Nos reciben en la entrada Eskarne Galdos y Joxemari Gabilondo, directora y director adjunto del instituto de Secundaria Beasain BHI, un centro educativo con 1.216 alumnos y alumnas de 12 a 18 años repartidos en dos sedes. Son las ocho de la mañana y 438 estudiantes de primero y segundo de Enseñanza Secundaria Obligatoria (ESO) acaban de entrar a Loinazpe, el colegio que agrupa a los más pequeños, nacidos entre 2010 y 2011. Arranca para ellos una jornada lectiva sin teléfonos móviles. Ni siquiera en el patio, durante los descansos. Cinco horas y cuarto de desconexión, sin datos, ni redes sociales.

La decisión no era fácil, pero ha sido bien acogida, y tras dos semanas de aplicación, Galdos y Gabilondo muestran su satisfacción. “Hemos tenido que quitar el móvil a dos menores en los primeros días; y no hemos tenido ningún problema. Se trae el móvil, lo desconecta el propio alumno, se deja en Dirección, y a las 14.15 horas, al terminar las clases, lo recoge y se lo lleva a casa. Si tuviéramos que hacer una primera evaluación, podríamos decir que va muy bien”, explica Gabilondo, director adjunto de Loinazpe.

La medida ha entrado en vigor este curso. De hecho, hasta junio pasado, los alumnos y alumnas podían hacer uso de sus dispositivos personales en los pasillos y el patio sin limitación. Su utilización sólo estaba prohibida en las aulas. Es la práctica habitual en los institutos vascos, donde no existe una regulación autonómica y son los propios centros los que deciden sus normas.

Pero a Joxemari Gabilondo y el resto de miembros del equipo de dirección no les gustaba lo que veían: jóvenes “atrapados por el móvil en el patio”, “jugando al Clash Royale (videojuego)” o chateando, en vez de interactuar con sus nuevos compañeros, “algo que es súper importante para ellos”, ya que en este centro desembocan estudiantes que han cursado Primaria en once pueblos diferentes de Goierri. A ello se sumaban “los malos usos propios del móvil, stickers a alumnos y profesores, y veíamos que, en la medida que se pudiera, estaría bien cortarlo”.

Tomar la decisión de prohibir el uso del móvil en el centro "no era fácil” para un equipo directivo recién llegado, “porque veíamos que iba a suponer un gran cambio, pero Eskarne nos apoya mucho y eso nos da seguridad para hacer este tipo de cambios”, asegura Gabilondo. Los padres con los que se han reunido hasta la fecha han valorado su iniciativa y en el centro no han recibido ninguna queja.

Desafío inicial

Es una decisión fruto de una reflexión profunda. “Nosotros creíamos que en Loinazpe había que prohibir el uso claramente; a los alumnos de los dos primeros cursos. Y el desafío más grande era con los de segundo, porque esos ya habían usado el móvil en el patio y los pasillos el curso anterior. Lo de DBH1 (ESO1 en euskera) lo veíamos bastante claro”, reconoce Gabilondo.

Lo difícil era cómo encajar todo eso. “Se llegó a plantear la eliminación del móvil en los pasillos”, y permitirlo en el patio, “pero veíamos que era muy difícil cortarlo ahí, porque los chavales salían del aula y automáticamente cogían el móvil en las manos”, explica el director adjunto. Así que finalmente se optó por prohibir su uso en todo el centro.

Beasain instituto sin móviles3 Arnaitz Rubio

El tema se expuso primero en el equipo de dirección y luego se le trasladó a los cerca de 170 profesores que integran el claustro de Beasain BHI. Se dio la opción de que cada departamento plantease sus propias aportaciones y, en las mismas, reconoce Eskarne Galdos, “se vio adecuado que la decisión sea para un año (curso 2023/2024), que se haga un pilotaje, y en función de eso, que se decida el año próximo, pero en todo caso, se ve adecuado que la medida que se adopte sea progresiva”.

En resumen, que “si acostumbramos a los de primero y segundo a no usar el móvil en Loinazpe, cuando suban a la sede Txindoki en tercero, queremos que no se pierda esto”, insiste Galdos. La propuesta se trasladó a los mintegis y se adoptó cuál sería el procedimiento para este año. La decisión entre el profesorado de Loinazpe fue “unánime”, según Gabilondo.

