La Unión Europea (UE) ha puesto la primera piedra para una reconstrucción económica común tras la pandemia de coronavirus que no deje solo a ningún país, pero la falta de detalles en el plan pactado el jueves genera dudas sobre la envergadura de una recuperación que debe comenzar con urgencia.

Los líderes comunitarios pactaron crear un fondo de recuperación ligado al presupuesto comunitario para costear las medidas billonarias necesarias para sacar a la economía de la recesión que se avecina, pero dejaron en manos de la Comisión Europea el diseño de ambas propuestas sin pactar su volumen o funcionamiento. Pese a ello, la mayoría de expertos ve el vaso “medio lleno”.

La UE ha sido más rápida de lo habitual, y más que en la crisis financiera. La propuesta tiene elementos que atienden a las sensibilidades de los países del Norte y del Sur, y se abandona la idea de que cada país salga de la crisis por sus medios. La pega es que la falta de concreción y calendario puede retrasar la respuesta y no convence a los mercados.

La idea pasa por emitir deuda con el respaldo del presupuesto de la UE, que se aumentaría temporalmente, para obtener financiación en el mercado y trasladarla a los Estados a través del presupuesto comunitario.

Las cifras que baraja estarían entre 1,6 y 2 billones de euros y las ayudas se desembolsarían en forma de subvenciones o préstamos en una proporción aún por determinar.

instrumentos ya existentes

Vincular el fondo de recuperación al presupuesto comunitario permite suavizar las reticencias de algunos países del Norte, pues se trata de un instrumento conocido y que garantiza que el gasto está controlado por la Comisión y la Eurocámara.

“No se trata de crear un nuevo instrumento difícil de consensuar, como los eurobonos. Angela Merkel ya ha-bía dicho que tenían que ser instrumentos ya existentes”, dice a Efe el director en Bruselas de la Fundación Robert Schuman, Eric Maurice.

A su juicio, que la Comisión emita deuda con el respaldo del presupuesto comunitario “permite al Sur no tener que endeudarse a tasas más elevadas y da garantías al Norte de que no debe preocuparse de si el Sur pagará. La responsabilidad de la deuda recae sobre el presupuesto de la UE y no podremos decir que Italia tendrá que reembolsar la deuda y si no lo hace será Holanda la que paga”.

Prueba de que las líneas rojas han empezado a moverse es que Alemania está dispuesta a contribuir más al presupuesto; eso facilitaría la emisión de deuda por la Comisión.

Esto no significa que desaparezca la desconfianza entre Norte y Sur, que se trasladará ahora al debate sobre cómo conceder las ayudas.

España, Francia o Italia reclaman que sean subvenciones a fondo perdido, para evitar créditos que engrosen su deuda pública, pero Holanda o Austria piden que sean préstamos reembolsables y con condiciones.

El riesgo de no fijar plazos

El tiempo apremia. Más allá del contenido, el acuerdo no fija plazos para este plan de recuperación, con el riesgo de que las negociaciones se dilaten, en particular por la complejidad de pactar el presupuesto plurianual en junio, como sería necesario para que pueda estar en vigor al inicio de 2021. La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, advertía el jueves del riesgo de hacer “demasiado poco, demasiado tarde” ante la crisis. La impresión en Bruselas es que el tiempo apremia, pero también que se ha rebajado el tono político del debate y que hay voluntad de forjar consenso antes de que sea demasiado tarde.