No había un hueco libre. Desde El Arenal hasta la Plaza Circular, Bilbao se convirtió anoche en un inmenso escenario festivo en el que cada esquina, cada txosna y cada puente rebosaban de gente. Miles de personas salieron a la calle dispuestas a exprimir hasta la última chispa de la primera noche de Aste Nagusia, animadas por una temperatura que invitaba a quedarse hasta tarde.
La Plaza Nueva fue punto de encuentro para quienes buscaban un arranque elegante: la Banda Municipal de Música de Bilbao, junto a Abraham Cupeiro, ofrecieron un espectáculo brillante que envolvió la noche en sonoridades únicas. Mientras tanto, en la Plaza Circular, los más bailongos se entregaban al ritmo contagioso de la verbena de Akerbeltz, que convirtió el espacio en una pista de baile a cielo abierto.
El Parque de Doña Casilda, por su parte, reunió a los más nostálgicos: los guatequeros se animaron a bailar al son de grandes clásicos de los años 70 y 80, en un ambiente más relajado pero igual de festivo.
En El Arenal, moverse era una misión casi imposible. No cabía un alfiler. Pero lejos de incomodar, la multitud se dejaba llevar por la energía del momento, entre risas, abrazos y brindis compartidos. Las txosnas, con su inagotable propuesta musical y gastronómica, se convirtieron en el corazón palpitante de la noche, donde la fiesta se prolongó hasta bien entrada la madrugada.
La excepción estuvo en Abandoibarra. El escenario, llamado a ser uno de los grandes focos musicales de la jornada, permaneció vacío tras un problema técnico que obligó al Ayuntamiento a suspender los conciertos programados. Habrá que esperar a las próximas horas para saber si esta noche el espacio vuelve a vibrar con la música: los conciertos del domingo están en el aire y, en caso de que los trabajos concluyan a tiempo, será el grupo de pop euskaldun Janus Lester quien inaugure el escenario a partir de las 23.30 horas.