Camino de Santiago

Según informan desde la Asociación de Amigos de los Caminos de Santiago de Bizkaia, los viajeros están comenzando a llegar de nuevo a recorrer el Camino del Norte tras el parón que hubo en marzo del año pasado debido al covid-19. Aún así, afirman que por un acuerdo entre el Gobierno vasco, las autoridades sanitarias y todas las asociaciones de Euskadi decidieron mantener los albergues públicos cerrados hasta que mejorase la situación sanitaria.

Sin embargo, hay uno que se ha adelantado y lleva abierto desde el 4 de junio, el albergue de peregrinos de Portugalete. “De los municipales somos los únicos que hemos abierto. Normalmente las asociaciones de amigos del Camino son las que llevan ese tipo de alojamientos, pero este año han decidido no abrir por el tema de la pandemia. Nosotros lo que hemos hecho ha sido subcontratar a una empresa”, explica Juanjo Guardo, del departamento de Turismo y Promoción Económica de la localidad, quien asegura que “políticamente” desde la Alcaldía había interés en abrirlo.

Protocolo específico

Del mismo modo, Guardo comenta que el año pasado no hubo albergues y que para poder recibir huéspedes han creado un protocolo y un plan de contingencia. “Este año hay un limbo en tema normativo, así que hemos seguido el método de actuación que hemos considerado conveniente, que es el de todos los edificios municipales”. Así, el aforo de la estancia se ha reducido un 50%, que ha pasado de acoger 44 personas a 22, dejando entre ellas siempre una cama vacía. Además, los utensilios de cocina y el menaje también han sido retirados por completo. “Hemos quitado los platos, los cubiertos y todos los instrumentos de uso común antes, solamente hemos dejado las mesas para que se puedan sentar y comer lo que ellos hayan traído”, explica Guardo.

Así lo confirma Natalia Tatche, quien descansa en una cama del refugio portugalujo tras haber dado sus primeros pasos por el Camino del Norte, que sale desde Bilbao y llega hasta Oviedo en ruta a Santiago. “El tema está difícil, yo he pensado en cosas que no requieren ser cocinadas, aunque tenga que repetir menú”, comparte. Reconoce también que una de las cosas que preguntó en los albergues antes de salir era si tenía que llevar saco o dan ropa de cama, una cosa que antes se daba por supuesto, pero ahora depende de cada alojamiento. “Es verdad que la situación ha facilitado algunos aspectos del Camino, antes el primero que llegaba se quedaba con la cama, pero ahora si no llegas muy tarde tienes plaza asegurada”, expresa Tatche.

Por su parte, Liliana Mosquera, su hospitalera, lamenta que ya ha tenido que rechazar peregrinos porque no quedaban camas. “Hace poco tuve que denegar el acceso a dos chicos porque estábamos llenos, así que tuvieron que pasar la noche en un sitio bastante más caro”, expresa. Explica que, además, llevan un registro de los caminantes: “Nada más entrar les medimos la temperatura y luego apuntamos la fecha de llegada y de salida, la ruta que están realizando y el número de teléfono por si hay algún positivo y tenemos que contactar con ellos”.

Bajo su tutela se haya José Revilla, quien comenzó el periplo en la villa jarrillera tras coger un avión desde Huelva. “Es el primer día de la primera etapa del primer Camino que hago”, comenta. Al mismo tiempo, afirma que no le molesta la falta de gente y que es hasta cómodo para determinadas cosas.

“Completamente vendido”

Más experimentado es Jacobo Moreno, que llegó a Euskadi desde Málaga hace una semana para realizar la Ruta del Norte. Ha salido con las paradas planificadas y las camas reservadas, pero con muy poca antelación. “Empecé un lunes y salí ese mismo viernes, llamé a todos los sitios en los que me iba a quedar a dormir porque como llegues y no tengas plaza te quedas vendido”, comparte. Así, aunque él no ha tenido complicaciones, a lo largo del Camino se ha encontrado gente que sí: “Conocí a una chica que venía desde Estados Unidos y como salió sin hacer reservas no ha tenido camas libres en muchos albergues y ha tenido que recurrir a hoteles que son mucho más caros”.

Diferencias

Los albergues privados tienen un precio fijo por cama o habitación, mientras que en los públicos o municipales depende de los donativos que dejan os viajeros al terminar su estancia.

Seis días

Jacobo Moreno lleva seis días en el Camino de Santiago y afirma que aunque él no ha tenido problemas para encontrar un albergue en el que dormir, se ha encontrado a caminantes que ha tenido que recurrir a hoteles más caros.

El albergue de Portugalete registra el número de teléfono, el DNI y el siguiente tramo que van a realizar los viajeros por si hay un positivo

“Nada más entrar les medimos la temperatura y apuntamos la fecha de entrada y salida, la ruta y su número de teléfono por si hay algún caso”

Hospitalera del albergue de Portugalete

Mosquera explica que la estancia ha reducido el aforo máximo un 50%, de 44 a 22 camas. Esto ha provocado que ya haya tenido que rechazar a dos viajeros porque no quedaba sitio, por lo que han tenido que ir a un hotel más caro.

“No me molesta que haya menos gente por el camino, de hecho es hasta más cómodo para determinadas cosas”

Peregrino

Debido a la pandemia de coronavirus, Revilla ha considerado que la mejor opción es pasar las vacaciones sin salir del Estado haciendo el Camino de Santiago, una aventura que “tenía pendiente”.

“El tema de la comida está difícil. Yo he traído cosas que no requieren ser cocinadas, aunque tenga que repetir menú”

Peregrina

Tatche ha partido con todo el viaje planeado y las paradas reservadas, pero cree que la falta de gente ha facilitado que los trotamundos que van al día tengan garantizado un sitio en el que dormir siempre y cuando no lleguen excesivamente tarde al albergue.