HAY capitales europeas con más tradición en el ámbito futbolístico, pero en luminosidad ninguna supera a París. Y allí acudió un Athletic sin obligaciones más allá de las derivadas de su condición profesional. Esta premisa, que tuvo una consecuencia evidente en la alineación, invitaba a pensar en que no era el mejor día para calibrar el nivel del equipo. Error: lo de anoche, el partido de trámite de esta fase de grupos, dio mucho de sí, material más que suficiente para extraer conclusiones, la mayoría en clave positiva. Los rojiblancos quisieron brillar en la Ciudad de la Luz y lo lograron en amplias fases.

El marcador, estropeado muy al final, ya resulta significativo por su evolución, pues el Athletic pegó primero y luego respondió a la remontada gala para mantener serias opciones de victoria hasta el minuto 85. No cabe obviar que el Paris Saint-Germain tenía que ganar para seguir en la competición y estaba más exigido si cabe por actuar de anfitrión. Por supuesto, Antoine Kombouaré puso en liza cuanto tenía disponible, su once de gala salvo por la baja del lesionado Menez, para recibir a un Athletic donde únicamente se juntaron tres jugadores con la vitola de titulares en la pizarra de Bielsa: Iraola, Aurtenetxe e Iturraspe.

La primera formación circunstancial de la temporada en absoluto desentonó respecto a la típica, a la favorita de Bielsa. Es posible que las deficiencias en que incurrió fueran bastante visibles, aún más que las que se observan otras tardes, pero el cariz experimental del conjunto pesa como explicación y atenuante a la vez. Por ejemplo, cabe lamentar la mala resolución de la estrategia en contra, fuente de dos goles, o la poca profundidad durante buena parte de la segunda mitad, cuando bailó a un PSG al que previamente había partido en dos gracias a su sentido colectivo del fútbol de ataque, que cabría representar en un poderoso fuelle al que todos contribuyeron. Tampoco es motivo de orgullo la concesión de tres goles con el partido tan agonizante como el rival, pese a que sólo se computaran dos al malgastar Nené un lanzamiento de penalti.

Armonía emocionante Hablamos de defectos que no son nuevos en este Athletic y que aparecieron más acentuados, si se quiere. Pero en el capítulo de virtudes y aciertos, no puede por menos que ponderarse la magnífica puesta en escena y la capacidad para rehacerse sobra la marcha de un equipo plagado de suplentes. Jugando a lo que se quiere jugar, el Athletic desplegó en el Parque de los Príncipes su arrebatadora personalidad, acariciando el balón, moviéndose con una armonía por momentos emocionante.

Lo visto confirma que si Bielsa apuesta por una versión del Athletic, por una alineación concreta, con retoques muy leves y casi siempre forzados, no es porque carezca de alternativa para un buen puñado de las demarcaciones. Sencillamente, cree que los que suele elegir son, o están, mejor que los que juntó para sacarle los colores al glamouroso conjunto de la capital de Francia durante tres cuartas partes del choque. Los suplentes saben desarrollar la idea de Bielsa y poseen idéntica mentalidad a la de los titulares. Esto es, sólo conocen una disposición para afrontar todos y cada uno de los partidos.

Ayer no ganaron, pero pudieron ganar, quizás hubiese sido mucho pedir estando enfrente tipos tan curtidos o exquisitos como Nené, Lugano, Gameiro, Ceará o el intermitente Pastore. Ahora bien, seguro que tras la ducha los semblantes de Iñigo Pérez, Ibai, San José, Raúl, Toquero o David López (por citar a los que menos participan, pues Iraola, Aurtenetxe y un Iturraspe imponente, también acumularon motivos para sonreír) resplandecían bastante más que los de los vencedores.