ME caso, no me caso, me caso, no me caso... Itxaso Ruiz y Axel Calvin, en vez de margaritas, deshojan calendarios. Tras cancelar dos veces su boda por el coronavirusel año pasado y este, han fijado nueva fecha para el que viene. Que no sea por no intentarlo. "Nos cueste lo que nos cueste vamos a ir a por ello. Vamos a ganar a esta pandemia", dice esta treintañera de Sopelana derrochando optimismo. "Tengo la esperanza de que dentro de año y pico esté todo tranquilo y no exista ni la mascarilla. Igual soy un poco ilusa. Mucha gente me dice: Olvídate, la mascarilla va a seguir, pero yo espero que podamos disfrutarlo al cien por cien y que nos veamos todos las caras".

Itxaso Ruiz y Axel Calvin

Dos cancelaciones y boda en 2022

"Hay mucha norma y lo queremos celebrar bien"

Itxaso y Axel decidieron formalizar su relación tras ser padres "para tener los papeles bien por la cría y celebrarlo con los amigos y la familia". Su primer intento fallido fue el 25 de abril de 2020, poco más de un mes después de decretarse el estado de alarma, en pleno confinamiento domiciliario. "Al principio no veíamos la magnitud y pensábamos que en quince días íbamos a estar fuera. Luego ya vimos que no", recuerda ella. Para entonces tenían todo listo: el banquete para 125 invitados, el viaje, los trajes, las alianzas con la fecha grabada... "Las habíamos recogido la semana antes y las vamos a dejar así, igual que los regalitos de los invitados. El 25 de abril era nuestra fecha inicial y se queda como el recuerdo de algo inédito, que no ha pasado nunca, que es que estábamos todos en casa", explica el novio.

Lejos de venirse abajo, esta pareja, que reside en Urduliz, se tomó la cancelación del enlace "con bastante filosofía y una sonrisa". De hecho, ese día celebraron un simulacro de boda virtual con trajes improvisados. "Yo me vestí con una tela blanca de terciopelo que tenía y un cinturón. Él se puso una corbata e hicimos videollamadas con los amigos, que también se pusieron más elegantes. Hubo uno que hizo el papel de casarnos y lo llevamos con alegría porque ¿qué íbamos a hacer? Si no se puede, no se puede y ya está", asume Itxaso, que tiene su vestido de novia sin estrenar colgado desde entonces en casa de su madre. "Cuando voy digo: Voy a mirarlo, porque hay veces que hasta se me olvida cómo era al cien por cien", confiesa. El que da por "perdidísimo" es el de su hija. "Está en una tienda de Las Arenas. Era a medida y no le va a valer ni de casualidad", se resigna. El suyo ni se lo ha vuelto a probar. "A ver si no vais a caber...", les han dicho alguna vez de broma.

Tras anular o posponer las reservas y contratos -"la gente es superamable y te dan mogollón de margen y alternativas", afirma Axel-, anotaron una nueva fecha en sus agendas: el 13 de marzo de 2021. "Le dije a Itxaso: Vamos a elegir un número de mala suerte a ver si nos cuadra y tampoco", explica entre risas. "Lo retrasamos casi un año para que estuviera todo más normalizado y, claro, ha llegado el día y otra vez hemos tenido que cancelar", comenta Itxaso, que se resiste a buscar una mascarilla a juego con el vestido.

Aunque esta vez la boda sí que se podría haber llevado a cabo, las actuales limitaciones les disuadieron. "Las mesas de cuatro en cuatro, el cóctel sentados, si quieres bailar tiene que ser sin la copa porque tienes que sentarte para beber... Hay mucha norma que no nos gusta. Nosotros lo queremos celebrar bien", insiste ella. Y eso incluye no estar pendiente del reloj. "A las ocho tienen que cerrar y cada uno a su casa. Yo decía: Jo, cuando te lo estás empezando a pasar bien te tienes que marchar. Con tanta restricción y estando el tema como estaba, decidimos no seguir adelante", argumenta. Y eso que el restaurante que tenían reservado dispone de dos plantas y no habrían tenido problemas de aforo, pero "luego ¿dónde se ponen los novios? ¿Uno en cada planta? Era mucho rollo", reitera.

Conclusión: segunda fecha tachada, padres y abuelos con pena, pero dando ánimos, y amistades, entre el vacile y la cautela. "Alguno nos dijo: Pensadlo bien que el virus os está dando una segunda oportunidad. ¿Estáis seguros? Otros estaban con miedo a preguntar por si nos sentaba mal, pero nosotros lo llevamos con buen humor", asegura Axel.

