Cualquier rincón puede parecer oportuno a quien ya no aguanta más. Entre dos contenedores, contra una valla, en una alcantarilla, hacia la ría... Hablamos, como habrán intuido, de orinar en la calle cuando las ganas constriñen y, en los baños, hay cola. Todo vale con tal de no mearse encima, porque -seamos sinceros- nadie conoce a nadie al que se le haya reventado la vejiga. “No somos críos de cinco años y sabemos cuándo nos aprieta la necesidad. No hay que estar apurando”, recrimina Izaskun Pinedo, comparsera de Pinpilinpauxa y txupinera de 2023, a quienes han normalizado ponerse al límite, sobre todo en Aste Nagusia, antes de buscar un sitio reglamentario donde evacuar. Los orines preocupan tanto al Ayuntamiento de Bilbao como a Bilboko Konpartsak, pero admiten que siguen sin dar en la tecla para solucionar este problema que se extiende más allá del recinto festivo.

Instalaciones con urinarios que pone el Ayuntamiento de Bilbao a lo largo de todo el recinto festivo. Jose Mari Martinez Bubu

“Es un asunto de civismo. Entiendo que viene mucha gente en fiestas, pero se intentan poner muchísimos baños a lo largo de todo el recinto para que no ocurran estas cosas”, afirma Pinedo, a pie de txosna, mientras muestra algunos de los desaguisados que provocan quienes miccionan donde no deben. El Consistorio bilbaino aumenta todos los años el número de urinarios dispuestos en fiestas. Este año son más de 250, entre los baños químicos y las instalaciones con varios inodoros, donde suele haber personas que los limpian continuamente. Pero sigue sin ser suficiente para quien no quiere esperar ni medio minuto. “A pesar de tener baños entre la Pinpi y Hontzak, la gente se pone a orinar hacia la ría”, evidencia la comparsera. “Es como cuando se pide un txupin limpio y no hacen caso. La gente, cuando está de fiesta y con un par de tragos de más, pierde todo el respeto hacia el de al lado”, apunta.

“No somos críos de cinco años y sabemos cuándo nos aprieta la necesidad. No hay que apurar”

Izaskun Pinedo - Comparsera de Pinpilinauxa

Y lo dice pensando, principalmente, en aquellos que miccionan contra la barra. Porque los hay. “Nosotros, lógicamente, no los vemos. Pero sí que ha habido momentos en los que hemos visto a gente quejarse y llamarles la atención: ¡Qué haces, guarro! Suelen ser chicos que se la sacan y mean contra la pared. En qué condiciones hay que estar para hacer eso...”, conjetura Izaskun Pinedo, quien indica que se vieron obligados a poner poliuretano en la parte baja de la barra para que no entraran “riadas de orina” dentro de la txosna. También se ha tenido que cerrar el acceso de los Tinglados a los garajes por las escalinatas a partir de las 20.00 horas. “Era un meadero impresionante y los del parking se quejaron. No solo era pis, la gente también hacía de cuerpo. Era increíble lo que podía haber ahí”, apunta sin querer prodigarse en detalles escatológicos. 

En las txosnas

“Con tres litros de vejiga, ¡aguantas!”, rezaba una de las pegatinas con las que el Ayuntamiento de Bilbao trató de disuadir a los jóvenes de orinar en la calle dentro de la campaña Bilbao es tu casa, impulsada en invierno de 2018. Más recientemente, durante la pasada Aste Nagusia, Bilboko Konpartsak colocó carteles en edificios del Casco Viejo para disuadir de orinar en la calle y en los portales “por civismo y respeto”. Se trata de una campaña que este año ha repetido. Sin embargo, sigue siendo recurrente encontrar, sobre todo a altas horas de la madrugada, a quien se baja los pantalones en cualquier esquina. “¿Medidas? No somos policías. No podemos hacer nada porque te buscas un enfrentamiento con la otra persona”, señala Pinedo. De hecho, el año pasado se originó un altercado después de que dos comparseras reprendieran a dos agentes municipales -fuera de servicio- que estaban orinando contra su txosna. 

“Nos afecta bastante”, reconoce Pablo Fraile, uno de los coordinadores de Sin Kuartel, comparsa ubicada en Triangune que coge para sí una de las fuentes de El Arenal. “Hace mil años lo cubríamos todo con madera, pero ahora ponemos una valla y una especie de esparto, donde se ponen a mear. Entra para dentro y por la mañana toca limpiar con la manguera. En esa parte siempre hay olores”, apunta Fraile, quien, con todo, considera que “cuantos más baños y más higiénicos sean... mejor”. Y es que, según revela este comparsero, a menudo, incluso estando fuera de la txosna, prefieren volver a Sin Kuartel para garantizarse que van a poder desbeber en un baño limpio. Porque todas las comparsas tienen letrinas privadas.

