- Una sola frase ha bastado para crispar el ya tenso debate en Francia sobre el pasaporte de vacunación: las ganas del presidente, Emmanuel Macron, de “fastidiar” o “joder” a los no vacunados, según las distintas acepciones del verbo “emmerder”, que la oposición considera indigno de un mandatario.

Su frase en el diario Le Parisien dejaba clara su intención de hacerle la vida imposible a quienes están todavía sin inmunizar, unos cinco millones en todo el país, que con la aprobación de ese pasaporte verán vetada su entrada a bares, restaurantes y lugares de ocio. “Yo no estoy para cabrear a los franceses. Echo pestes todo el día contra la Administración cuando los bloquea. Pues bien, a los no vacunados tengo muchas ganas de fastidiarlos. Y lo vamos a seguir haciendo hasta el final”, dijo en ese periódico.

Macron, que no se ha proclamado todavía candidato, aunque sí ha avanzado que le apetece, admitió en diciembre que algunas de sus declaraciones en este mandato habían herido a los franceses y decía haber aprendido la lección. El uso de esa expresión no parece improvisado, el Elíseo no lo corrigió en la lectura previa a su publicación y ha sido visto como un intento de hacer cambiar de opinión a los no vacunados y de recoger el hartazgo de quienes sí han recibido las dosis y están cansados de las restricciones.

“Siempre hemos dicho las cosas de forma clara y seguiremos haciéndolo. ¿Quiénes fastidian la vida a quiénes? Los que se oponen a las vacunas”, reiteró este miércoles tras el Consejo de Ministros el portavoz gubernamental, Gabriel Attal.

La onda expansiva de la declaración ha calado hondo y llevó en un primer momento a suspender de madrugada el examen en la Asamblea Nacional de la ley del pasaporte de vacunación, cuyo debate se retomó ayer.

Fue la segunda cancelación nocturna consecutiva en dos días, en una sesión marcada por el intercambio de gritos y abucheos, y aunque no parece poner en entredicho su aplicación en torno al 15 de enero sí refleja la división política a tres meses de las presidenciales de abril.

Para la aspirante conservadora Valérie Pécresse, con buenas posibilidades electorales, según los sondeos, Macron ha dado muestra de “una total falta de empatía” hacia los no vacunados, de los que sostuvo también que quien amenaza con su libertad la libertad de otros es un irresponsable que, como tal, deja de ser ciudadano. “No le corresponde al presidente de la República separar a los franceses en buenos y malos. Hay que aceptarlos como son, dirigirlos y unirlos sin insultarlos”, dijo este miércoles la representante del partido Los Republicanos.

También se le ha echado encima el izquierdista Jean-Luc Mélenchon, líder de La Francia Insumisa -el equivalente francés a Podemos- que cree que sus palabras han desatado una crisis parlamentaria y exige la comparecencia en el hemiciclo del primer ministro, Jean Castex, o la ultraderechista Marine Le Pen, para quien la “vulgaridad” de Macron evidencia que “nunca se ha considerado presidente de todos”.

Entre sus defensores, su exprimer ministro Édouard Philippe: “Lo que está claro es que se ha entendido lo que quería decir”, dijo en la cadena France 2, donde también respaldó la introducción de ese pasaporte.

Francia ha superado en los últimos días los 200.000 contagios diarios, con un récord de 271.686 este martes, y desde el inicio de la campaña de vacunación, en diciembre de 2020, el 78,6 % de la población total ha recibido al menos una dosis y el 76,9 % tiene ya la pauta completa.

“Nuestra lucha contra la epidemia está lejos de terminar. Con la llegada de ómicron la epidemia ha cambiado de naturaleza y de dimensión”, advirtió el portavoz gubernamental, recordando que la estrategia del Ejecutivo aboga por que el peso de las restricciones recaiga sobre quienes no quieren inmunizarse.