Los últimos días ha ondeado la bandera roja en muchas playas del litoral vasco por la aparición de la carabela portuguesa, cuyas picaduras provocan el terror de los bañistas. El misterio siempre ha ayudado a amplificar la leyenda de los monstruos. Y como monstruo marino número uno, con permiso del Tiburón que Steven Spielberg inoculó en las pesadillas del respetable gracias al suspense creado por la simple alternancia de dos notas del tema principal de banda sonora del film firmada por John Williams, la carabela portuguesa está rodeada de medias verdades, si no mitos. Para empezar, ni es medusa, ni es mortal a no ser que seas alérgico. Eso sí, el mal rato no te lo quita nadie.

Con ayuda de la ciencia descubriremos los secretos de una especie tan fascinante como temida. Sabremos por qué han aparecido en la costa vasca y cómo debemos actuar en caso de sufrir una de sus dolorosas picaduras. “Aunque morfológicamente similares y emparentadas con aquellas dentro del grupo de los cnidarios, la carabela portuguesa no es una medusa propiamente dicha, ya que se trata de un cnidario hidrozoo colonial. Aun así, ambas formas poseen células urticantes similares, llamadas nematocitos, que contienen una neurotoxina que provoca un intenso dolor en la zona afectada”, afirma el zoólogo Urtzi Goiti Ugarte. La diferencia entre ambas especies “radica –dice– en que el veneno de la carabela portuguesa es más potente que el de otras medusas debido a ciertos componentes moleculares (polipéptidos de gran tamaño)”.

Más aun, en el caso de la carabela portuguesa “la peligrosidad se ve acrecentada debido a que los tentáculos poseedores de esas células urticantes alcanzan fácilmente los 10 metros de longitud, incluso en ocasiones excepcionales llegando hasta los 30 metros, e incluso más, y por tanto el área de afección en la víctima suele ser mucho mayor que en las picaduras de las medusas típicas de nuestra costa”, asegura este experto del Grupo de Investigación de Ecología del Comportamiento y Evolución de Quirópteros del Departamento de Zoología y Biología Celular Animal de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU).

Arpón aguijón

Según este investigador, el veneno de la carabela portuguesa “es inoculado a través de una estructura parecida a un pequeño arpón que se encuentra dentro de cada una de las células anteriormente citadas. Las carabelas portuguesas (así como las medusas) expulsan estos pequeños arpones tanto para capturar sus presas como para defenderse de posibles predadores”. Hay varias clases. Como hidrozoo colonial formado por zooides y dentro de la colonia hay varios tipos de estos arpones, “algunos de los cuales conforman el conocido flotador-vela que da nombre al animal, otros son los responsables de la reproducción y hay otros zooides que forman los mencionados tentáculos y que están provistos en toda su superficie de las células urticantes poseedoras del veneno”.

Lejos de la extendida creencia popular, las medusas o las carabelas portuguesas no atacan al ser humano sino que usan los tentáculos urticantes para capturar los alevines de peces y otros pequeños animales marinos de los que se alimentan, que son introducidos en una cavidad gastrovascular donde son digeridos. Además son animales muy simples que carecen de músculos propiamente dichos y por tanto se dispersan por los océanos a través de los vientos y las corrientes marinas.

Aguas tropicales al Cantábrico

Goiti explica que habitualmente la carabela portuguesa se encuentra en aguas tropicales y subtropicales cálidas alrededor de todo el mundo, por lo que “no es extraño que con cierta frecuencia grupos más o menos extensos lleguen al mar Cantábrico e incluso arriben a nuestras playas”. Estudios realizados confirman que estas llegadas se deben “a cambios en las condiciones oceanográficas que ocurren en alta mar y debido a las cuales poblaciones de carabela son transportadas hasta las costas de la península ibérica desde latitudes más meridionales”. Por tanto, esto no significa que porque el agua de nuestras playas esté más caliente este año vengan más carabelas, ya que no tienen la capacidad de escapar de las corrientes marinas. Aun así, este zoólogo explica que el cambio climático “puede hacer variar las condiciones marinas a tal nivel que las grandes corrientes oceánicas se vean afectadas y que por tanto cada vez sea más habitual la llegada de estos seres” Otro de los factores que se mencionan para explicar la proliferación de carabelas “es la sobreexplotación pesquera que se da a nivel mundial, que esquilma las poblaciones de peces y tortugas que pudieran controlar las poblaciones de carabela y otras medusas, generando desequilibrios en las cadenas tróficas y en las comunidades marinas”.

