AS rutas por carretera o sobre raíles permitieron moverse a los trabajadores esenciales -sanitarios, policías, repartidores, empleados de supermercado...-, ir de casa al trabajo y viceversa. Una movilidad dirigida por otros trabajadores, empleados todos ellos en el metro, Euskotren, Renfe, Bilbobus, tranvía o Bizkaibus que a día de hoy no las tienen todas consigo en cuanto a si es seguro, sanitariamente hablando, viajar en transporte público. Tanto para los viajeros como para los propios chóferes, maquinistas o supervisores de estación.

Egoitz Laka, conductor del metro

Imposible la seguridad 0

Egoitz Laka, lleva catorce años pilotando convoyes de Metro Bilbao y cree que "cualquier entorno cerrado en el que no se filtre el aire deja de ser seguro, pero eso ocurre en el transporte público, en supermercados, un comercio o un bar". Jorge Reguero, con quince años al volante de unidades de Bizkaibus, ahora lleva universitarios en las rutas al campus de Leioa y rebate que "no sé si es seguro que setenta u ochenta alumnos suban a la Universidad pegados unos a otros, dejando luego una carga viral en la unidad mayor que cuando subieron".

Laka concreta que "la seguridad total no existe, pero el transporte tiene que seguir funcionando por lo que hay que dotarse de herramientas, tanto organizativas como de materiales, para que el entorno sea lo más seguro posible". Reconocen ambos que no ha habido focos de contagio en ningún autobús o tren, aunque Nagore Cuartango especifica que "entran y salen tantos miles de usuarios, que realmente no se puede verificar que haya habido un contagio dentro de un transporte".

Cuartango, tras ocho años como supervisora de estación, este aciago 2020 ha cumplido otros ocho dirigiendo trenes del metro y reconoce haber tenido temor a pillar el bicho y contagiar a su entorno. "Al principio sí, vas con miedo. Llegaba a casa y decía a la familia: ¡No me toquéis, no me toquéis! Echaba la ropa a lavar y lo primero que hacía era ir a la ducha". Reconoce que al inicio "intentas tener el mínimo contacto con los compañeros. Yo salía a la calle en vez de quedarme dentro, pero las semanas pasaban y vas normalizando la situación".

Jorge Reguero, chófer de Bizkaibus

Rodeado por el virus

Jorge Reguero es un caso único, ya que como todos los compañeros que participó en este encuentro, no se ha contagiado "y eso que estuve un mes confinado porque mi mujer, que trabaja en una residencia, lo cogió en abril y estuvo muy mal", desvela.

Marta Costas ha llevado mejor la situación. Agente de operaciones de Euskotren, un puesto polivalente que este año le ha pillado moviendo miles de viajeros en las líneas de Bizkaia, expresa no haber pasado miedo, pero "sí he notado el distanciamiento entre compañeros, sobre todo los que tenían cerca personas con riesgo".

María Isabel Picado, que se conoce todos los secretos de la ruta 56 de Bilbobus tras quince años recorriéndola a diario, también es de las valientes. "No me rayé porque si no, no podría ir a trabajar", explica aunque reconoce que "veo de todo, compañeros que limpian constantemente el puesto, no se quitan la mascarilla y todavía siguen rayados". Un temor generalizado que se comprobó cuando, con la desescalada, se efectuaron pruebas serológicas y de PCR a todo el personal esencial del transporte "y casi todos nos las hicimos más que nada por si lo habías pasado o no", destaca Reguero.

Igor Caridad, conductor de tranvía

Valorar lo público

Sobre si el colectivo siente el agradecimiento de la sociedad por su labor, Igor Caridad, el más veterano del grupo, que pilotó tranvías primero en Gasteiz y ahora en Bilbao desde hace 18 años, reivindica una mayor puesta en valor de lo publico. "Somos los que estamos sacando adelante este país y a mí ha habido veces que me han aplaudido cuando salía con el tranvía, y la verdad, me parecía que era una hipocresía porque no solo hay que dar ánimos, sino que hay también que defender los servicios públicos", indica. No tan vehemente, Laka sí considera que "el transporte publico esta invisibilizado como servicio esencial" y "no se le ha dado un empujón como a otros sectores". Por su parte, el conductor de Bizkaibus se veía concernido en los aplausos nocturnos que creía "era un reconocimiento, no solo a los sanitarios, sino a todos los colectivos necesarios", entre los que no incluye a la clase política. "Han estado en segundo plano y el país ha seguido funcionando", remarca con seriedad.

