La vuelta a la competición de la Liga F para el Athletic trae el enfrentamiento con el Espanyol, en la matinal de hoy en la ciudad condal. Un rival, el periquito, que este año ha vuelto a la máxima competición del fútbol femenino español con la única entrenadora al frente de un banquillo, teniendo en cuenta los dieciséis equipos que compiten en el torneo de la regularidad. El referente es Sara Monforte (Castellón, 1980), que llegó el pasado verano procedente del Villarreal y que este curso se ha convertido en una rara avis al frente del conjunto catalán.

Es extraño que al ritmo que está creciendo la liga femenina: organización, árbitras, patrocinadores, televisión… no haya habido un crecimiento igual en lo que se refiere a los entrenadores, que la mayoría siguen siendo hombre. Incluso el porcentaje ha ido bajando considerablemente en estas últimas temporadas.

En 2021 y 2022 se vivió un boom de entrenadoras en la competición doméstica: hasta seis. Iraia Iturregi, en el Athletic; Sara Monforte, entonces en el Villarreal; Andrea Esteban en el Valencia, que en la temporada siguiente sustituiría a Iñigo Juaristi al frente del Deportivo Alavés; Natalia Arroyo, en la Real Sociedad; Ana Junyent, en el Eibar y que luego hiciera las maletas para seguir derribando fronteras y convertirse en entrenadora en la liga saudí femenina; María Pry, en el Madrid CFF, tras un periplo por el fútbol chileno; Jenny Benítez también fue la responsable máxima del Sporting de Huelva, aunque tuvo que dejar su cargo a Antonio Toldeo para sacarse el título nacional nivel 3, también llamado UEFA PRO, licencia que se exige para ser entrenadora de la Primera División y que permite dirigir en todas las categorías sin restricciones.

En la presente temporada solo se mantienen en activo Monforte como primera espada en la máxima categoría, Andrea Esteban lo es del Deportivo Alavés, pero en Primera Federación (segunda categoría) e Iraia Iturregi, como segunda entrenadora del Basconia masculino en el grupo vasco de Tercera Federación. El caso de la técnica de Loiu también es considerado atípico por su reconversión dentro del club bilbaíno, algo que tampoco suele ser muy habitual.

Parece que los clubes están dando grandes pasos a la hora de reconocer el auge del fútbol femenino, pero no son muchos los que se atreven a que una mujer sea la máxima responsable de un banquillo de un equipo en la élite. También es poco habitual que las mujeres tomen la decisión de dedicarse a los cursos de formación de entrenadoras. Se ve que aún queda mucho por hacer.