La agenda de la Junta Directiva por José L. Artetxe
La agenda del Athletic la elabora su Junta Directiva, nadie más. La actualidad o todo aquello que cobra un interés repentino en los medios de comunicación, no necesariamente se acompasa al ritmo de Ibaigane, donde las gestiones se afrontan con una perspectiva más amplia, casi siempre ajena a la inmediatez que demanda el consumo de noticias. Esta sería una primera conclusión a extraer de las respuestas ofrecidas ayer por Josu Urrutia y no se trataría de algo novedoso, de algo que no se supiera. Al revés, vendría a confirmar una tendencia ya anunciada.
Ha habido diversas ocasiones para conocer cuáles son las formas de actuar de los actuales directivos y del propio Urrutia, cómo enfocan la labor de la comunicación, qué es lo que ofrecen en la transmisión de información. Esta última muestra, que responde al formato de rueda de prensa periódica, se diferenciaba de las anteriores en que la coyuntura era claramente favorable al convocante.
Apurando un poco, podría apuntarse que la posición del presidente nunca ha estado tan consolidada, ni siquiera cuando compareció ante la prensa al día siguiente de haber vencido en las elecciones. Entonces, sobre su figura y la del resto de su equipo se cernía la pesada sombra de la incertidumbre y de la responsabilidad, de las urgencias derivadas de un calendario muy avanzado, era el arranque de una fase frenética en la toma de decisiones que requería un enorme esfuerzo por su parte. Apenas había margen para recrearse en la alegría por el triunfo recién obtenido.
Desde comienzos de julio, la directiva ha ido poniendo en marcha proyectos de diversa magnitud y afrontando situaciones comprometidas, sometida a un elevado nivel de exigencia. A fecha de hoy, el socio y el aficionado en general disponen de materia para juzgar, para formarse una opinión sobre lo que se está o no haciendo. La competición del primer equipo, y del resto de los equipos de la casa, han avanzado y también se ha celebrado una Asamblea Ordinaria, la primera del vigente mandato, con todo lo que ello supone. Un tránsito habitualmente delicado que, para variar, en esta oportunidad concentró evidentes dosis de tensión.
En una primera mirada el balance sale positivo para Urrutia. Si se profundiza, es probable que se encuentren motivos para un análisis más prudente, no en vano todavía no se ha conseguido casi nada en lo deportivo, ni sobren los recursos económicos. No obstante, matizaciones aparte, lo cierto es que el presidente rojiblanco y sus colaboradores atraviesan un período amable, y cuando las cosas pintan bien todo resulta más llevadero, hasta el diálogo con la prensa. Ayer se comprobó, tanto en el mensaje como en los gestos. Urrutia controló absolutamente el encuentro y dijo solo aquello que quería decir, ni una palabra más.
A este dominio contribuyó sin duda el hecho de que Urrutia ha dispuesto del oportuno rodaje para tomarle el pulso a la faceta pública del cargo que detenta. No es que le faltase recorrido en el uso de los micrófonos, solo que el grado de responsabilidad de un futbolista es incomparable al del máximo dirigente del club. Necesitaba hallarse cómodo embutido en su traje de corbata y ya lo está. La campaña electoral, por su particularidad, tampoco ayuda demasiado en este sentido, pues la dimensión de lo institucional supera ampliamente el clima electoral de este club, aunque haya quien no distinga entre estos dos ámbitos.
Ahora, después de cuatro meses de cursillo acelerado, la soltura de Urrutia recuerda mucho a la que tenía cuando calzaba botas de tacos. Una prueba de esto sería el semblante risueño con que despachó las insistentes preguntas sobre el futuro contractual de Marcelo Bielsa y Fernando Llorente o la condición de potencial refuerzo de Aritz Aduriz. Cuando se cierre un acuerdo, se comunicará y punto, afirmó. Antes, silencio, discreción, para preservar a los profesionales así como los intereses de la entidad, el club no va a fomentar "culebrones", dijo. Toda operación que trasciende se pone en riesgo o, al menos, se encarece. Regla básica del fútbol desde que Urrutia era infantil.
En fin, que tampoco ayer Urrutia facilitó las cosas a la prensa, especialmente a aquella que busca lo altisonante, mientras se apoyaba en razonamientos muy simples. A saber: "Hace dos meses se cuestionaba todo sobre él y ahora hay que renovarle. Llegamos a un acuerdo para un año y solo llevamos cuatro meses. Nos parecía la persona ideal y nos sigue lo sigue pareciendo". Son las palabras de Urrutia para explicar su punto de vista en torno al porvenir de Bielsa. Cabría añadir a su discurso lo siguiente: ¿Cuándo se ha renovado en noviembre a un técnico que acaba de aterrizar?
También merece ser resaltado este comentario concreto sobre la trayectoria y la imagen que viene ofreciendo el filial: "No trajimos a Ziganda por traerle". Lo que hace tener agenda propia.