Buscar culo o teta en el diccionario, ojear fotos de mujeres desnudas en revistas, asomarse por la rendija de la puerta a una peli de dos rombos... Unas décadas después, los menores apenas tienen que realizar una búsqueda en internet o abrir un chat, como el que tenía agregados a cientos de alumnos vascos, para darse de bruces con la pornografía. Un material que rezuma violencia física y verbal contra las mujeres y que les enseña a ellos a dominar y a ellas a someterse. Expertas abogan por hablar de sexo para silenciar el porno.
Martha Ubieta - Psicóloga y sexóloga
“Con el porno, mujeres y hombres perdemos”
Violaciones grupales, agresiones sexuales entre menores... Cabe preguntarse si este tipo de sucesos tienen su origen en el acceso precoz a la pornografía y qué perjuicios provoca. “El porno es una escuela que promociona un determinado estilo de relaciones sexuales . El acceso a la pornografía a edades tempranas, sin la madurez necesaria para comprender lo que se está viendo y las consecuencias de ello, produce un efecto negativo en la educación sexual de los y las adolescentes y en el desarrollo de la expresión de su propia sexualidad”, avanza la psicóloga y sexóloga Martha Ubieta. De hecho, advierte, “la pornografía ofrece no solo un repertorio de conductas sexuales, sino unos estilos relacionales, una antiética de las relaciones, que nos lleva a fijar determinados roles en función del sexo y toda una serie de antivalores que afectan a la autoestima, la permanencia de estereotipos de género y la prevalencia de mayores conductas de riesgo”.
Fruto de todas esas imágenes que van calando, algunas chicas se someten a prácticas sexuales y actitudes agresivas propias del cine para adultos, convencidas de que no hay alternativa. “Como consecuencia del visionado de pornografía, así como de una ausencia de educación sexual y de diálogo familiar con las figuras parentales, hay adolescentes que acceden a una sexualidad poco igualitaria e incluso carente de buen trato y, sin embargo, consideran que esa es la práctica habitual”, asegura Ubieta.
“Que el sexo no sea tabú abriría las puertas a los diálogos educativos y las cerraría a quienes hacen negocio”
Estas menores, explica, “no esperan ser tratadas de otra forma, ya que creen que la única sexualidad posible es la que ven en las películas pornográficas. En su proceso de maduración apenas se dan cuenta de que es no solo posible, sino psicológicamente más sano y deseable, ser tratadas con respeto, como iguales, con derecho a decir no, a elegir las prácticas sexuales que les apetezcan, a especificar cómo quieren ser tratadas...”, señala.
Aunque en los vídeos y películas X “habitualmente quien ejecuta la violencia es el hombre”, Ubieta argumenta que “la pornografía también es una violencia para él mismo, ya que le priva de la posibilidad de vivir y desarrollar otro tipo de sexualidad más sana y que fomente un mayor bienestar individual y relacional”. Por ello, concluye, “con la pornografía todos perdemos, las mujeres y los hombres, a quienes se les ofrece un único modelo de masculinidad castrante y tremendamente limitado”.
Realizado el diagnóstico, urgen las recetas para combatir este germen de violencia machista. “La pornografía se mantiene porque hay muchos intereses económicos en juego y una determinada visión social del uso del sexo, en ocasiones como instrumento de control y de poder, una determinada visión de la sexualidad y su significado, y de las relaciones. Cómo se vive, se cuida o se promociona una determinada sexualidad en las diferentes sociedades no es un tema sencillo, por lo que las medidas han de ser integrales”, plantea.
En este sentido, expone, “si entendemos el sexo y la sexualidad como un aspecto central en la autoestima y el desarrollo del bienestar en los seres humanos, hemos de potenciarlo y una medida clara es una buena educación sexual que comience en el seno de la familia desde el nacimiento y continúe adaptándose al crecimiento de las personas y sus necesidades”. En definitiva, hablar de sexo para silenciar el porno. “Conseguir que el sexo no sea un tema tabú, normalizar las conversaciones relacionadas con nuestro desarrollo psicosexual, abriría las puertas a los diálogos educativos y las cerraría a quienes hacen del sexo un negocio en su más amplio sentido”, afirma Ubieta, que tiene claro el mensaje que lanzaría a los y las adolescentes con motivo de este 25-N: “No te calles, hablemos de sexo”.
El control se normaliza
Que tu novio husmee en tus chats, que un pretendiente te insista una y otra vez tras decirle que no... Este tipo de actos, alerta en su campaña la Diputación Foral de Bizkaia, también son violencia machista. “Son comportamientos habituales y muy normalizados en las relaciones adolescentes, por lo que es también común que las familias no se enteren”, señala esta profesional, para quien “hay una importante carencia de formación, específicamente en el ámbito de la educación sexual, no únicamente en los centros escolares, sino la formación que se va construyendo con la convivencia en el diálogo, con el ejemplo... que supone un ejemplo en el día a día y no se reduce a un par de talleres”.
Amelia Tiganus - Activista feminista
“Su visionado precoz aumenta la violencia sexual”
“Tenéis el poder de cambiar las cosas”. Con esta frase se despide la activista feminista Amelia Tiganus de los alumnos a los que da charlas en los institutos para, entre otras cosas, abrirles los ojos frente a la pornografía, que “deshumaniza la sexualidad y la reduce a un mero cuerpo o tres agujeros penetrables”.
