Bilbao

OCHO y media de la mañana. Suena el despertador en la casa de la familia Canales-Madrazo, en Valdenoja, un barrio chic de Santander. Cereales con leche, fruta, pan tostado y conversación. Con su punto de ironía. De pillería. Es la rutina de un jugador que apunta a estrella, la de Sergio Canales (16-II-1991, Santander), prototipo de carpeteras, un bombón mediático y próxima cola de león en el universo merengue tras explotar una tarde de sábado en el Pizjuán. "Ni lo pensé, tío. Fui palante y se la piqué. Luego me di cuenta de lo que había hecho y me puse a correr como un loco". Así le contó a su íntimo Edu Bedia el primero de sus dos golazos al Sevilla. "Ya de juvenil era puro talento", recuerda Julio Santamaría, su entrenador cuando en 2007 el Racing se plantó en la semifinal copera de esa categoría. "Es encantador, humilde, trabajador, entrañable, amigo de sus amigos y tiene la cabeza bien amueblada", ensalza Isaac Gutiérrez, el director de la cantera verdiblanca. Ambos, expertos en el crecimiento futbolístico y personal del mediapunta, contribuyen, entre otros, a plasmar para DEIA quién es y cómo se comporta el heredero de Gento, que esta noche pisará San Mamés.

Comenzó a dar patadas al balón en San Agustín, afamado colegio situado frente a El Sardinero, donde coincidió con Marquitos (hijo de Marcos Alonso y nieto del central yeyé), hoy en el filial blanco. San Juan, entonces míster del vivero racinguista, le habló a Santi Gutiérrez, el coordinador, de aquel rubio de zurda clarividente que luego negaría al Barça por tres veces pese a la filia culé de la familia. Hasta en dos ocasiones visitó La Masía pero Clara, madre de la figura y funcionaria municipal en el Ayuntamiento santanderino, prefirió tener cerca a su retoño. También Ángel, padre, representante, y propietario de una academia tras años trabajando en la Caja de Badajoz. Y, cómo no, su primer fan, su hermano Miguel, ahora con 15 años y que juega de mediapunta en el Bansander. "Su familia ha sido clave. Siempre ha sido un crío simpático, de los que sabía que no te iban a dar guerra. Eso no quita que se picara igualmente con gente dos o tres años mayor que él. No era un pardillo. Cuando se le conoce, tiene su puntito gracioso", retrata Santamaría. "Se veía que era un fenómeno. Yo trataba de pulir su manejo con la derecha, el juego aéreo, la constancia... Pero la creatividad y la calidad no se entrena. Ya era parte integrante de la cúpula", relata. En edad cadete ya jugaba con el juvenil; en la etapa juvenil, con el filial... Siempre dos pasos por delante. "De él decían que no crecería mucho en talla. ¡Y mírale!", apunta.

abrazado a su entorno Aunque a priori seguirá cedido en el Racing, su traspaso a la galaxia madridista, donde ganará 9 millones de euros por las seis temporadas de contrato, no ha trastocado su cotidianidad, más allá de ser noticia en el rosado Corazón de... que presenta Anne Igartiburu o de que una página de orientación gay le haya nombrado como jugador más sexy. Su habitación no deja de ser la típica leonera de cualquier adolescente, con las paredes repletas de imágenes junto a compañeros de selección en los partidos internacionales, su televisor, el ordenador, la play-station 2, los trofeos y una fotografía especialísima, la de su difunto abuelo Miguel, que jugó también en el Racing y al que prohibieron escuchar los partidos por la radio porque le daban taquicardias. El ojito derecho de Sergio es su abuela Gela (Ángeles Soldevilla), una mujer de 87 años que compra todos los diarios donde el nieto es portada. Agustín Riveiro, su tutor en la escuela y ferviente hincha del Atleti, ha sido otro de los soportes del chaval durante este meteórico periplo. Al igual que sus amigos, los mismos desde que pisó el patio del colegio: Josemi, Manuel, Toño y Toñín, que estudian ya Administración de Empresas y Empresariales. En navidades se reunieron todos juntos en la Real Sociedad de Tenis de Santander, durante el verano compartió cursos de vela y el año pasado se fue con ellos a Ibiza de vacaciones. Como anécdota, a uno de ellos se le olvidó meter en la maleta la ropa. El próximo destino: Grecia. Aunque el jugador prefiere el recogimiento de comer en familia en La Bombi, merced a su pescado al horno, y celebrar las victorias en el citado club tenístico con ensalada de pollo, pasta y Coca-Cola light. Nada de McDonalds.

Asiduo del móvil incluso para así conectarse a internet, está enganchado a esas redes sociales como Facebook, donde cuenta con un perfil con 5.037 fans. Desde hace un par de años sale con Cristina, su novia formal, compañera de pupitre y que ha manifestado su intención de irse a estudiar al extranjero. El tiempo dirá pero, mientras, para Canales es "quien me hace mantener los pies en el suelo". Sergio estudia segundo curso de Bachillerato a distancia por aquello de que los partidos y entrenamientos le cortan el ritmo; y de siempre las Matemáticas y la asignatura de Economía se le han dado mejor que la Literatura, además de sus sobresalientes en Educación Física. Miriam ejerce de profesora particular en la preparación de sus exámenes, los cuales pretende aprobar a toda costa porque desea prolongar sus conocimientos matriculándose bien en Fisioterapia o en Empresariales. Sin mote más allá del parecido quinceañero con Nick Carter, cantante de Backstreet Boys, el actor Macaulay Culkin o el propio Julen Guerrero; Canales se relaja en la playa, con Estopa, el house o reggaeton, y aunque le da para conducir un modelo de lujo, mantiene su Peugeot 207.

Su carácter solidario no está reñido con su talante competitivo. "Es un ganador. Como pierda, se rebota", confiesa Santamaría. Es más, un día, cuando cayó eliminado por un equipo vasco cuyo nombre no recuerda pero, en principio, inferior, de todos los que jugaron fue el único que acabó entre sollozos. Le gusta salir victorioso hasta al parchís o en esas partidas de naipes con que mata las horas en las largas jornadas de hotel. ¿Cómo le afectará un ambiente como el que rodea al Real Madrid? "Se lo tomará bien. De él no tengo ninguna duda. Otra cosa es que allí, en cuanto haga algo mal, dirán que no se implica... Aunque eso ha pasado estas semanas aquí con las críticas que ha recibido de algún iluminado", sostiene Julio. Para Gutiérrez, "le ayudarán todas las vivencias que ha tenido ya con la selección estatal sub"17, 18 y 19. La popularidad es difícil de digerir pero la manejará con cautela. Insisto, es un chico muy normal. Jamás le verás un mal gesto o una mala cara, se gana a todo el mundo".

Capacidad que se une a su habilidad con ambas piernas, su visión de juego y desmarque. Su repertorio de destrezas le ha servido para conquistar el respeto de ese vestuario que, roto el hielo, le hizo su primera novatada: le hicieron creer que había champú dentro de un bote de mayonesa y su juvenil pelo fue un poema. De los errores, aprende. Enfundarse una camiseta blanca en portada acabó siendo un tiro en el pie del que se ha repuesto. Sergio Canales, el chico que vale millones y aún cobra paga, irrumpe hoy en La Catedral sabiendo que habrá escenarios, como el Camp Nou, donde será persona non grata. Es lo que tiene ser cristiano devoto.