El campo de refugiados de Moria, en la isla de Lesbos, que alberga a cerca de 13.00 personas, ha quedado prácticamente destruido en un incendio provocado esta madrugada tras enfrentamientos entre los migrantes.

Hasta el momento no hay informaciones sobre víctimas, pero los bomberos todavía no han podido acceder a las carpas y los contenedores-vivienda.

Según el alcalde de la pequeña población de Moria, Yiannis Mastroyiannis, el incendio se desató después de que 35 personas que habían dado positivas de coronavirus se negasen a que les trasladaran a un centro de aislamiento. A partir de ese momento comenzaron enfrentamientos entre los propios refugiados y algunos empezaron a provocar incendios, tanto dentro del recinto cerrado como en el olivar que rodea al campo, en donde viven miles de migrantes.

Mastroyannis explicó, en declaraciones a la cadena de televisión Skai, que el fuego está controlado y los residentes que salieron huyendo se encuentran en su mayoría en las inmediaciones de Moria.

Después de que miles de personas que huyeron del campempezaran a dirigirse hacia la capital, Mitilene, la policía bloqueó el acceso a la ciudad, situada a unos 8 kilómetros, para evitar una emergencia sanitaria, ya que el campo se encontraba en cuarentena por el brote de covid-19.

Debido a los fuertes vientos, las llamas se propagaron con rapidez y arrasaron prácticamente todo, especialmente los contenedores y carpas.

El encargado gubernamental para los campos de refugiados, Manos Logothetis, afirmó que el campo ha sido totalmente evacuado y que ahora el reto es buscar alojamiento para las 13.000 personas que lo habitaban.

Según los medios locales, se está barajando la posibilidad de trasladarlos a una playa cercana hasta que se encuentre una solución.

El incendio se produce una semana después de la aparición del primer caso de covid-19 en Moria, y un día después de que las autoridades sanitarias confirmasen que entre las 2.000 personas que tuvieron contacto con el paciente, 35 dieron positivo en la prueba y debían ser aisladas. De todas estas personas, solo una presentaba síntomas.

El paciente cero es un somalí de 40 años que ya había obtenido el estatus de refugiado y que en agosto se había trasladado a Atenas para buscar empleo.

Al no tener suerte, había optado por volver a Moria, donde se había instalado en una carpa en el olivar que rodea el campo.

Muchas organizaciones humanitarias llevan meses advirtiendo de que, debido a las pésimas condiciones sanitarias, Moria es un polvorín y desde hace tiempo exigen que como mínimo se evacúe a toda la población vulnerable.

Desde el estallido de la pandemia, el Gobierno ha trasladado al interior del país a más de un millar de personas que pertenecen a este grupo.