Isabel Picado, chófer de Bilbobus

Recuperar los clientes

Sin duda, los transportes públicos han sido especialmente tocados por la crisis del coronavirus, con pérdidas millonarias tanto de clientes como económicas, unos obstáculos que María Isabel Picado está convencida de que se superarán. "Los usuarios van a seguir tomando el autobús o el tren porque tienen que ir a trabajar, principalmente mujeres, o a estudiar". Y eso que el miedo también está presente entre los usuarios. La conductora de Bilbobus relata como "hay gente que me dice: ¡Pero no ves como lleva el autobús de lleno! Y solo les puedo contestar que hoy tenemos un aforo del 100%", describe.

Una sensación de impotencia que también se dio en lo más duro del confinamiento por todo lo contrario "porque solo se podían montar catorce personas y se quedaban tirada gente ahí en las paradas mirándote y diciéndote: ¡Que tengo que ir a trabajar!", recuerda Reguero. Eran días de aglomeraciones en horas matutinas y las fotos en las redes sociales exponían situaciones de riesgo en los trenes de hora punta. "Pero el miedo era relativo entre los viajeros", apostilla con intriga Nagore Cuartango.

Nagore Cuartango, maquinista

Usuarios implicados

Cuartango explica que "al final todos querían coger el metro, fuera como fuera. No esperaban al siguiente para evitar aglomeraciones. Luego sacaban esas fotos, lo criticaban... pero ellos estaban ahí, dentro del tren. Es algo muy contradictorio". Marta Costas apostaba por "una previsión por parte de los usuarios a la hora de viajar en hora punta" y también por "no apurar los tiempos de entrada al puesto de trabajo", lo que refrendaba su compañera ferroviaria.

Y aunque en el metro de Bilbao, por ejemplo, sacar más trenes era imposible por parte de la empresa debido a cuestiones operativas, los trabajadores sí critican que no se pusieran más unidades de autobuses. Jorge Reguero desveló como "las líneas a la UPV han llevado siempre el mismo número de viajeros a pesar de que, curiosamente, un 30% del alumnado recibe clases on line". También pone en duda la decisión tomada por Bizkaibus la semana pasada de, una vez colocadas mamparas protectoras para los chóferes, permitir el acceso de nuevo a los viajeros por la puerta delantera y el pago con dinero en efectivo. Razona que "son medidas que nos ponen en riesgo ya que, en realidad, ahora mismo, estamos casi en la misma situación sanitaria que en la primera ola".

En todo este contexto, Egoitz Laka aboga "por un equilibrio, ya que no se puede demonizar al transporte público porque la sociedad no funcionaría". Argumenta que "no se ha acreditado que sea inseguro y se han implementado diferentes medidas, que, sí, en algunos casos pueden ser escasas, pero está funcionando". Como conocedor del tema, ponía como ejemplo el aumento por parte del metro de un 7% en la velocidad de filtración del aire en las unidades que ha supuesto que sea renovado cada cuatro o cinco minutos.

Marta Costas, maquinista de ET

La prueba de Navidad

Ahora queda la prueba de estas fechas navideñas, una época de movilidad frenética que "se va a repetir sin duda como ya se está viendo estos días", indica Marta Costas, conductora de Euskotren. Coincide Igor Caridad, que se confiesa "optimista en general, pero en esto, no. La sociedad vasca ha cambiado mucho, es más consumista, más egoísta y así nos va". Laka todavía es más contundente, y estoy convencido de que "después de enero nos van a volver a encerrar". Argumenta que "no solo por que los contagios se puedan dar en las casas, sino que miras cómo están las calles estos días, todos de compras, a reventar... Nos encierran otra vez seguro".

Unas fiestas en las que todos las instituciones responsables de los servicios públicos han eliminado los servicios especiales de madrugada en Nochebuena y Nochevieja como otra medida disuasoria más, aunque para las 6.00 horas de los días de Navidad y Año Nuevo ya ha habido, y habrá, trenes y metros en circulación. Costas indica que "se tenía que retrasar más el inicio del servicio porque solo estamos paseando chapa", o, lo que es lo mismo en el argot, circular con los trenes vacíos.

Pasadas las fiestas se comprobarán o no los augurios agoreros de Egoitz Laka y si los transportes y sus empleados tendrán que amoldarse de nuevo a la ausencia de clientela. Este grupo de trabajadores coinciden al unísono en que, a pesar de los recortes sufridos por la no contratación de los eventuales, el intento de ERTE de alguna concesionaria de Bizkaibus o algo tan simple como no tener urinarios para conductores y conductoras de los autobuses mientras ha estado cerrada la hostelería, "la predisposición de las plantillas siempre ha sido y será total".