Cuando (casi) todo cambia
Se cumplen tres años del debut de Toquero, pero el alavés sigue viviendo con sus padres, mantiene la lonja con la cuadrilla y no se ha 'pegado' ningún gran viaje
lezama
no he viajado nada. No, no?". Gaizka Toquero cuenta que no ha ido a perderse a cualquier rincón de la otra parte del mundo de vacaciones en los últimos tres años. Lo dice tan normal, como es él. Un tío corriente. "Yo creo que no he cambiado, sigo siendo el mismo", contesta cuando se le pregunta si ser jugador del Athletic ha mutado su personalidad. Lleva tres años como león, el 4 de enero de 2009 el alavés vestía por primera vez la camiseta rojiblanca después de haber sido fichado por Ibaigane en verano y tras su corta cesión al Eibar. Tenía 24 años y atrás quedaba toda una trayectoria en el fútbol obrero de Segunda B y Tercera.
La conversación vuelve al tema de los viajes: "El año pasado me fui con cuatro amigos a Fuengirola. Estuve también en Ibiza hace dos años con Susaeta, pero no he hecho viajes muy lejos", señala el delantero. "Tampoco me coinciden las vacaciones con los amigos", explica.
¿Y qué caprichos se ha dado desde que está en el Athletic?
¿Caprichos? Pues? -piensa unos segundos- El año pasado en febrero cambié el coche. Y también compré un piso. Justo cuando firmé aquí y fui al Eibar me metí en un piso en Vitoria. Ese fue mi primer capricho.
Sin embargo, Toquero aún vive en casa de sus padres, Amelia y Luis Mariano. "Estoy muy bien en casa. Mi ama me cuida muy bien. Ni ella quiere que me vaya ni yo quiero irme, así que ahí sigo. El piso lo tengo ahí y cuando me apetece me quedo en él". Una frase tan coloquial, tan distante de los egos que muchas veces sacuden el elitista mundo del fútbol, que hasta asombra. Pero Gaizka Toquero parece ser el Gaizka Toquero de siempre. Vale, con un coche mejor, pero el delantero del Athletic alarga la rutina que tejía su vida antes de 2009. "Sigo con la misma cuadrilla de amigos. Tenemos una lonja, donde solemos juntarnos, yo no tengo mucho tiempo para estar con ellos, pero de vez en cuando puedo escaparme", afirma. Y cuando sus amigos ven entrar a Toquero por la puerta de la lonja, ven al Gaizka de siempre.
Sus padres siguen trabajando en el negocio familiar de toda la vida. La Carnicería Amelia, en Gasteiz. "Les va muy bien. Están contentos y por suerte la crisis no la notan", apunta el rojiblanco, que está ahora en la Universidad. "Antes de llegar al Athletic hice dos ciclos: uno de Deporte y otro de Mecanizado de Grado Superior. Y ahora estoy en la Universidad. Estoy estudiando Magisterio Deportivo en Eskoria-tza. El año pasado saqué más asignaturas, pero este ando más liado, al jugar en Europa, con todas las concentraciones... El año pasado tenía más tiempo libre y me resultó más fácil", indica el gasteiztarra.
Va creciendo Toquero en su formación académica, como también lo ha hecho futbolísticamente. Esta es su cuarta temporada en Primera División, después de haber jugado cuatro meses en Segunda (Eibar), tres campañas en Segunda B (Sestao, Lemona y Alavés B) y dos en Tercera (Alavés C). Ahora acumula 127 partidos con el Athletic y ha marcado 20 goles. "Nunca piensas que vas a llegar hasta aquí. Y menos a la edad de 23 años. Yo había jugado en el Lemona, en el Sestao... Y a ver, el Sestao tampoco es un club del que salgan doscientos mil jugadores. Yo era un futbolista de Segunda B más, al que le gustaba el fútbol y ya está: ganar cuatro duros y poco más. Luego, llegar aquí era algo que no cabía ni en mis sueños. ¿Jugar con 24 años en el Athletic? Era impensable", destaca.
¿Cómo recuerda sus primeros días en Lezama?
Mi primer entrenamiento fue en Año Nuevo porque con Joaquín (Caparrós) entrenábamos siempre ese día. Y pasé mucha vergüenza. Claro, había hecho la pretemporada con ellos, pero esta vez era ya oficial que me quedaba, que iba a ser jugador del Athletic. Conocía a los compañeros, pero solo de tres semanas y todavía no te da tiempo del todo. Luego vuelves y tienes que hacerte a que te quedas en el equipo, que vas a debutar. Estaba con muchos nervios. Ni me lo creía. Me acuerdo perfectamente de cuando me dieron la noticia, que era por mediados o finales de diciembre. Estaba yo en Sevilla y el Athletic jugaba contra el Betis. Allí me dijeron que Joaquín quería que volviera al Athletic.
Toquero habla de los nervios, de los "muchos nervios" en sus primeros días, de lo enorme que es el universo Athletic, de lo distinto que es sumergirse en él. "¡Es que te impresiona todo!", suspira el alavés. "Yo, al final, no sabía casi ni lo que era una sala de prensa", ilustra. "Es todo. Es como si viene un niño del Danok ahora aquí. Yo venía de mi vestuario con cuatro duchas, cuatro bancos? y ahí entrenaba, jugaba? y aquí entrenas en Lezama y juegas en San Mamés. Tienes concentraciones, vas a hoteles de cuatro y de cinco estrellas. ¡Viajas en avión! Yo hasta que llegué al Athletic había viajado en avión tres veces con mis padres, una a Tenerife y a otros sitios por aquí cerca", desvela el ariete.
Y de repente, los futbolistas, en el pretérito estrellas inalcanzables, están a tu lado. "Compartes vestuarios con los jugadores que has visto por la tele, con los que has hecho colecciones de cromos? y hablar con ellos tan tranquilo choca muchísimo. La verdad es que la gente es majísima, te ayuda un montón y te integras, vamos? en dos semanas te olvidas de si este es Llorente, el otro es Gurpegi? pero la primera semana choca un poco, te da vergüenza hablarles. Es que igual a los chavales que llegan de las categorías inferiores no les cuesta tanto porque los ven todos los días, han entrenado con ellos? yo es que no les había visto nunca. Alguna vez había ido a San Mamés a ver partidos, pero a entrenar nunca había venido a verles. No les había visto de cerca y menos, haber tenido trato con ellos", asegura. Desde entonces, la vida de Toquero ha cambiado. O no tanto.