En estos días, muchas personas se relamen solo de pensar en que, dentro de poco, podrán cambiar la silla de la oficina por una hamaca y la plantilla de Excel en la pantalla del ordenador por la idílica vista de un atardecer a la orilla del mar. O sustituir el chorro del aire acondicionado por la suave brisa de la montaña. Algunas de esas personas hace ya tiempo que reservaron ese coqueto apartamento en el que disfrutar de unas merecidas vacaciones tras un largo año de trabajo. Otras, las más rezagadas, han esperado hasta el verano para hacer la gestión, quizás con la esperanza de encontrar algún chollo de última hora. Estas, precisamente, son las que más riesgo tienen de ser víctimas de una estafa al reservar un alojamiento que, después de haber sido abonado, ya ha sido alquilado a otra personas o ni siquiera existe. Una práctica que ha crecido en los últimos años y que prolifera especialmente en estas fechas. Toda una amenaza.

En Lambda Estudio Jurídico reconocen que no son pocos los que llaman en estos días planteando quejas de este tipo. “El pasado miércoles recogí una llamada de un hombre de Navarra que había cogido un piso por Airbnb y resulta que ahora el propietario de la vivienda le estaba anulando la reserva y le pedía cosas irregulares”, desvela Etna Rey, una de las tres abogadas que integran este bufete de Bilbao. El incremento que se ha producido del número de plataformas dedicadas al alquiler vacacional ha provocado que este tipo de engaños sean cada vez más comunes. 

Hay varias modalidades de estafas en este ámbito. Pero todas suelen comenzar con la publicación de un anuncio que muestra una espectacular vivienda a un precio muy bajo. En muchas ocasiones, se trata de un anuncio real clonado, pero con el número de contacto modificado. “Es muy habitual que te pidan que realices la reserva por otro lado, con lo cual intentan que tú pierdas la garantía que te da la plataforma de que tu pago se te devuelve y se cancela el alquiler”, señala Rey. La urgencia para cerrar lo antes posible la operación es otro aspecto común. “Si no confirmas te dicen que tienen otras personas interesadas, que debes decir algo ya porque si no se lo alquilan a otro. Intentan que piques el anzuelo”, explica.

Métodos sofisticados

Cuando el cliente ya ha caído en la trampa y accede a abonar la cantidad estipulada, la otra parte suele proponer métodos de pago poco seguros, como Bizum a desconocidos o transferencias a cuentas personales. Y, una vez hecha la transacción, normalmente la persona de contacto desaparece misteriosamente. Sucede que, en muchos casos, el ansia de la persona objeto de fraude por asegurarse ese alojamiento soñado le impide detectar ciertas anomalías. Y es que, aunque en este ámbito de la estafa en alojamientos vacacionales hay auténticos profesionales que utilizan sofisticados métodos informáticos para hacerse con datos personales de potenciales víctimas y emular a la perfección las interfaces de las páginas web de las plataformas habituales, no todos son así. “Hay profesionales y hay chapuceros. Hay muchas estafas muy burdas, que se ven a la legua, aunque quizás desde nuestra posición sea más fácil verlo. Pero funcionan, porque la gente cae”, señala la abogada de Lambda Estudio Jurídico.

Entre las señales que deben ponernos alerta destaca la de los “superchollos” en un mercado en el que todo “tiene un precio medio”. Y ocurre que “de repente, ves un anuncio de un piso que tendría que valer el triple de dicha media y resulta que el precio está por debajo de la misma”. Otra suele ser la existencia de faltas de ortografía o una redacción deficiente en el texto de la publicación. Detrás de ello suele haber un piso que no existe. Otras veces sí que existe, pero sus características no tienen nada que ver con las reflejadas en el anuncio. “Unas imágenes que no se corresponden, unos metros que no tiene… Es la estafa más complicada de llevar a la vía judicial, porque sí que hay piso”, comenta Rey.

Cautela

Para prevenir sustos, lo mejor es la cautela. Así, la abogada aconseja “contrastar toda la información”, utilizando aplicaciones como Google Maps y Street View para verificar la existencia de dicho inmueble. Otro método es pedir al contacto que nos muestre el piso a través de videollamada. Y es que muchos estafadores suelen aducir que viven en el extranjero y le es imposible hacerlo: “Si aceptan, te aseguras ponerle cara a la persona y ver in situ el piso… También podrían engañarte así, pero es complicárselo un poco más. Los que están para estafar burdamente ya no contestarían”.

Desde el pasado 1 de julio, la ley obliga a que las viviendas turísticas que se anuncien en las plataformas de alquiler vacacional incluyan el número de registro oficial asignado por cada comunidad autónoma. Rey ignora si esto evitará fraudes, “porque los estafadores tienen ideas para todo”. Al menos, cree que servirá para que “las propias plataformas hagan un primer filtro. Los que son buenos hallarán la forma de saltárselo, pero si al menos las más burdas se quedan por el camino, el fraude disminuirá”.