“Falta mucha educación”, sostiene, en ese sentido, su pareja, Ainhoa Egia, quien tilda de “despropósito” cómo quedan algunos de los baños, sobre todo los químicos. “A determinadas horas ya no te quedan kleenex más que para ti y mear en un baño de esos es un deporte olímpico. Hay muy poco espacio, te tienes que poner a cierta distancia, a pulso, y la taza está como está”, afirma la comparsera, quien expone que, en esas circunstancias, “casi son más higiénicos los baños que ponían antes para mear de pie”. Desde la comparsa les consta que hay mujeres que orinan en las alcantarillas, lo que casi es mejor “porque por lo menos no queda estancada”. Con todo, afirman que algo va mejorando, sobre todo en lo que respecta a la limpieza. “Los productos que se utilizan son muy buenos. Consiguen eliminar casi todo el olor, porque cuando hay calor...”, deja en suspenso.

Tampoco en Txomin Barullo se libran de los orines que deslucen la fiesta. David Rosales, miembro del grupo dinamizador, alega que todo el trabajo que se hace la semana previa de montaje, pintando las maderas de las estructuras, se va al garete. “Hay muchas maderas que no se pueden reutilizar para el año siguiente porque están llenas de meada”, indica Rosales, quien considera que deberían ponerse más baños, una demanda que se mejora cada año sin llegar a ser, a su juicio, suficiente. En ese sentido, se muestra preocupado por la “imagen” que se proyecta cuando la gente orina en txosnas montadas “entre todos”. Y revela que a partir de cierta hora, se suele ver a gente orinando hacia la ría. “Es como mear en la calle, porque la ría también es de todos. Suelen ser los hombres, que por fisionomía lo tienen más fácil”, agrega.

Más allá del recinto

No obstante, las mujeres también se buscan sus recovecos. Una estampa cada vez más común es la de grupos de chicas -algunas jóvenes y otras, no tanto- alrededor de una fortificación de contenedores haciendo turno para entrar en el centro. Ganas de orinar, sí; algo de pudor, también. Y como este problema de los orines no es exclusivo del recinto festivo, sino que se extiende a otras zonas de la ciudad como el Casco Viejo, donde están acostumbrados a padecer sus consecuencias todo el año, también se ven en la calle Esperanza. Junto a una de estas murallas improvisadas convive cada noche la cervecera de Raúl Alonso. “Es una zona en la que no hay claridad. A partir de las 0.00 nos vienen a mear en esos contenedores... ¡más de 1.000 personas! Y cae una riada de pis a los edificios de enfrente”, apunta junto al colegio Zabalburu.

Una mujer orina junto a una papelera mientras otra la tapa. Jose Mari Martinez Bubu

Alonso señala, asimismo, otro de los puntos negros de la zona: la Travesía de la Estufa, un estrecho pasadizo en el que se han dispuesto una decena de baños químicos. “Mucha gente mea en los baños, pero como hay cola, la gente acaba meando al lado. Y se genera otra balsa de pis”, expone el propietario del bar, quien describe la situación como “dantesca”, a pesar de llevar 30 años trabajando en Aste Nagusia. “No puede ser que estén con sus partes al aire, me da igual que sean chicos o chicas. Habrá gente que aproveche para sacar fotos o simplemente mirones”, supone el hostelero, quien indica que en los últimos años El Ayuntamiento ha ido cerrando algunos de los puntos negros de la zona, como el acceso al garaje de la Plaza Nueva, la trasera de la iglesia San Nicolás o un lateral del edificio Surne. 

“Me ha pasado tener a 20 personas esperando para entrar al baño y solo a cinco consumiendo”

Raúl Alonso - Propietario de la Cervecera Amadora

“Nosotros tenemos mucha flexibilidad, nunca hemos puesto el cartel de servicio solo para clientes. Pero sí recomendamos a la gente que venga, que haga el favor de consumir. Me ha pasado tener a 20 personas esperando para entrar al baño y solo cuatro o cinco consumiendo. Ahora tengo un poco más de cuidado y pongo una valla”, revela Raúl Alonso sobre una realidad con la que se encuentran los hosteleros de la zona. En ese sentido, afea que muchos de los que necesitan utilizar su baño han comprado bebidas en tiendas de comestibles de la zona. “Venden alcohol fuera de las horas que tienen autorización y, además, no tienen baño”, censura Alonso. Además, detalla que otro factor que no ayuda a que haya más baños es que algunos bares opten por cerrarlos o sacar la barra fuera, para que no se pueda acceder al interior.

¿Y una solución que implique rascar el bolsillo del infractor? La posibilidad es más que plausible ya que el Ayuntamiento de Bilbao cuenta con una ordenanza de Limpieza Urbana en la que se contempla que “orinar y/o excretar en la vía pública” puede estar sancionado con multas de hasta 750 euros si se consideran una infracción leve. La cuestión es que en Aste Nagusia la Policía Municipal redobla esfuerzos para atender otro tipo de delitos más graves, mientras que este tipo de prácticas, dentro de las conductas incívicas que no suponen un agravio -al menos no transcendental- a terceros, quedan en un segundo plano.