Inasequibles al desaliento, pero con la lección aprendida, han ampliado el margen y fijado su tercera fecha de boda, a ver si va la vencida, el 1 de octubre de 2022. "Tenemos un poco de incertidumbre porque no sabemos lo que va a pasar, pero estamos supermotivados y vamos a seguir para adelante", da su palabra él, mientras ella confía en que para entonces haya "pasado todo y sea una boda normal" con su álbum de fotos repleto de sonrisas.

Las expectativas de sus cuadrillas crecen con el paso del tiempo y el hambre de fiesta acumulada. "Nuestros amigos siempre nos dicen: Qué ganas de poder estar todos juntos porque, claro, todo está muy vetado ahora. Va a dar miedo eso", se teme sonriente Itxaso, que antes de estallar la pandemia se metió tres despedidas de soltera entre pecho y espalda, dos de ellas disfrazada de Valentino Rossi y un unicornio hinchable. "Las tuve justo los tres fines de semana anteriores al confinamiento. Yo decía: Si todavía estoy hasta de resaca...", bromea.

También las ansias de celebración de la pareja van en aumento. "Queremos disfrutar con la familia y amigos por todo lo alto", reconocen. "Cuanto más nos haga esperar todo esto, más grandes van a ser la boda, la fiesta y las vacaciones. Teníamos pensado ir a Estados Unidos diecisiete días y ya le he dicho a Itxaso que, como mínimo, un mes. Así que como siga esto para adelante... Como dice la canción: Solo se vive una vez

Leticia López y Asier de la Casa

Casados tras un intento fallido

"Lo importante es lo que estás celebrando"

Leticia López y Asier de la Casa tenían pensado casarse en la iglesia de Balmaseda el 3 de octubre del año pasado, pero "la segunda ola comenzó a subir" y decidieron posponer la boda hasta el pasado 10 de abril, la fecha que tenían reservada como "plan B", cuando empezó la pandemia, en el restaurante de Gordexola donde celebraron el banquete. "Lo más complicado fue cuadrar el día con todos los proveedores que teníamos contratados. Cuando lo conseguimos, respiramos tranquilos, pensando que para estas fechas todo iba a estar mejor", explica Leticia.

Lo cierto es que el coronavirus no cede terreno y la pareja, que reside en Barakaldo, ha vivido los meses previos a su enlace, entre la tercera y la cuarta ola, con mucha "angustia". "Lo hemos pasado mal. Desde que dijeron que si una localidad superaba los 400 casos de incidencia acumulada, la cerraban, mirábamos todos los días los datos de los pueblos de los que venían los invitados, que eran de Sestao, Portugalete, Balmaseda, Bilbao...". Un sinvivir de estadísticas. A los amigos de La Rioja y familiares de Cantabria los daban por perdidos. "Hubo personas que no pudieron venir. Tuvimos que asumir unas bajas muy a nuestro pesar", dice resignada.

Con la lista de invitados autóctonos en vilo, el hecho de que ninguno quedara atrapado por un cierre municipal les pareció una "suerte", pese a que tuvieron que celebrar la boda "con muchísimas restricciones: mesas de cuatro, el cóctel al aire libre, a las ocho de la tarde se acabó todo... Pero la verdad es que disfrutamos un montón", asegura.

Colocar a los comensales en las mesas suele ser de por sí un quebradero de cabeza, pero hacerlo por cuartetos no les resultó "tan difícil" como esperaban. "No queríamos hacer una boda multitudinaria porque veíamos que no era el momento. Invitamos a los amigos más íntimos y les dijimos que fueran sin parejas. En total fueron 70 invitados, que colocamos por unidades familiares en mesas de cuatro y alguna de tres", detalla Leticia, que adelantó su boda a las doce para que les diera "un poco más de margen".

Aunque solo se pudo bailar durante dos horas y media con mascarilla y alrededor de la propia mesa, "la gente lo pasó muy bien porque también tenían ganas de pasar un buen día dentro de lo que es la restricción", asegura la novia, que aconsejaría a otras parejas que siguieran adelante con sus planes de boda "porque soy sanitaria y creo que esto va ser un proceso muy lento y muy largo". "Les diría que abran la mente, que se puede disfrutar igualmente y que las bodas como las de antes tardarán mucho en volver. Si no tienen prisa, que lo pospongan, pero al final lo importante es lo que estás celebrando, el amor con tu pareja, y eso no te lo impide una mascarilla".