“A las y los adolescentes les digo que tienen una oportunidad de oro para romper con unas prácticas milenarias de violencia contra las mujeres, que con el porno no han hecho más que empeorar, ya que el crimen organizado rentabiliza la desigualdad y la dominación masculina”, denuncia Tiganus, quien también apela a padres y madres. “Deben ser conscientes de que son referentes y de que no vale tanto lo que dicen como lo que hacen. Necesitamos personas adultas preparadas y entregadas a la tarea de construir un mundo menos violento y más igualitario y respetuoso con los derechos humanos y la vida”, defiende y entona el mea culpa colectivo porque “no hemos sido capaces de que les llegue la información sobre sexualidad desde la ética, los buenos tratos y el cuidado, poniendo en el centro el placer de descubrir nuestra sexualidad primero en solitario y luego de forma compartida”. Una posibilidad de disfrutar, dice, que “nos roba el porno, que reduce cada encuentro a una basura”.
Lejos de las “acrobacias, que nos pueden robar el placer”, la directora del proyecto social para la emancipación de mujeres y niñas Emargi recuerda a los estudiantes que “el órgano sexual más importante es el cerebro y el más grande, la piel”, aunque “el porno nos diga que lo importante es tener un pene grande que taladre bien y unas tetas enormes. Se ríen en nuestra cara haciéndonos pensar que eso es sexualidad”, critica.
“El porno deshumaniza la sexualidad y la reduce a un mero cuerpo o tres agujeros”
Tras destacar que “los niños no nacen puteros, violentos o machistas” y denunciar “el interés de la industria en convertirlos en consumidores de prostitución utilizando para ello la pornografía”, Tiganus alerta de su acceso cada vez más temprano a la misma, “cuando no han tenido ni siquiera una experiencia sensorial con otra persona, de sentir su piel o sus labios, de acariciarse para sentir excitación sexual”. Ese visionado de porno a corta edad, afirma, “repercute en el aumento de la violencia sexual”. De hecho, algunas chicas le han confesado que “son violentadas y presionadas para acceder a prácticas peligrosas para la salud física y psicológica”.
En sus charlas también les advierte para que “no caigan en las redes de las mafias, que las captan por Instagram y OnlyFans pagándoles por generar contenido erótico que se irá convirtiendo en pornográfico”. Como despedida, les interpela: “No sois culpables de consumir porno, pero a partir de hoy sois responsables”.
Ianire Estébanez - Psicóloga
“El porno muestra violencia cada vez más cruenta”
Ianire Estébanez creó el blog Mi novio me controla... lo normal en 2007 cuando ni siquiera se reconocía como una forma de violencia ese comportamiento, que denuncia la campaña del 25-N de la Diputación Foral de Bizkaia. Hoy en día, explica la psicóloga, “las nuevas generaciones tienen mucha más información sobre las distintas formas en que se expresa la violencia”, si bien queda camino por recorrer.
“La violencia simbólica que permea nuestra cultura sigue reproduciendo ideales y estereotipos que nos violentan constantemente. Mientras se han dado grandes avances a nivel legal y educativo en la detección e identificación de comportamientos machistas y violentos, seguimos siendo en lo cotidiano y lo colectivo una sociedad machista, racista, competitiva e individualista”, lamenta.
La violencia, destaca Estébanez, suele aparecer “mezclada con sentimientos, perdones y reconciliaciones”, por lo que su identificación cuando se está inmerso en una relación “no es tan sencilla”. “En la práctica se nos siguen escapando muchas demostraciones de violencia como señales de amor e incluso algunas veces la cultura las normaliza”, censura.
Mientras las mujeres “están haciendo muchos esfuerzos por deconstruir el machismo que está tan enquistado en nuestra sociedad y sigue siendo el culpable de las violencias que vivimos, los hombres no están haciendo tanto esfuerzo”. “No creo que la mayoría sean conscientes de los comportamientos de abuso o dominio que realizan en sus relaciones”, lamenta.
“En el porno no solo no aparece el disfrute de las mujeres, sino que se relaciona dolor con sexo”
Respecto al porno, destaca que “muestra formas de violencia expresa, cada vez más cruenta”. “No solo no aparece por ningún lado el disfrute de las mujeres, sino que se está relacionando dolor y violencia con sexo, lo que tiene una gran influencia en el imaginario sexual colectivo” y puede hacer, advierte, “que identifiquemos que nos tienen que gustar ciertas prácticas sexuales porque hemos visto que nos tienen que gustar, no tanto porque experimentemos que nos gusten”.
Estébanez considera que “hace falta educación sexual para prevenir violencias sexuales, pero no solo debemos educar a las generaciones jóvenes. Los mensajes que transmitimos las personas adultas son claves para que puedan aprender formas de relacionarse sin coacción, presión, agresión o violencia”. “Que a las niñas no se les permita explorar con normalidad sus deseos y saber lo que les gusta, y que a los niños les permitamos realizar acciones sin escuchar los límites de los demás es algo que aprendemos desde pequeños. Lo que muestra el porno violento –concluye– solo viene a reforzar este aprendizaje”.