MEDUSAS COMUNES

Las medusas más predominantes en nuestras aguas son ‘Pelagia noctiluca’, también denominada medusa clavel, y ‘Rhizostoma pulmo’, conocida como aguamala. Sin embargo, en algunas zonas puntuales, pueden predominar medusas como ‘Carybdea marsupialis’ u ‘Olindias phosphorica’.



En este sentido, Goiti critica que el hecho de que no se atajen estas razones por intereses económicos hace que “estemos desgraciadamente a las puertas de observar grandes cambios en nuestros océanos, provocados por la acción humana, que pueden derivar en una mayor frecuencia de aparición de carabelas portuguesas en un futuro no muy lejano”. Así añade que, “es de esperar que tras la llegada de algunas carabelas portuguesas estos días a nuestras costas nuevos individuos aparezcan en las playas, aunque es difícil predecir el número exacto ya que dependerá del tamaño de la población que ha sido arrastrada hasta el Cantábrico desde su lugar de origen” El investigador de la UPV/EHU, ofrece una serie de recomendaciones para saber qué hacer para evitar ser víctima de una picadura y actuar correctamente en caso de ser tarde. Ante la presencia de carabelas, dice, “debiéramos tomar precauciones y evitar ante todo el baño para minimizar riesgos”. Según afirma, la picadura puede ser muy dolorosa y persistente durante días e incluso semanas”. Goiti llama a la calma ante la leyenda negra que persigue a la carabela portuguesa. Y es que “por lo general no es mortal, pero en ciertos casos puede generar dificultades respiratorias y cardíacas, más probables en menores y personas mayores, hasta el extremo de poder causar un schock anafiláctico fatal en personas con antecedentes alérgicos”.

Síntomas de picadura

Aunque pueden compartir características comunes, los síntomas difieren según la especie y su peligrosidad: desde enrojecimiento y escozor y hasta la aparición de pápulas, dificultad respiratoria y convulsiones. Los síntomas de una reacción alérgica por la picadura de una medusa se manifiestan con náuseas, vómitos, diarrea, calambres estomacales, espasmos, dolor muscular, fiebre, escalofríos, dolor de cabeza, mareos, enrojecimiento de la piel, picor intenso, erupción cutánea y dificultad para respirar, entre otros.

Qué hacer

El protocolo general y útil para todas las medusas, es lavar con agua de mar sin frotar y aplicar una solución de bicarbonato al 50 por ciento con agua de mar. Si quedasen tentáculos o fragmentos residuales, estos se pueden quitar con pinzas, guantes o una tarjeta plástica. En el caso de que el dolor persistiera, se debería acudir a los servicios de socorrismo o asistenciales. Si además de las molestias en la piel, el individuo presenta mareo, escalofríos, fiebre, hinchazón, se recomienda acudir a urgencias y consultar con un alergólogo.

Se ha sufrido una picadura, el experto afirma que “deberemos acudir al puesto de socorro o en caso de que esto no sea posible actuar lavando la zona con abundante agua salada, nunca con agua dulce, amoniaco u orina, líquidos estos que aumentarían la absorción de la toxina”. Tampoco hay que frotar la zona afectada para evitar la expansión de posibles células urticantes a zonas circundantes. “Deberemos observar y retirar todo resto de tentáculo que haya quedado adherido a la piel e incluso al bañador, ya que pueden seguir inoculando veneno durante días”. l