– Las cifras de pacientes con Alzheimer no dejan de crecer y es la demencia más frecuente. ¿Tan prevalente es la enfermedad?

—La enfermedad es muy prevalente, y la incidencia va constantemente en aumento porque el factor que más se asocia a esta enfermedad sobre todo es la edad. Cuanto más envejecida está la población –se calcula que afecta entre un 5 y un 10% de los mayores de 65 años–, más prevalencia. Pero, además, hay que decir que está infradiagnosticada porque aunque el diagnóstico es clínico, a veces necesitamos pruebas bastante específicas.

Pero el aumento de casos no se da solo en personas mayores sino que cada vez se diagnostica a gente más joven.

—Eso es porque disponemos de más recursos para realizar el diagnóstico. Estamos trabajando por detectarla lo antes posible porque eso nos da más margen para poder tratarla. Es una enfermedad que se asocia mucho a la hipertensión, al colesterol, a la diabetes... A medida que se vaya controlando eso, igual podría bajar la incidencia.

¿Con hábitos de vida saludables también se puede prevenir?

—No al cien por cien. Porque en esta enfermedad lo que hay son factores de riesgo modificables y no modificables. Es decir, sabemos que la edad no se puede modificar, pero es que no es la única causa. A veces, hay factores familiares o genéticos que también condicionan. Aunque solo por los factores genéticos no se justifica la patología. Se ha visto que hay cuestiones como la tensión alta, el colesterol, la diabetes que predisponen al Alzheimer.

Dicen que esta enfermedad del olvido es mucho más habitual entre mujeres. ¿Usted también lo detecta?

—No, ni en mi consulta de Demencias en el hospital de Galdakao ni en mi consulta del IMQ veo que haya una gran diferencia entre hombres y mujeres. Quizá los datos se inclinen levemente hacia el género femenino porque ellas tienen una esperanza de vida más alta, y también porque ejercen mucho más de cuidadoras. Y, en ocasiones, están más pendientes de sus parejas o familiares y descuidan su propia salud y consultan los síntomas más tarde.

¿Se puede revertir el envejecimiento del cerebro?

—No. Lo que se puede es intentar frenar al máximo el envejecimiento del cerebro. Hábitos de vida saludables, una buena reserva cognitiva, favorecer la lectura, la cultura, los estudios..., todo eso puede ayudar a retrasarlo y frenar su deterioro.

Si fuera solo cuestión de eso, todos nos pondríamos manos a la obra desde ahora.

—Claro, pero hay otros factores que también contribuyen y que todavía no conocemos.

Los tratamientos actuales van dirigidos a mejorar temporalmente la pérdida de memoria.

—A día de hoy no existe cura para el Alzheimer. Con los tratamientos actuales todavía no hemos conseguido atacar la destrucción neuronal. Cuando se diagnostica es porque ya hay una destrucción en el cerebro y se han acumulado ciertas sustancias. Lo que se dice ahora es que eso es el resultado final de algo que llevaba mucho tiempo produciéndose y no somos capaces de verlo.

¿O sea que un Alzheimer que se diagnostica hoy puede haber empezado diez años antes?

—En la mayoría de casos, sí. Este es el problema de muchas enfermedades neurodegenerativas, que se están produciendo muchas alteraciones cuando la persona aún no tiene ningún síntoma.

¿Se puede confundir el Alzheimer con alguna otra enfermedad degenerativa?

—El Alzheimer es la demencia más frecuente pero existen otras enfermedades donde hay afectación cognitiva como la demencia con cuerpos de Lewi, o una demencia vascular que se debe a infartos cerebrales. A veces hay fallos de memoria que se asocian, por ejemplo, a una depresión. Por eso es importante que este tipo de problemas los valoremos los neurólogos.

Esos fallos de memoria, el olvido de nombres, no saber dónde nos hemos dejado las llaves... ¿pueden ser un principio de Alzheimer?

—En la mayoría de casos no. En la consulta, las quejas sobre la pérdida de memoria son muy frecuentes. Pero una cosa son los fallos de memoria puntuales y subjetivos, por los que mucha gente se preocupa y acude al especialista, y otra cosa es un Alzheimer. Con la edad, es normal que se produzca un envejecimiento cerebral, pero eso no es un signo de este mal. Como envejecen otros órganos del cuerpo, envejece el cerebro, pero con el Alzheimer pasa algo más.

Una pensaba que si se mantiene el cerebro activo había más posibilidades de esquivarlo.

—Hay tres pilares que pueden detener el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas, el ejercicio físico, el ejercicio intelectual y el ejercicio social. Porque el aislamiento muchas veces predispone a que haya una degeneración cerebral. ¿Qué pasa? Que ojalá fuera así al 100% pero hay otros factores que también predisponen a sufrir un Alzheimer. Desgraciadamente, no todo depende de nuestros hábitos.

Esos tres pilares parecen la receta universal para casi todos los males.

—Todavía nos queda mucho por conocer de la enfermedad. ¿Por qué una persona cultivada que hace ejercicio físico, que tiene muchas relaciones sociales acaba desarrollando Alzheimer? Pues porque hay otros elementos también claves. Factores genéticos o moleculares que no hemos sido capaces de entender.

Un Alzheimer siempre va a peor.

—Sí. Lo único que podemos asegurarnos es que el deterioro sea lo más lento posible. Pero es verdad que no podemos decirle a un paciente que en diez años va a estar mejor a nivel cognitivo. Lo lógico es que a lo largo de los años, el Alzheimer progrese y sume más deterioro.

Lo terrible de esta enfermedad es que no solo afecta al paciente. El impacto físico, psicológico sobre los cuidadores es brutal.

—Sí. Siempre digo que en los primeros estadíos de la enfermedad, el paciente lo sufre mucho, pero luego quien verdaderamente sufre es el familiar. Hay que apoyar al paciente y dar mucho apoyo a los familiares que asumen la gran carga de la enfermedad. Igual en diez años hay un tratamiento revolucionario, pero hoy por hoy, no lo hay.