La iniciativa también se puso en conocimiento del inspector correspondiente del Departamento de Educación del Gobierno Vasco; y luego se sometió a la aprobación del consejo escolar, que es el órgano superior de decisión e integra a toda la comunidad educativa (un representante municipal, representantes de los trabajadores no profesores, el profesorado, estudiantes, familias y la dirección).

Galdos cree que era el momento de actuar. “Antes, como profesores, podríamos tener nuestra opinión personal, pero el curso pasado fue nuestro primero en la dirección, y los miembros del equipo de dirección que estaban en la sede de Loinazpe ya sentían esa necesidad: que quizá habría que prohibir la presencia del móvil en el ámbito escolar. Ese sentimiento ya estaba en el profesorado también”.

Mal uso generalizado

“Como profesores, todos hemos visto que, a medida que van cumpliendo años, los alumnos y alumnas, incluso en el bachillerato, a pesar de estar prohibido, sacan el móvil y lo utilizan durante la clase, quizás para quedar en el baño y hacer una gamberrada o para enviar algo a alguien o un mensaje a casa”, señala Galdos.

El problema no es baladí. “Lo que sucede es que los daños que puede provocar el mal uso de estos dispositivos, se han complicado tremendamente en el ámbito escolar. Y esta prohibición”, añade la directora, es “una forma de cortar todo lo que puede venir detrás”: “Quiero decir, los móviles han cambiado los tipos de relaciones. Y lo que no eres capaz de decir a la cara, se dice a través del móvil, y se dice además en modo duro, cruel, malo, para hacer daño, y favorece el bullying, el ciberbullying”.

Grabar una pelea o insultar en un grupo, por ejemplo. “Han pasado esos casos. Y entonces se da cuenta la familia. Les dices que su hijo ha participado en esto, que hay evidencia de lo que ha sucedido, y que la familia de la víctima quiere denunciar, y que puede tener consecuencias. Entonces, salta la alarma”.

“Caminar juntos”

En todo caso, la directora de Beasain BHI subraya que, aunque la recomendación es que no se lleve al móvil al centro escolar, no está prohibido hacerlo: “Tuvimos en cuenta que vienen muchos alumnos y alumnas de pueblos pequeños y que para las familias es un cambio grande, ya que muchos menores se quedan luego en el programa de refuerzo Hedatzen, en el comedor, o después van a extraescolares, y están muchas horas fuera de casa. Y en esos casos, que tengan el móvil puede ser tranquilizador. Pero mientras están en el colegio, no les hace falta, porque están localizados y las familias tienen un número de contacto”.

Por su parte, Gabilondo pone en valor el papel de los docentes en este proceso, “porque ellos tampoco pueden usar los móviles en el aula, en los pasillos o en el patio, y en ese sentido, estamos muy contentos, porque han respondido muy bien”.

También lo han hecho en su labor de control. “Al principio, los profesores preguntaban si al ver a alguien usando el móvil, de entrada había que ser flexibles. Pero acordamos que no, porque el móvil se apodera de nosotros. Y enseguida asumieron que tienen que ser ejemplo y referente”, explica el director adjunto de Loinazpe.

La directora va más allá:Yo diría, que esto necesita una respuesta integral por parte de la sociedad, y aquí las familias tienen mucho qué decir. Y que al igual que se hace un esfuerzo en el colegio, en los hogares también tenemos que hacerlo, y que tenemos que caminar juntos. No somos quién para decirle a nadie cómo tiene que actuar en su casa, pero si todos fuésemos en la misma dirección, la implementación de esto sería más fácil. Mi opinión -dice Eskarne Galdos-, es que estos dispositivos no son malos, pero hay que saber utilizarlos”.

“Subir a Txindoki”

El siguiente paso a dar es más complejo: trasladar esta dinámica a la sede Txindoki, donde se imparten los cursos tercero y cuarto de ESO y los dos cursos de Bachillerato, donde el móvil es incluso herramienta de trabajo en algunas asignaturas. “Yo veo que en DBH1 y DBH2 es más fácil esa contención, y aunque esos menores estén acostumbrados a no usar el móvil en el colegio, luego, al subir a Txindoki, la edad es otra. Están más rebeldes, el brote de adolescencia es más fuerte y dentro de ese esquema, nos hemos planteado varias cuestiones”, asegura Galdos. Gabilondo cree que “es ahí donde se va a necesitar más ese trabajo en casa”.