donostia - El tatuador donostiarra que fue juzgado en octubre del año pasado por acosar sexualmente a una docena de clientas fue condenado a once años y un mes de cárcel y a abonar distintas multas como autor de tres delitos de agresión sexual, seis de abuso sexual, uno de acoso y otro de coacciones leves. El acusado, que se enfrentaba a una petición de reclusión superior a los treinta años de cárcel por parte de la Fiscalía, se encontraba en libertad provisional. La sentencia del caso relata de forma cronológica unos hechos sucedidos entre 2014 y 2018, que fueron descubiertos cuando, el 30 de enero de este último año, una de las clientas desveló en Internet que había sufrido abusos por parte del tatuador, lo que dio pie a una serie de denuncias por parte de otras mujeres.

La resolución judicial recuerda que el inculpado, de nacionalidad venezolana, inició su estancia en Euskadi junto a su esposa y la hija de esta en un piso de Pasaia en el que todos ellos convivieron con el propietario del domicilio y su novia.

Verano de 2014 El encausado empezó a realizar tatuajes en esa vivienda donde, en el verano de 2014, protagonizó su primer incidente de índole sexual cuando, mientras conversaba con la novia de su casero en la cocina, “se bajó los pantalones y los calzoncillos y la acorraló contra la encimera”, hasta que, ante los gritos de la chica, acudió la mujer del procesado, por lo que cesó en su actitud. A raíz de este incidente, el inculpado y su familia se mudaron a otra vivienda, en el barrio donostiarra de Bidebieta, en la que continuó con su trabajo como tatuador.

En febrero de 2016, agredió sexualmente a otra clienta, poniéndola “contra la pared y frotando su cuerpo contra el suyo”, al tiempo que le tocaba un pecho y agarraba la mano de la chica para llevarla hasta su pene, momento en el que la mujer le empujó y escapó del lugar. En julio de aquel mismo año, otra chica fue víctima de una situación similar en la misma vivienda, mientras que una alumna de un curso intensivo de tatuajes del que el inculpado era profesor se vio obligada a advertir al director del ciclo de que estaba siendo acosada por el encausado.

Unos meses más tarde propuso mantener relaciones a una comercial que había acudido a su local para crear una página web y que también se interesó por un tatuaje, a la que sometió a distintos tocamientos. En mayo de 2017, el procesado organizó un “maratón de tatuajes” en el que contactó con varias de las víctimas, a una de las cuales le dirigió frases de contenido sexual, mientras que a otra, durante una sesión posterior, la tocó e intentó besar en la boca, si bien, ante su resistencia, lo hizo en el cuello.

El procesado también realizó numerosas insinuaciones sexuales a otra mujer y en enero de 2018, volvió a repetir una actuación similar con una clienta que estaba tumbada en la camilla de su estudio, a la que cogió una mano para obligarla a tocarle el pene. - Efe