BILBAO. Una lesión en el isquiotibial derecho impedirá a Paul Abasolo (Durango, 29-VI-1984) jugar ante el club del que es socio "desde los 7 años". Pero las ganas de saltar a La Catedral no se apagan para este centrocampista que estuvo desde infantiles hasta el Basconia en Lezama. "Será lo máximo", suspira. Sabe lo que es disfrutar de la Copa porque participó en la histórica eliminación del Real Madrid con el Real Unión de Iñaki Alonso. Él abrió el marcador en aquel 4-3 del Bernabéu.

El Oviedo atraviesa un gran momento y tras ganar al Castilla, el líder, es cuarto a cinco puntos del primero.

Nos costó arrancar y al principio no nos salían las cosas como queríamos, pero llevamos una racha muy positiva y de los últimos ocho partidos no hemos perdido ninguno. Estamos en el mejor momento de la temporada.

¿Cómo es este Oviedo?

Es un equipo cuyas virtudes radican en meter intensidad al partido, apretar mucho al rival, no dejarle pensar y aprovechar nuestras virtudes: salir rápido al contraataque y las jugadas a balón parado. Somos muy prácticos, jugamos directo y todos juntos. Y, sobre todo, somos muy intensos.

¿Cómo fue recibida la noticia de que se enfrentaban al Athletic en Copa?

El que más me alegré fui yo porque los demás esperaban a Barça o Real Madrid, pero yo ya había tenido la oportunidad de jugar contra el Madrid en Copa cuando estaba en el Real Unión y mi sueño era que tocara el Athletic y jugar en San Mamés. Pero la gente está contenta porque es un equipo importante de Primera.

¿Qué tal se encuentra de su contractura en el isquiotibial derecho?

He tenido mala suerte. Está siendo mi peor año de lesiones. Empecé con problemas en el tobillo, hace dos o tres semanas se me salió un hombro y la semana pasada tuve un pinchazo en la pierna. Es una microrrotura que me impedirá jugar contra el Athletic. Estoy tratándome para llegar a San Mamés, que es mi sueño.

Sería lo máximo para usted, ¿no?

Sí. He sido socio del Athletic desde los 7 años, he sido recogepelotas en San Mamés y, pese a haber jugado en las categorías inferiores, no he tenido la oportunidad de pisarlo como jugador, por lo que perderme el partido sería un palo muy duro.

Usted estuvo a un paso de fichar por el Athletic en 2009, ¿qué ocurrió?

Estuve cerca pero a última hora decidieron que no era el momento de que yo fichara. Estuve con la miel en los labios, pero muy agradecido al Athletic porque es el club donde me formé como jugador.

¿Cómo se ha adaptado a Oviedo?

Bien. La gente del norte somos todos parecidos y me estoy adaptando bien, pero con un poquito de desesperación por las lesiones porque no me están dejando terminar de arrancar y meterme en la dinámica. Estoy un poco tocado anímicamente, pero hay que mirar para adelante.

¿Qué le parece el Athletic?

Estoy disfrutando mucho con él como aficionado. Me gusta mucho el juego que practica, cómo combina, cómo juega entre líneas... Es una maravilla y se ve que puede jugar a otra cosa. Veo a un Athletic más fuerte que otros años, que sabe combinar distintos estilos de juego y como aficionado se agradece.

Volviendo atrás en el tiempo, ¿cómo recuerda su etapa en Lezama?

Con nostalgia. Tenía 12 años y era todo superbonito, no tiene nada que ver con el fútbol actual. Antes disfrutabas de otra forma. Para mí es un recuerdo muy agradable y estoy muy agradecido de haber tenido la suerte de haberme criado en una escuela tan importante como Lezama.

¿Coincidió con alguno de los jugadores de la actual primera plantilla?

En el mismo equipo no. Soy de otra generación, de la de Ibon Gutiérrez, Angulo, Tarantino... y también Ustaritz. Luego, coincidí con Iraizoz en el Eibar, pero con muchos coincidía en el microbús para ir a Lezama.

¿Qué entrenadores tuvo en Lezama?

El primero fue Edorta Murua, luego tuve a Mitxelo, a Kakel Iturregi, a Rípodas y acabé otra vez con Murua.

Jugó una temporada en el Basconia. ¿Qué sucedió para no seguir en el Athletic?

Jugué en el Basconia el año que quedamos campeones de Tercera. Hubo siete u ocho jugadores que pasaron al Bilbao Athletic y otros siete u ocho que repitieron en el Basconia. Con Eder Díez y conmigo tuvieron muchas dudas y no sabían si subirnos o dejarnos en el Basconia. Me dijeron que había mucha competencia y que preferían que siguiera unos meses en el Basconia. También me daban la opción de ir cedido a un Segunda B y en ese momento opté por irme al Barakaldo con 19 años.

Después jugó en el Eibar, Lemona y Real Unión, esta última la mejor.

Sí, fueron dos años en los que disfruté mucho del fútbol, en los que pasé mis mejores años como jugador. La recuerdo con mucha alegría: vivimos la eliminatoria contra el Real Madrid, el ascenso a Segunda A…

¡Y le marcó un gol al Madrid!

Fue la leche, todavía vivo de eso (risas). Me pasó algo parecido a lo que me pasa ahora. No suelo tener lesiones musculares nunca pero el día antes de jugar contra el Madrid me pegó un latigazo atrás. Llegué justo para el partido de vuelta y pude marcar. Era el destino.

Pues en San Mamés no repita.

Bueno, aunque perdamos 4-1 que marque un golito (risas).