Las redes sociales han pasado de ser plataformas de entretenimiento a convertirse en una amenaza real para la salud mental de los menores. Así lo ven al menos en Estados Unidos, donde catorce fiscales estatales presentaron el pasado martes una demanda contra la red social china TikTok, una de las plataformas más populares entre los jóvenes. ¿El motivo? Acusan a la empresa de lucrarse a través de un sistema de contenidos adictivos que afecta gravemente el bienestar emocional de sus usuarios más jóvenes.
TikTok, con sus vídeos cortos y envolventes, ha captado la atención de millones de adolescentes en todo el mundo. Pero, detrás de la diversión aparentemente inofensiva de coreografías virales y desafíos que se propagan como el viento, se esconde una realidad preocupante: la adicción. Los fiscales aseguran que TikTok ha violado las leyes de protección al consumidor al crear una plataforma diseñada para mantener a los menores enganchados, manipulando sus hábitos de consumo digital para aumentar sus beneficios corporativos.
Letitia James, fiscal general de Nueva York, fue contundente al afirmar que en todo el país hay jóvenes que han muerto o han resultado gravemente heridos al intentar cumplir retos peligrosos que circulan por la plataforma. Además, un número creciente de adolescentes se siente más triste, ansioso y deprimido debido a las funciones adictivas de TikTok.
Entre estas características se encuentra la función de “autoplay”, que reproduce automáticamente vídeos, haciendo que los usuarios pasen más tiempo de manera compulsiva en la aplicación.
Documentos internos filtrados recientemente han revelado que TikTok era consciente de los efectos perjudiciales de su plataforma sobre la salud mental de los jóvenes. La compañía identificó que su algoritmo de recomendación y las funciones adictivas afectaban al sueño, la capacidad analítica y la empatía de los usuarios. A pesar de ello, TikTok limitó las medidas preventivas por miedo a una disminución de usuarios. Los fiscales de varios estados de EE. UU. han presentado estos documentos contra la empresa, acusándola de dañar a los menores.
El precedente de meta
La acusación contra TikTok no es un caso aislado. Solo un año antes, una coalición aún más amplia de 41 fiscales demandó a Meta, la matriz de redes como Instagram, WhatsApp y Facebook, por motivos similares. Este caso arrojó luz sobre cómo las redes sociales están diseñadas intencionadamente para llamar la atención de los usuarios más jóvenes, quienes, según los fiscales, no cuentan con las defensas necesarias para establecer límites saludables en el uso de estas tecnologías.
The Wall Street Journal publicó en 2021 que la propia Meta era consciente de que Instagram estaba agravando los problemas de imagen corporal entre los adolescentes, especialmente las niñas. En lugar de corregir esta situación, la compañía optó por intensificar las interacciones juveniles con la plataforma.
La ciudad de Nueva York ha sido pionera al declarar en enero de este año que las redes sociales son, en general, una “amenaza para la salud mental” de los menores. Eric Adams, alcalde de la ciudad, comparó su efecto en los jóvenes con el impacto que en su momento tuvieron el tabaco y las armas de fuego, una declaración que sacudió a la opinión pública. “De ese mismo modo vamos a tratar las redes sociales: como otra amenaza a la salud que debe cesar. Debemos garantizar que las compañías tecnológicas se responsabilizan de sus productos”.
Según el informe que sustentó esta declaración, un 77% de los estudiantes de secundaria pasa más de tres horas al día frente a una pantalla en su tiempo libre. Aunque el estudio no traza una conexión directa entre el tiempo de uso y los problemas de salud mental, sí menciona que un 38% de los alumnos de secundaria ha experimentado sentimientos de tristeza tan intensos que han dejado de realizar sus actividades cotidianas.
La respuesta de las grandes tecnológicas a estas demandas ha sido defensiva. Meta, a través de su portavoz, Nkechi Nneji, expresó su “decepción” ante la decisión de los fiscales de optar por la vía legal en lugar de trabajar junto a las empresas para desarrollar estándares claros de uso para menores. La compañía aseguró estar comprometida con ofrecer a los adolescentes una experiencia online segura, pero sus detractores argumentan que este compromiso se ha quedado en palabras vacías.
Por su parte, TikTok se enfrenta a un panorama complicado. La plataforma no solo ha sido acusada de cultivar la adicción, sino también de explotar los datos personales de los menores para monetizarlos. Los investigadores estiman que un 35% de los ingresos publicitarios de TikTok en Estados Unidos proviene de niños y adolescentes, lo que pone en evidencia su enfoque lucrativo.
El debate sobre el impacto de las redes sociales en la salud mental infantil se está extendiendo por todo el mundo. Padres, educadores y legisladores se preguntan cómo proteger a los jóvenes de sus efectos nocivos sin limitar el acceso a la tecnología.
En algunos estados de EE. UU., como Utah y Arkansas, ya se han aprobado leyes que prohíben el acceso a redes sociales a niños menores de 13 años y que requieren del consentimiento paterno para los adolescentes menores de 18. Sin embargo, estas medidas han sido criticadas por ser insuficientes y difíciles de aplicar.
TikTok y Meta se encuentran en el centro de una tormenta que podría modificar la forma en la que los jóvenes usan las redes. Mientras tanto, estos siguen atrapados en un ciclo de consumo digital que parece cada vez más difícil de romper.