¿Qué tienen la trikitixa y el pandero que no tenga otro instrumento?
Son la esencia de Euskal Herria, ¿no? No son muy antiguos pero es algo que une a todo el público.
Y que lo diga... Es empezar a escucharlos y a todos se nos van los pies.
Exacto: la gente se pone contenta, empieza a bailar, a cantar...
Toca mano a mano con su aita. ¿De casta le viene al galgo?
Sin duda; soy la cuarta generación de trikitilaris. Mi bisabuelo ya iba de pueblo en pueblo, con el carro o la bicicleta, porque entonces no había coches, ni autobuses. Llegaron a tocar juntos los tres: mi bisabuelo, mi aitite y mi aita. No llegué conocerle porque falleció unos meses antes de nacer yo pero hubiera sido precioso coincidir las cuatro generaciones.
Y usted, ¿cuándo empezó a tocar?
Mi primera actuación solo con mi aita fue con 11 años, en Sukarrieta. No lo olvidaré jamás.
“Mi bisabuelo ya iba de pueblo en pueblo. No le conocí por meses pero hubiera sido precioso tocar las cuatro generaciones”
Y desde entonces, no suelta el pandero para nada.
Toco varios instrumentos: pandero, triki, guitarra, bajo, con el piano también puede hacer algo, e incluso la batería. En casa tenemos un estudio donde grabamos y producimos los discos. Siempre he sido autodidacta, aprendiendo y trabajando mucho.
Hacerle elegir entre triki y pandero, ¿sería como preguntarle si quiere más a su aita o a su ama?
Diría que triki.
No imagino unas fiestas sin parejas como ustedes...
No sería igual, ¿no? Incluso fuera de Euskal Herria, donde hemos empezado a tocar bastante, la gente lo disfruta muchísimo, igual que con una charanga.
Aste Nagusia incluida.
Por favor, ¡que nunca falten un triki y un pandero! En cuanto piso el Casco Viejo, ¿sabe qué es lo primero que me preguntan?
Soy toda oídos.
¿Dónde está tu instrumento? La gente te lo reclama, sobre todo a la hora del poteo o a partir de media tarde, cuando empieza a animarse de nuevo el Casco Viejo; es algo que tiene que estar en Aste Nagusia sí o sí.
Así que sigue habiendo afición.
No es como hace 50 años, cada vez va a menos pero sí; me he dado cuenta de que a través de las redes sociales, nos ven a aita y a mí, y hay mucha gente a la que le entra el gusanillo. Eso sí, lo cogen como afición, no para vivir de ello.
¿Se puede?
Si yo lo hago, ¿por qué no otros? Me gustaría que mi ejemplo sirviera para demostrar que puede ser una forma de vida.
Tienen versiones de Loquillo, La Pegatina, Exkixu, Itoiz...
¡Renovarse o morir! Hay que ir reciclándose. A mí me gusta el rock y el heavy y siempre hemos tocado canciones diferentes, más cañeras. Vimos que gustaban y que había un camino ahí. La triki y el pandero pueden servir para mil estilos musicales.
¡Si hasta se han atrevido con el ‘Let it be’ de los Beatles!
Si le soy sincero, se le ocurrió a mi aita; es una canción que le encanta. Desde que era muy pequeño le he escuchado cantarla con el piano. Cuando empezamos darle vueltas a canciones para el último disco, ni se lo pensó.
“Hacer la versión del ‘Let it be’ de los Beatles se le ocurrió a mi aita; no hay límites para adaptar canciones. ¡Renovarse o morir!”
¿Dónde está el límite?
¡No existe! Según se van creando nuevos estilos, siempre va a haber música para adaptar a la triki.
¿Ni el reguetón les frena?
Ya hemos hecho alguna canción. No hemos publicado nada pero no lo descarto para un futuro no muy lejano...
¡Ahí queda eso!
Son versiones de canciones que todo el mundo conoce; el triki y el pandero quedan a un lado, al final la gente se queda con la canción, no con el instrumento que la está interpretando. ¿Conoce Potra salvaje?
Y quién no...
A la gente le encanta y escuchan la canción en sí, no la triki y el pandero.
Y a usted, ¿qué música le gusta?
Me encanta el rock y el heavy.
En casa de herrero, cuchillo de palo.
¡Nooooo! Hay muchas parejas de trikitixa que siempre me han gustado y sigo escuchando.
¿Team baile o team barra?
De barra. Soy como los antiguos euskaldunes, de cadera fija.
¿Cómo es trabajar en ese tándem padre-hijo?
¡Lo más! Un padre nunca te va a traicionar. Para mí, aita lo es todo: mi mejor amigo, el que me ha lanzado a todo esto... Sin él, no hubiera llegado a donde estoy.
Mójese. Usted que las ha recorrido todas, ¿cuáles son las mejores fiestas de Euskal Herria?
Ahí lo tengo claro: las de Basauri.
Cómo barre para casa...
Es donde estoy con la gente que quiero y que me quiere.
Frotemos la lámpara de los deseos. ¿En qué escenario le gustaría actuar con sus instrumentos?
En uno grande de alguna de las capitales; siendo un estilo pequeño y solo dos sobre las tablas, me gustaría reivindicar nuestro sitio también ahí.
Si pudiera, sería telonero de...
Rammsteim; sería lo máximo. Me gustan de siempre y tuve la oportunidad de verles en Donostia. ¡No hay que cerrarse puertas!
55.600 seguidores en Instagram. ¿Cuántas rondas ha pagado para que sus amigos le hagan de followers en esta red social?
A ninguno, de verdad. Pero les tengo prometido que, el día que esto empieza a dar dinero, les tengo que pagar una comida.
¿Cuál es su secreto?
¡Ninguno! Supongo que a la gente le gusta la naturalidad con la que hago los vídeos. Ha ido poco a poco.
¿Cómo surgió la idea?
Hacía tiempo que abrimos la cuenta y le dije a aita que le teníamos que dar una vuelta. Me gusta el humor y los monólogos, y siempre he tenido fama de Jaimito. Y parece que gustó.
No hace falta que lo jure. ¿De dónde saca las ideas para los vídeos?
Son improvisadas; se me van ocurriendo según voy viendo cosas.
¿Es muy duro ser ‘influencer’? No dar dos pasos sin que le paren para firmar un autógrafo debe ser terrible...
¡Si casi no me conocen ni en mi casa! Ya que hay un trabajo detrás, es chulo que la gente te vea.
Hay mucho humor pero también aprovecha el canal para hacer reivindicaciones.
Lo que está mal hecho hay que decirlo, ¿no?
Una última curiosidad. ¿Consiguió que Puppy le siguiera a casa?
¡Qué va! ¿No ha visto la segunda parte?