni Zubizarreta tratando de mediar. A mitad de año Luis se fue. En el Valencia tuve otra lesión mala, me rompí un adductor, con arrancamiento de hueso, y me arreglaron el pubis, pero perdí velocidad, y yo era más rápido que hábil.
Romario, personaje y futbolista.
En el Barcelona sí que fue un espectáculo, en el Valencia fue distinto. Ver a Romario en los entrenamientos, por ejemplo en un tres contra tres a dos toques, era una maravilla. Se enfadó con Cruyff y en diciembre le mandó para Brasil.
También acabó mal con Luis en el Valencia.
Sí, fue lo de la famosa foto. Romario tenía mucho carácter, parecía que no, pero de apático nada, con Cruyff ya le vi discutir varias veces. Luis exigía, pero luego era bueno para el jugador. No se casaba con nadie. Yo puedo decirlo porque él me llevó a su equipo, te metía caña porque había apostado por ti.
Hablemos de su salida al Barcelona.
Este tema me va a perseguir de por vida. Yo estaba en negociaciones con el Athletic y salvo el Madrid creo que vinieron todos a buscarme, el Atlético, el Deportivo,… Quería renovar contrato, tenía 24 años y el club me podía retener. Pienso que se confiaron, me presionaron mucho, firmas esto y ya está. La verdad es que ni miré otras ofertas, quería seguir en el Athletic, es mi equipo y siempre lo será, pero llegó un momento en que me dieron el ultimátum. Decían que me fui por tema de dinero, pero nunca dijeron qué cantidades me ofrecían aquí porque eran ridículas. Me decían que estaban haciendo un esfuerzo grande y que a dónde iba ir. Llevaba diez años en el club, cinco en la primera plantilla y cobraba menos que alguno del filial. No pedía cobrar como Julen o Cuco, pero aquello no era normal, lo sabía porque había otros compañeros que renovaron ese año.
No hubo forma de llegar a un acuerdo.
Al final le dije a mi representante que me marchaba. Encima, en esto se celebraron elecciones en el club. Entró Arrate, yo estaba retenido pero ya tenía contrato con el Barcelona. Reconozco que si entonces hubiera sabido lo que luego supe no hubiese tomado una decisión tan drástica porque Arrate sí hizo para que me quedara, pero no se podía echar marcha atrás. Estaba dispuesto a hablar con el Barcelona porque quería quedarme, pero ya era imposible. Aquí se dijo que había traicionado al club, pero yo no negocié con el Athletic sino con unos directivos y estuve desde septiembre negociando un contrato de miseria.
Salió de mala manera.
El año anterior casi pensé en dejar el fútbol porque me rompí el peroné y los ligamentos deltoideos del tobillo derecho. Encima estaba en la mili, estudiaba perito y había pedido prórrogas. Estaba en el equipo olímpico, tenía billete para Barcelona con el equipo que ganó el oro. Hice la mili para evitar que me coincidiese con mi último año de contrato. El 22 de julio del 92 pisé mal en una disputa con Larrazabal y me rompí. Tenía 22 años y trate de tomármelo bien, pero fue una lesión importante, reaparecí en marzo. En general, en el Athletic no tuve años fáciles. Los de Iñaki Sáez y Clemente no lo fueron, era un equipo joven y estaban los últimos del que fue campeón. Con Clemente pasó aquello de los mingafrías, a mí me bajó al Bilbao Athletic y allí estuve jugando hasta navidades, aunque entrenaba con el primer equipo. Luego vino Sáez, que era con quien había estado abajo.
Usted lo pasó mal, pero el equipo también.
Horroroso. Entonces había promoción y nos salvamos sufriendo como perros. Cuando llegó Heynckes el equipo ya tenía tres años de experiencia, era distinto, estaban Laka, Urrutia, Mendi, Garitano, Galdames, Larrazabal,… Y vino la irrupción de Guerrero, se incorporó gente importante como Ziganda, Karanka,… Se empezó a formar la base del equipo que luego sería subcampeón de Liga con Luis Fernández. Pero la figura clave fue Sáez, él fue el artífice, el que nos dio confianza a toda una camada y creo que luego no tuvo el reconocimiento que se merecía por esto y por toda la labor que desarrolló en Lezama.
Lo curioso de su caso es que su mejor temporada con diferencia fue la última en el Athletic. De hecho el Barcelona tocó a su puerta.
Es que ese año hasta ganamos en el Camp Nou, 2-3, al Dream Team de Koeman, Stoichkov, Guardiola, Romario, etc. Llegamos a la UEFA. Sí, fue mi mejor año en general porque entre entrenadores y lesiones ningún año he jugado tanto. A ese nivel sí que he estado otros años, pero sin tantas opciones de demostrarlo. Aquel era un equipo donde muchos nos conocíamos desde las categorías inferiores.
Ya, pero quien llamó la atención de Cruyff fue usted.
