Estar en silencio durante los eventos familiares -y empresariales- no significa ser una persona antisocial. De hecho, tal y como apunta Germán Cortázar, voz experta en el Colegio Oficial de Psicología de Bizkaia tampoco es malo no participar tan activamente como otros parientes -o compañeros- durante las comidas o cenas. “Tenemos que saber respetar otras formas de ser. Yo soy así y no voy a ser como otros quieran… Eso de verdad que da confianza en uno mismo”, enfatiza.

¿Por qué es tan difícil poner límites en estas reuniones?

Se combinan muchos factores. Uno es la obligatoriedad, es obligatorio hacerlo todo. Eso nos mata. Luego, la presión cultural y social. Y otra muy importante que llamo emociones excesivas, que es como el Gran Hermano, donde todo se potencia. Entonces, como todo está tan exagerado en cuanto a emociones, también la respuesta puede ser muy exagerada.

Y por eso cuesta.

Claro, porque creo que me voy a cargar todo. Se llama miedo al conflicto y al rechazo. Entonces, no pongo límites para que no haya conflicto. Y es justo lo contrario.

Explíquese entonces.

Igual para tener la fiesta en paz hay que decir “este es el límite”.

Lo mejor es hablar. Siempre.

Es mejor porque así la otra persona te puede entender. Lo que quiero y lo que no. Por ejemplo, los límites en esta cena es que aquí no se va a hablar ni de política, ni de religión, ni de fútbol. Es una caricatura, pero…

He estado en comidas de ese tipo.

¿Y ocurrió algo? No pasa nada. ¿Que se tienen conversaciones superficiales? Pues sí, pero si estás a gusto… Y muy importante: para marcar límites hay que saber en qué nivel estamos. Si solo somos conocidos, pues no tengo por qué contar mi vida.

“A mí me gusta decir eso de “vamos a tener la fiesta en paz”, “hemos venido a divertirnos, ¿no?”

¿Alguna fórmula para decir todo eso sin que piensen que estás siendo un borde?

A mí me gusta decir eso de “vamos a tener la fiesta en paz”, “hemos venido a divertirnos, ¿no?”.

Tampoco hay que caer en la agresividad ni en la imposición…

Por supuesto. Hay otra fórmula que me gusta mucho que es hablar en primera persona. Por ejemplo, “esto no me está gustando”. De esta forma no te estoy diciendo “tú eres un animal”, “tú te estás portando mal”. Así nadie se siente atacado.

Me lo apunto.

En vez de decir “te estás pasando”, con el dedito… Porque en cuanto hablamos del otro sacamos el dedo, ¿eh? El otro se siente aludido y es cuando puede haber choque. Y no hay cosa peor que verse delante de un dedo…

Y luego eso, marcar límites.

Por supuesto, en las cenas de empresa el primer límite que hay que marcar es el alcohol. A ver, puede que sean amigos, pero… Por eso es súper importante ajustar nuestra conducta al nivel de relación que tenemos. 

Y a la gente que se atreve a poner sus límites, ¿le domina la culpa?

Sí, porque piensa “ahora me van a decir que tal”...

¿Eso es inherente al ser humano?

No. Hemos sido educados así.

¿Y qué otra forma hay de... para no sentirse culpable?

Marcar límites y ser empático es autocuidarse diciendo lo que siento y poniéndome en mi sitio. No estoy haciendo nada malo. Por eso no hay culpa. La culpa es porque he hecho algo malo ¿no? o porque crees que estás haciendo algo malo…

No habrá culpa, pero algún remordimiento…

Si lo he hecho a buenas, para que todos estemos bien, eso quita la culpa. Porque claro, si lo haces a gritos ya lo has hecho mal tú.

“Nos han metido en la cabeza que el autocuidado es egoísmo, pero si no te cuidas tú, ¿quién te va a cuidar?”

De la misma forma que uno se autoexige, también se debería autocuidar.

Por supuesto. Pero se nos olvida. Nos han metido en la cabeza que el autocuidado es egoísmo. Egoísmo del malo, ¿eh? Si no te cuidas tú, ¿quién te va a cuidar? 

También está la gente que no se siente cómoda en estas fechas…

Y te dicen que hay alguien que le saluda en navidades pero el resto del año nada… Y yo le respondo: pues mejor una vez que ninguna ¿no?

¿Y si en mitad de la cena no hemos dicho nada y…?

Lo primero es decirlo en primera persona. Te puedes hasta ir, pero es la peor opción porque es como si hubieras perdido. Aunque si sabes que te puedes ir, ya no estás tan débil. El poder sobre ti lo tienes tú, no los demás.

Complicado esto de los límites.

Súper complicado. Y hay que hacerlo al principio y confiando en que el resto de comensales también lo hagan y no se levanten ellos de la mesa, que también se puede dar el caso.

¿Y si eso ocurre?

Pues bueno, ¿cómo vas a tener responsabilidad de que se enfaden otros?

Entiendo que también tendrás que tomar partido en algún momento…

Si eres el anfitrión, con empatía. En primera persona: “Recordad que estáis en mi casa y hemos venido a pasarlo bien…”. Otra cosa es arreglar un conflicto, que eso está muy bien, pero tú no eres responsable de eso. 

Y tener en cuenta que también puede haber alguien que vaya a boicotear la comida o la cena.

También, con toda la empatía del mundo, le puedes decir eso mismo.

Un consejo para quienes no se atreven a comunicar antes de... 

Lo que tienes que hacer es bien sencillo: cuidarte a ti mismo. Es por tu bien. Y cuidarse no es egoísmo.

Un poquito sí…

Pero es del bueno, del positivo.

Ah, que hay egoísmo bueno y malo…

El positivo es el de decir, me tengo que cuidar y sin hacer daño. Por ejemplo, no te vas a ir y vas a dejar plantada a la abuela. Le estarías haciendo daño…