El incumplimiento del horario de confinamiento y el mal uso o no llevar mascarillas son las causas que más sanciones acarrean a la ciudadanía. DEIA acompaña a dos patrullas de la Ertzaintza de la comisaría de Sestao en la realización de controles para verificar el cumplimiento de las normas que eviten la propagación del covid. Los agentes no están más de treinta minutos en un mismo lugar, casi el mismo tiempo que el virus sobrevive en el aire. A partir de entonces su presencia se hace viral por las redes y su labor de prevención pierde efectividad. "Se está muriendo mucha gente y después de un año, hay que tomárselo en serio", argumentan.

Los agentes Jon Ander y Paul en un celular, y Jaione y Aritz en otro, realizaron los controles del pasado viernes en Sestao y en Barakaldo. La pandemia ha obligado a las policías vascas a extremar la vigilancia de los decretos para preservar la salud y se lo toman muy en serio. "No vamos a pillar a nadie, pero llevamos un año con el covid y están muriendo muchas personas, la mayoría mayores, que están asustadas en sus últimos años por lo que está pasando". Aritz asegura que está muy concienciado y por eso se toma muy en serio su trabajo.

El balance de la noche constata que el comportamiento de la ciudadanía es adecuado, salvo casos aislados. La ocurrencia de las excusas para justificar el incumplimiento saca sobresaliente en picaresca y, curiosamente, muchas personas llevan salvoconducto pero en cambio no portan ninguna documentación.

La comisaría de Sestao a la que pertenecen estos policías es la que más atestados registra de la Comunidad Autónoma Vasca, por detrás de Bilbao, aunque en efectivos son la cuarta. Cada día realizan una media de seis controles. Les llaman controles dinámicos. "No estamos más de 30 minutos en un sitio porque a los cinco minutos de iniciar una vigilancia ya se está avisando por las redes sociales y pierde su efectividad", explica Jon Ander.

La semana pasada pusieron alrededor de 60 denuncias, generalmente a una población que está en la franja de entre los 18 y los 39 años.

Sestao, con casi 28.000 habitantes, es de los pocos municipio que aún se encuentra en franja naranja e incluso está bajando el porcentaje de contagios por cien mil habitantes. "Algo estaremos haciendo bien", señala Aritz, satisfecho. Pero convertirse en una isla de vida seminormal en un momento en el que la mayoría de las localidades tiene sus bares cerrados es también reclamo para los colindantes.

Control en el metro

Para evitar en lo posible la movilidad, los municipios están confinados y este es precisamente uno de los mayores incumplimientos. El primer control lo realizan en el metro de Sestao. Cuando se dirigen a la estación, algunas vecinas ya comentan entre ellas que va a haber vigilancia, pero lo hacen en señal de aprobación. "La colaboración de la ciudadanía es muy buena", coinciden los cuatro agentes. De hecho, confiesan que la población les avisa en más de ocasión si perciben un botellón, por ejemplo. Lo mismo ocurre con los hosteleros, "si ven que hay incumplimientos son ellos los primeros en llamarnos".

El control en el interior de la estación del suburbano destapa, entre otras cosas, la ágil perspicacia de la ciudadanía para inventarse excusas. La primera persona a la que paran es un infractor. "Nos ha dicho que viene de Santurtzi de ver a un amigo. Y eso no se puede hacer". La propuesta de sanción por este motivo es de 600 euros, aunque por pronto pago se reduce a 300 euros.

La siguiente a la que piden la documentación es a Agirtza. Ha ido a Barakaldo a hacerse un tratamiento capilar. Enseña su justificante y está todo en orden así que puede pasar. "Me parece bien que hagan controles porque la situación está muy complicada", señala la joven.

Mientras los agentes interceptan a los viajeros a sus espaldas, otros vecinos bajan las escaleras mecánicas y, al ver el control, se dan la vuelta y suben de seguido. O se van al ascensor. A otro joven que paran, probablemente dispuesto a coger el metro, no se le ocurre mejor excusa que decir que ha ido al metro a cargar la barik. La carga y vuelta para atrás.

A los agentes les sorprende la cantidad de gente que no lleva documentación. Una de estas personas es una joven que va a Ondarroa, según dice, a cuidar a una señora. "Lleva en regla el pase de movilidad pero no tiene ninguna documentación que acredite que es quien dice ser", señala Paul, que le deja pasar confiando en su palabra. Lo mismo ocurre con otros dos jóvenes que vienen de trabajar.

Una mujer con sus compras de un centro comercial de Bilbao explica que ha salido de trabajar y ha comprado de paso. "No se puede salir de trabajar y quedarte en Bilbao a hacer compras", explica Jon Ander. "Hay gente que nos dice que ha ido al Lidl que no está en su municipio porque le gustan más las cervezas", añade.

El mal uso de la mascarilla es otro de los motivos que más propuestas de sanción genera. "Hubo incluso una persona que no llevaba la mascarilla y al preguntarle el motivo dijo que estaba comiendo. Y como tenía nada, dijo que se comía las uñas", señalan.

La excusa del tabaco es de lo más recurrida. El mismo viernes a una de las personas que pararon aseguró que iba fumando pero no era cierto. "Iba a fumar ahora", corrigió.

El segundo control se realizó en la entrada de Megapark y concluyó sin apertura de ningún expediente. En uno de los vehículos interceptados, en este caso por el agente Jon Ander viaja una pareja, ambos separados anteriormente, que se dirige a Guriezo. "Son convivientes y se han acompañado para dejar a la hija en casa del padre, pero no hay ningún documento que lo corrobore. Les he aconsejado que se descarguen una declaración responsable con la que pueden garantizarse la movilidad sin problemas". Jaione, agente en prácticas, ingresó en la comisaría en tiempos de covid así que su rodaje está siendo en esta materia. Intercepta a un coche con dos pasajeros, uno de los cuales no lleva pase de movilidad; ambos alegan que vienen de trabajar. "Venían los dos con ropa de trabajo y tras realizar algunas comprobaciones les he dejado ir", explica.

Los agentes constatan que la gente cada vez está más cansada de las prohibiciones. "Por eso cada fin de semana hay más problemas porque hay más crispación", relatan.

Transporte

Se están intensificando los controles en el transporte público, no solo en el metro sino también en los autobuses. Los agentes de la Er-tzaintza consideran que mucha gente cree que en los autobuses es más fácil evitar los controles por lo que ahora se están realizando con más asiduidad.

Seis

Para vigilar el cumplimiento de las normas propuestas para frenar la pandemia esta comisaría realiza seis controles al día.

Picaresca

Desde el que dice que iba a fumar hasta el que se come la uñas o el que dice que iba al metro a cargar la barik, algunos ciudadanos pillados 'in fraganti' inventan excusas dignas de recordar.

Treinta

Los agentes son conscientes de que los controles tienen que ser dinámicos porque a través de las redes enseguida se alerta la población para evitar a la policía.

Trasteros

El confinamiento ha hecho que cambie el tipo de delitos. Ahora son más frecuentes los robos en trasteros; en cambio, han bajado los hurtos, sobre todo porque con el confinamiento es más difícil que la gente salga a la calle.

La edad

La franja de edad de los infractores va entre los 18 a los 39 años. Son los que se saltan el confinamiento o hacen botellón.

"Soy muy riguroso en el cumplimiento de las normas porque el covid está matando a muchas personas mayores"

Ertzaina

"La gente está muy cansada, por eso cada fin de semana hay más problemas, porque hay más crispación"

Ertzaina