Todos llamábamos la atención ese año, Guerrero explotó, pero ¿y Mendi? ¿y Garitano? Jugábamos y podíamos ganar a cualquiera. Heynckes me dijo que no me iba a marchar, que si él seguía también yo, pero el problema fue que él ya estaba pensando en su salida y tampoco pudo hacer presión. Mister, que me quiero quedar, le decía. Como ya he dicho antes no era un tema de dinero, de hecho yo nunca llegué a decirle al club qué era lo que quería. Se juntó todo, que Heynckes se iba, todo el encabronamiento mío después de tantos meses sin avanzar, las elecciones y que tengo un carácter fuerte.
¿Desde cuándo sabía del interés de Cruyff?
Me dijeron algo en diciembre y luego que tenía que contestar antes de febrero o retiraban la oferta. Contesté que la retirasen porque no pensaba moverme.
¿Cómo era el holandés?
Un genio. No me pilló tan de sorpresa su forma de trabajar porque con Heynckes habíamos visto un poco esos entrenamientos más cortos, con más presión. Cruyff no hacía ni pretemporada, al preparador físico no le dejaba hacer, dábamos una vuelta al campo y ya mandaba parar, le cortaba. Con Heynckes también hacíamos más balón, te divertías más, porque los veranos solían ser para sufrir hasta que te doliese todo el cuerpo. Luego en las consignas que daba era especial. Recuerdo que a Zamorano nadie la paraba por alto y les dijo a Koeman y Nadal que si les veía saltar a disputar con él les sacaba del campo, que esperasen a sus peinadas. Le ves ahora a Guardiola y va en esa línea.
Cuente cómo fue el pase del Athletic al Barça.
Como en una película de espías. Goiko se incorporó a la concentración del Athletic y yo a la del Barça, con la ropa del Athletic y todo. Los dos equipos estábamos en Holanda. De allí volvimos seguido a Barcelona y Abelardo me dejó una habitación en su casa hasta que pude volver a Bilbao a coger mis cosas y el coche.
En el plano deportivo, ¿qué tal?
Estaba en un momento muy bueno, pero en la ida de la Supercopa tuve unas molestias. No jugué la vuelta y esa semana debuté en el estreno de la Liga, en El Molinón. En la primera entrada por la banda noté un desgarro terrible. Me operó el doctor Borrell, cuatro meses sin jugar, me costó coger el tono. Reaparecí en el Bernabéu y nos cayeron cinco. No fue un año bueno. Entramos en la UEFA de milagro, ganando en San Mamés. La relación con Cruyff, buena. El trato era muy correcto siempre y defendía mucho al jugador. Todo el club se portaba muy bien, te hacían sentir importante. La afición buena también, como la de aquí, quizás hasta demasiado respetuosa porque fue un año flojo y apenas sentimos su presión.
Y tuvo que hacer las maletas.
Cruyff y Rexach dijeron con quién no contaban, muy directos, y salieron muchos. A mí me dijeron que sí contaba, pero que iban a apostar por otra gente y me iba a costar hacerme un hueco. Tenía dos años más de contrato, pero necesitaba más que eso, sentir que me necesitaban de verdad y me llamó Luis, que sí me dio ese impulso que me faltaba.
Hizo su apuesta.
Donde no me han querido no he defendido mi contrato, no me he aferrado a lo firmado. Yo quiero jugar y parto de que ganábamos un dinero que no vas a ganar nunca en otro trabajo. Además, el Valencia me ofrecía cuatro años, pero tampoco defendí los dos que me quedaban allí cuando hubo una limpia. Me fui al Mallorca con otros cinco: Iván Campo, Gabi Moya, Engonga, Romero y Pepe Gálvez. En el Mallorca choqué con Cúper, era un tema personal, y me fui perdiendo dinero al Oviedo. Eso de quedarse en un sitio porque tienes contrato no iba conmigo, mi objetivo era siempre jugar y por eso me moví tanto. Hacer lo contrario me parece una falta de confianza en uno mismo, aparte que, como he dicho, dinero ya ganabas y a partir de unos niveles de contrato buenos, yo prefiero confiar en mí. Bueno, en el Athletic no tuve ese nivel, pero somos unos privilegiados. Lo que me apasionaba era jugar y si no juegas ya estás perdiendo. Perder no es bajar de ganar diez a ganar ocho, es no jugar
Cogió una buena época, se movía mucho dinero.
No me puedo quejar y en comparación con los anteriores a nosotros, menos todavía. Me acuerdo que los veteranos del Athletic nos decían que aprovechásemos y ellos habían ganado títulos. Sí, tuvimos suerte de coger aquellos años. Hombre, sí puedo entender que alguien no se quiera mover pese a no jugar si eso supone salir del Athletic. Fuera de aquí las cosas no suelen ser fáciles, aunque yo particularmente no me pueda quejar de lo que me tocó en los sitios por los que pasé.