Todo tiene su razón de ser. Una motivación. El último descubrimiento sorprendente y esperanzador a partes iguales tiene que ver con el cerebro humano. En realidad con una molécula que, después de años y años de búsqueda, por fin ha podido ser cazada por la ciencia. Este hecho permitirá comprender mejor por qué algunas personas recuerdan con más facilidad las emociones negativas que las positivas; y quien sabe si en el futuro poder controlar y rectificar a demanda ese proceso biológico. Porque para que un ser humano o un animal aprenda a evitar o a buscar una determinada experiencia en el futuro, su cerebro debe asociar un sentimiento positivo o negativo con ese estímulo.

También con el euskera ocurre algo parecido. Su destino continuará residiendo en la voluntad de las personas, principalmente de las generaciones más jóvenes. La tecnología tendrá un papel fundamental –la que existe ahora y la que vendrá– aunque ya hace años que se trabaja para que la lengua vasca no quede relegada en ese octavo territorio glocal que es internet. Y eso sin descuidar la calle, las aulas, los puestos de trabajo, los comercios, las oficinas de las administraciones…

En todos y cada uno de esos lugares físicos o virtuales es preciso que los mensajes que acompañen al euskera sean positivos y que tengan un valor añadido; algo que acaricie a esa dichosa molécula y active para siempre el proceso biológico que se transformará finalmente en esos recuerdos agradables que determinan la respuesta humana ante un determinado hecho.

Esta es una de las conclusiones que pudieron ser escuchadas en el transcurso de un seminario organizado recientemente por la Fundación Sabino Arana y Euskaltzaindia para identificar los retos del euskera y de la comunidad vascoparlante de 2030. Y como acertó a expresar Elixabete Larrinaga, docente universitaria y ponente en este encuentro, es urgente renovar los discursos en torno al euskera.

Sobre todo porque el marco legislativo que promueve su normalización fue redactado allá cuando Maradona fichó por el Barça por unos mil millones de pesetas –algo más de 7 millones de euros–. Hace 40 años. Desde entonces la metamorfosis de la sociedad vasca ha sido evidente. Tanto, como los perfiles y las necesidades de las personas vascoparlantes.

“La acción social euskaldun ha realizado un ingente trabajo de revitalización lingüística, pero ahora para seguir actuando con eficacia esta acción social debe adaptarse al nuevo contexto y establecer prioridades”, manifestó. Entre ellas, acometer con urgencia esa renovación y reformulación de los discursos y consensos que han custodiado al euskera durante años. “Habría que manejar ideas más positivas”, resumió esta doctora en Ciencias Políticas y de la Administración.

Sus palabras no fueron las únicas que trataron de imaginar ese horizonte de la lengua vasca no tan lejano bajo el poderoso influjo de la multiculturalidad. Xabier Barandiaran, doctor en Sociología, introdujo una variable más que condicionará el porvenir del euskera: la globalización. Ya lo está haciendo, de hecho. Las reglas de juego han cambiado y es necesario que la lengua vasca –y la propia Euskal Herria– se recomponga de esta transición y se resitúe en ese universo digitalizado y competitivo.

Estrategias a largo plazo

“La tecnología ha creado nuevos sistemas de relación para construir la realidad y ha ofrecido la posibilidad de articular nuevos modelos de comunidad; el sistema de valores ha cambiado; los espacios de inclusión pública se han multiplicado y hay una nueva agenda política en ese ecosistema”, apuntaba en su ponencia. Dentro de ese nuevo orden planetario, siempre en transformación, el euskera debe encontrar su espacio, hacer valer su naturaleza y restaurar su esencia local. O, como describió Barandiaran, “el futuro del euskera pasa por mantener la capacidad del pueblo vasco por sostener y alimentar su condición de comunidad política. Y eso requiere amplios consensos. Tenemos que relacionar el euskera con ese nuevo mundo que ya nos rodea, y hacen falta estrategias que miren a largo plazo, pero veo que todavía estamos anclados en el corto plazo”.

Una visión compartida por Andrés Urrutia, presidente de Euskaltzaindia, quien apostó por adaptar el euskera a los nuevos ecosistemas lingüísticos sirviéndose de los recursos existentes y aquellos otros que prometen las nuevas tecnologías. Y todo ello sin perder de vista el posicionamiento de la lengua vasca en el mapamundi de las lenguas minorizadas y minoritarias. La misma idea centró las palabras de Mireia Zarate, presidenta de la Fundación Sabino Arana, cuando expresó su temor a que las redes sociales y la tecnología en general se puedan convertir en una especie de troyanos que poco a poco vayan restando valor y anulando influencia a la comunidad vascoparlante.

El papel de las generaciones más jóvenes, euskaldunes y plurilingües, será crucial en la conservación y proyección de la lengua vasca. Esto es lo que vino a decir el consejero de Cultura y Política Lingüística, otra de las voces que pudo ser escuchada en el seminario. “Tenemos que reforzar la presencia del euskera en ese nuevo mundo” enfatizó Bingen Zupiria, quien también se mostró partidario de ampliar el marco normativo que garantice el estatus del euskera.

Zupiria auguró una Euskal Herria bilingüe o plurilingüe para 2030 y abogó por crear oportunidades para que las nuevas generaciones puedan expresarse y vivir en la opción lingüística que quieran. “Cuando hablamos de la situación de la lengua vasca, deberíamos consensuar los discursos, utilizar palabras realistas, dar una idea real de la situación, pero rechazando discursos derrotistas”, apostilló el consejero, quien insistió en la idea de que la resistencia del euskera requerirá de nuevos acuerdos, “incluso con los que piensan diferente”, concluyó.

El apunte

Tímido incremento. El uso del euskera aumentó muy tímidamente entre 2016 y 2021 al pasar del 2,5 al 3,5%, según el estudio quinquenal que realiza el Kluster Soziolinguistika. Este estudio, que se hace mediante la escucha en la calle a los transeúntes sin hablar con ellos, refleja un cambio de tendencia, ya que hasta 2016 descendía el uso del euskera.

Mujeres de Abando, Begoña e Ibaiondo. Las mujeres hablan más euskera que los hombres y por edades son los niños los que más utilizan la lengua vasca y además lo hacen cada vez más, mientras que los jóvenes lo utilizan poco y cada vez menos. Por distritos, Abando, Begoña e Ibaiondo son en los que más euskera se habla y se escucha, seguidos de Deusto, Uribarri, Basurto-Zorroza y Otxarkoaga-Txurdinaga, y Rekalde es el distrito en el menos euskera se ha escuchado.